© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
Los pastores de la trashumancia tenían muy claro que el verano era el tiempo de “subirse” a los Picos de Europa. Era el momento de aliviar las sofoquinas de la meseta con el viento fresco de los prados de altura. De cambiar el amarillo de los secarrales por el verde de las montañas. De dejar pastando al ganado en unas alturas que resultan inclementes durante buena parte del año.
Lejos de buscar comparaciones indeseadas, el verano es, también, el mejor momento para quien goza de los paisajes espectaculares, de sumergirse en la naturaleza, del sosiego o de la soledad de las alturas. Un buen momento para acercarse a disfrutar de unas montañas poderosas, inolvidables para quien las ve por primera vez y cautivadoras para quien ya las conoce.
Desfiladero de los Beyos. Oseja de Sajambre. Parque Regional de Picos de Europa. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Situadas en el centro de la Cordillera Cantábrica, a 25 kilómetros de la costa, marcan el paisaje y el clima de buena parte del noroeste peninsular. Con un impresionante catálogo de cimas rondando los 2.000 metros, de la misma forma marcaban también el avistamiento del Viejo Continente para quienes navegaban hacia él desde el Nuevo Mundo. Tanto que, al parecer, ese el origen de su denominación. Otro cuento basa su nombre en una vieja leyenda que narra la relación del príncipe Astur y su enamorada Europa. Esta, que era hija del rey Agenor de Fenicia, fue raptada por Zeus y más tarde traída a estas montañas por el príncipe Astur para desposarse con ella. Así es como acabaron convertidos en los picos de la bella Europa.
Un territorio abrupto, con notables desniveles y cuatro ríos, el Sella, el Cares, el Duje y el Deva, que dividen su estructura en tres bloques, en tres macizos con perfiles -y paisajes- en ocasiones tan diferentes que resultan casi opuestos. Como lo son, por ejemplo, el paisaje rocoso, casi lunar del Macizo Central, tajado en sus costados por los ríos Duje y Cares, y el Macizo Occidental tan pródigo en altas cumbres como en espesos bosques.
Torre de la iglesia de Oseja de Sajambre. Parque Regional de Picos de Europa. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
De las tres provincias que comparten el territorio montañoso de Los Picos de Europa, Asturias, Cantabria y León, esta última es la que aporta una mayor extensión. En total, un enorme territorio montañoso con cuarenta kilómetros de este a oeste y 25 de norte a sur con mil y un rincones hasta los que merece la pena acercarse. Aquí van unas cuantas ideas para disfrutarlos en la provincia de León.
León es la provincia que aporta una mayor extensión de territorio a los Picos de Europa
1- RIAÑO.
Si se viaja desde León hacia el norte, entre Las Salas y Riaño hay algo más de 10 kilómetros a través del muro del embalse, varios túneles y, sobre todo, el espectacular puente que se tiende sobre las aguas. Antes de alcanzar el último de los túneles, un corto camino, a la derecha de la carretera, acerca hasta la ermita de Nuestra Señora de Quintanilla. Allí, entre los festejos que tienen lugar durante la celebración de la fiesta de esta Virgen, el 15 de agosto, está la realización de corros en los que se practica la ancestral lucha leonesa. En cualquiera de los casos, es un buen lugar para disfrutar de la perspectiva que brinda este enorme embalse y la población que surgió tras la inundación de la que, con el mismo nombre, descansa en su fondo.
2- PUEBLA DE LILLO.
Podría decirse que el macizo de Mampodre aparece sobre el terreno como un apéndice desgajado de la contundente barrera montañosa que constituyen los Picos de Europa. Mientras que estos se estiran como gigantescos pilares que de este a oeste forman parte del espinazo central de la Cordillera Cantábrica, el macizo de Mampodre, un cúmulo de portentosas cumbres calizas de altitudes superiores a los 2.000 metros, se abre desde ella algo hacia el sur. De hecho, todo este territorio montañoso marca el límite occidental del Parque Regional de los Picos de Europa. En el torreón medieval de Puebla de Lillo se localiza una de las Casas del Parque, el mejor punto de partida para cualquiera de las muchas excursiones que se pueden realizar por el entorno. Una de ellas, señalizada como PR-LE 29 y que lleva por nombre ?Picos de Mampodre? permite adentrarse por el interior de estas montañas mientras se disfruta de un largo paseo e inolvidables vistas. Es un paseo circular de unos 16 kilómetros que puede realizarse en unas 6 horas y que tiene su comienzo y final en la localidad de Redipollos.
