Reseña:
No sé cuántas veces tuve éste libro en mis manos en mis visitas a librerías, y siempre se quedaba allí, tal vez esperando un momento mejor para darle una oportunidad. No sé si era la extensión (os recuerdo que mi pila de lecturas en breve puede apuntalar el techo), pero no le daba la oportunidad que merecía. Y ay, cómo me arrepiento de no haberle dado anteriormente la ocasión de maravillarme.
Desde que empieza la huida de Seizo y Kenzaburo ya conectas automáticamente con ambos personajes. De hecho cuando empieza la historia de Ekei, el médico te dices, eh! Quiero seguir leyendo qué pasa con los dos fugitivos... sensación que dura aproximadamente dos páginas. La magia de esta novela es que ambas historias conjugan estupendamente, y no puedes estar sin saber de ambas porque las dos son interesantes por igual. Sus personajes son una gozada, cada uno con sus motivaciones y su historia personal, así como los secundarios, tratados con cariño y dotados de gran personalidad.
Otro detalle a tener en cuenta es la labor de documentación que asumido y ejecutado a la perfección David, en cada detalle que impregna la historia. Cada pequeño detalle está recreado a la perfección, y toda la información que nos aporta además resulta muy entretenida.
El autor logra además conjugar con total estabilidad la acción de lucha o la belleza visual de la descripción de un simple paisaje con datos de la situación política actual en el periodo que transcurre la novela. Todo ello sin hacerse aburrida en ningún momento.
Puede recomendarse con total seguridad a los amantes de la novela histórica y que no teman a los tochos de más de 700 páginas, pero no dudéis en recomendarla a los amantes de la cultura japonesa o simplemente a los que aman la buena literatura.
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Fuente: este post proviene de Cafe de Tinta, donde puedes consultar el contenido original.
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