Me encanta el senderismo. Es uno de los deportes que más practico porque se hace ejercicio al mismo tiempo que se disfruta de la naturaleza. Soy una de esas personas que necesitan salir al aire libre cada cierto tiempo, sentir el aire fresco, pisar la hierba, disfrutar de paisajes inolvidables... La ciudad es un lugar demasiado caótico del que necesito salir cada cierto tiempo.
Salgo bastante a hacer senderismo, en parte porque a mi familia también le gusta mucho y siempre conocen rutas muy interesantes. De hecho, lo hago desde que tengo memoria, aunque tengo que confesar que de pequeña lo odiaba porque iba obligada y no entendía por qué tenía que subir kilómetros de cuestas por diversión.
Lo bueno que tiene ser de Salamanca es que puedes disfrutar de los dos mundos. La ciudad y el campo. En Castilla y León , por suerte, tenemos parajes impresionantes para hacer escapadas y llegar hasta ellos no nos lleva mucho tiempo, por lo que tenemos la costumbre de salir los fines de semana para disfrutar de un día en la naturaleza.
Uno de esos parajes se encuentra en la frontera entre Salamanca y Portugal, en lo que se llama Las Arribes. Es el Pozo de los Humos, una impresionante cascada de 50 metros, tan solo 2 metros más pequeña que las Cataratas del Niágara. Tras el deshielo, el río arrastra una gran cantidad de agua helada que va a parar a esta cascada, haciendo que sea exuberante.
La sensación de estar allí, desde el mirador, es indescriptible. El sonido del agua chocando contras las rocas lo envuelve todo, las gotas te salpican y se forma una especie de bruma en la parte baja. El mirador, además, tiene una especie de pasarela de madera desde donde mejor se ve. No es una zona tan segura como las otras plataformas del mirador, situadas en las rocas, pero la sensación de estar frente a la cascada es algo que todo el mundo debería experimentar.
Por otro lado, pese a que la cascada merece toda la pena del mundo, la ruta de senderismo nos dejó bastante fríos. La mayoría de la gente ni siquiera la hace andando, con lo que es aún más decepcionante. Es muy corta y de baja intensidad. El único tramo interesante es la subida a la vuelta. Lo bueno es que no es la única ruta, por lo que la próxima vez que volvamos ya sabemos que debemos hacer otra de mayor intensidad y que resulte un reto.
Para ir al Pozo de los Humos es mejor hacerlo en otoño, invierno o primavera. En verano casi no tiene agua y no resulta demasiado impresionante. Los mejores días para ir son aquellos en los que anteriormente ha llovido, porque arrastra más cantidad de agua y, cuanto más fuerza tenga, más exuberante será. Yo recomiendo ir con ropa deportiva. Aunque resulte demasiado obvio, la mayoría de la gente va con ropa normal. A mí me sorprendió mucho. Todavía no sé cómo pudieron caminar por las rocas con zapatos de vestir...
Creo que a partir de ahora intentaré compartir los lugares a los que voy de senderismo. Nunca antes lo había puesto en el blog por varias razones. La primera es que no suelo llevar la Canon por miedo a que le pase algo y la segunda es porque salir a caminar no es el momento más glamuroso de mi vida. Aunque he llegado a la conclusión de que... ¿qué más da? Así es mi vida.
¿Veis a esta niña? Llevaba a su cachorrito yorkie en los brazos para que no tuviera miedo. El perrete era una auténtica monada. Se llamaba Thor. ¡Me dejó jugar con él!