Torreón medieval del siglo XV en el que se ubica la casa del Parque Regional de Picos de Europa en Puebla de Lillo. León. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego;
3- CAÍN.
Es el pueblo más septentrional de Castilla y León. Tanto que quien viaja en coche hasta Caín ya no puede seguir más allá. Si quiere continuar tiene que hacerlo andando. Y por un camino de vértigo: el desfiladero del Cares, una senda tallada en la mismísima roca. Caín es uno de los pueblos más hermosos de toda la Cordillera Cantábrica. También fue uno de los más aislados casi hasta las últimas décadas del siglo XX. Hoy es uno de los más turísticos. La “culpa” es del espectacular paisaje en el que se haya enclavado: el fondo de un cuenco orográfico del que parece imposible entrar o salir. De hecho, hasta la llegada de la actual carretera, solo era posible por arriesgadas trochas montañosas. En cualquier caso, la fama de Caín se debe a estar situado en uno de los extremos de la Senda del Cares, la obra de ingeniería construida en la década de los años 40 del siglo XX para facilitar el mantenimiento del canal que lleva aguas hasta la central hidroeléctrica de Camarmeña. El canal se construyó entre 1917 y 1924 y necesitó que se horadara la roca en 71 ocasiones para hacer llegar el agua hasta la central con la fuerza necesaria. Después de los primeros túneles que atraviesan la pista, en lo que es un prometedor comienzo del espectáculo que se desarrolla a lo largo de los 10 kilómetros restantes, el camino se va descolgando hacia uno y otro lado de la garganta mediante estrechos puentes metálicos bajo los que se abre el abismo donde culmina, allá en el fondo, el río Cares.
Chorco de los lobos, una trampa utilizada tradicionalmente para la captura de lobos. Se halla consturida en el Monte Corona, junto al desfiladero del Cares. Cerca de la localidad de Caín. Parque Nacional de los Picos de Europa. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
4- LOS PUEBLOS “DE LA REINA”.
Villafreda, Los Espejos, Barniedo y Portilla llevan el mismo apellido: de la Reina. Hay varias teorías que tratan de explicar el porqué. Una de ellas lo atribuye a haber sido propiedad de Urraca, esposa de Fernando II, y Berenguela, mujer de Alfonso IX, todo en el siglo XII. Otra, dice que se debe a que en estas tierras pasara largas temporadas, en el siglo XV, Doña Constanza Enríquez, descendiente de Don Tello, infante de Castilla e hijo bastardo de Alfonso XI. Aunque nunca llegó a ser reina, mandó construir la capilla mayor de la iglesia de Los Espejos para ser enterrada en ella. Sea como fuere seguir la carretera N-621 en dirección a Potes brinda la oportunidad de conocer un reguero de poblaciones con una buena parte de su arquitectura tradicional bien conservada. También hay que subrayar el gótico rural de sus iglesias, especialmente en Barniedo, con una llamativa bóveda y una portada románica.
5- LOS BEYOS.
Ahora que están tan de moda los concursos geográficos de belleza -el pueblo más hermoso, el mejor rincón- no son pocos los que creen que este desfiladero del norte leonés ganaría el título del más bello de Europa. Beyu en el lenguaje de la montaña asturleonesa quiere decir angostura, foz en la que los ríos se revuelven y hacen tanto esfuerzo por pasar que rompen con lo que haga falta. Y aquí el río voluntarioso, empeñado en salir de la montaña al mar poniéndose el cielo por montera, es el Sella. De hecho, acercarse a recorrer el desfiladero de Los Beyos desde León supone apuntarse a un viaje fascinante: el que lleva hasta las alturas del puerto del Pontón para acompañar las mocedades de un recién nacido río Sella mientras recorre el fragoso valle de Sajambre, tan rico en bosques como en pueblos que han sabido conservar intactos sus más ancestrales rasgos de identidad.
6- SANTA MARINA DE VALDEÓN.
Es el pueblo más antiguo del valle de Valdeón y nació al calor de un antiguo monasterio que existió en este lugar en torno al siglo XI. Si hasta el XX fue un lugar sumido en un aislamiento casi total es difícil imaginar lo que debía de ser la vida conventual allí mil años antes. Puede que debido a ese ancestral aislamiento es también uno de los pueblos del valle que actualmente conservan una mejor estampa. La mejor forma de disfrutarla, con las impresionantes cumbres del macizo Occidental tras ella, es hacerlo tomando en Portilla de la Reina la LE-423 hacia el puerto de Pandetrave.
Santa Marina de Valdeón y Macizo Occidental del Parque Regional de Picos de Europa. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
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