Y es que en Una madre pasas absolutamente de la risa al llanto en lo que tardas en cambiar de párrafo. Alejandro Palomas juega magistralmente con las emociones, logrando que empatices con todos los personajes de la historia. Reconozco que no estaba pasando un buen momento cuando leí esta novela y que personalmente soy de lágrima fácil, pero es que hay partes de la novela que te hacen reflexionar sobre tu propia vida: la silla vacía en la mesa puesta, esos tableros dedicados a los hijos con las postales y los recortes de prensa, la manta, los consejos maternos... fueron como bombas lanzadas a mi psique. Pero cuidado, que no todo es llanto. Las salidas de la madre, que logran descolocar al más pintado (especialmente a la hija mayor) y al lector logran que rías con franqueza, que te de pena terminar el libro y hacerte correr a la librería a descubrir el resto de obras publicadas por el autor.
Quien me conoce sabe que éste año he leído mucho, pero sin dudarlo éste ha sido uno de los mejores libro que he leído en 2016. Una joya impresindible.