De nuevo frente a la explanada, frío y con un sol que luchaba por calentar las viejas piedras que dan un tono distante y hasta militar del herreriano perfecto. Hay poca gente y por lo tanto damos gracias por no encontrarnos las colas típicas de estos lugares únicos de la geografía españolas, y pasear por sus salones y por sus criptas que guardan los cuerpos más ilustres de la aristocracia española, familiares reales cuyos cabezas de trono duermen el sueño eterno en la cripta de los reyes.
Es todo un aroma especial el que se percibe en su patio de entrada y que nos saluda con la fachada en piedra, solemne, espectral y rígida un orden demasiado cruel por un lado y una especie de soplo de calma que dio a esos hombres que pasaron a la historia precisamente por todo lo contrario, corazones amargados por problemas políticos, familiares y dinásticos.
Y dejando los problemas que afectaron a monarcas y hombres implicados en destinos de las casas reinantes, nos adentramos primeros en los recintos privados de los reyes, quizás demasiado rígido todo, o quizás es que convenga que se considere así porque la historia así lo ha definido: rigidez, seriedad, luto perpetuo, amargura Nos llamas la atención la falta de calor en sitios tan fríos, los suelos de mármol, los techos pintados, los grandes cuadros de señores que posan sin expresión personal, firmas que hacen temblar de emoción, sillas en un rincón no se sabe con qué misión.
Nos quedamos prendados de los techos donde todos los personajes parecen mirarnos entre la curiosidad por el nuevo modelo de vestuario o quizás como pidiendo que por favor, les haga bajar de las alturas. De nuevo nos asombramos del trabajo de estos pintores de corte que hicieron de los techos sus cuadros más solemnes, grandiosos todos. Rigidez en el mobiliario, tristes maderas oscuras y sin embargo difiere con la belleza de las maderas nobles con hilos de oro traídas de otros lugares.
Ya en el dormitorio real admiramos la buena vista que tenía el soberano desde la misma cama, normal para un enfermo de gota que no se podía ya levantar pero que quería cumplir sus deberes religiosos con la presencia en la misas diarias. Una costumbre que se hizo ley en todos los templos religiosos. Y sin embargo sigue esa decadente falta de belleza en el mobiliario en tan ilustre lugar.
Y dejando estos lugares que ante la belleza de las pinturas y los tapices que una vez más nos dejan embobados, pasamos los pasillos que aquí se llaman galerías y donde las batallas se nos antojan casi cosa personal, los hombres de guerra nos mira desde todos los ángulos y alabamos la destreza de los pintores para hacer esta bella conjunción de pintura y panorámica del dibujo.
Y entramos en la zona de cripta, los hombres de corte, los hijos de familias ilustres, los nobles se nos colocan a ambos lados del pasillo, casi nos observan con sus ojos de mármol blanco y sin retinas. Que frío hace aquí donde moran los muertos y los espíritus se esconden en los rincones más oscuros. Noto voces, siempre oigo voces que me dicen “liberáme”; una que es aficionada a esto de las sicofonías sabe bien que en estos lugares hay vibraciones muy fuertes. Entrando en la zona de príncipes y nobles en primer grado hacemos la parada obligatoria ante D. Juan de Austria cuyo rostro en mármol blanco se ve roto por la herida en el rostro, bello rostro de D. Juan que me dejó enamorada en la primera visita en 1969; desde entonces hago una parada obligatoria y rezo de admiración y amor por el bastardo del rey; lo que son las cosas, fue más fiel y más batallador que la pura sangre real.
Y seguimos andando entre la muerte real, de reales figuras talladas en bloques de mármol, qué belleza de tallado¡ Y esperamos la gran sorpresa, la funesta sorpresa que son los reyes de España. No tenemos color, simplemente hacemos honor a la historia y bajamos hasta esos túmulos que se colocan en filas entre el suelo y el cielo de la cripta. Nombres en oro, como oro fue la historia de estos hombres y mujeres y madre de reyes. Y ese ambiente cargado, esa cripta real que nos deja casi en éxtasis porque una respeta la historia y a los hombres y mujeres que hicieron historia (buena o mala, da igual).
Respiramos profundamente no sé si para llenarnos del ambiente o porque nos falta el aire puro . salgamos a la libertad y dejemos las piedras descansar.
Ya fuera a muchos metros de la entrada nos volvemos hacia el monumento y de nuevo le decimos adiós hasta la próxima. Cuadrado, anguloso, frío y casi despiadadamente bello en sus entrañas se guarda la historia de esta que hoy es España.
DAMADENEGRO 27/11/2008
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