UP NEXT…AD Calidad Auto360p720p1080p Esta semana en la historia – Emperador Romano asesinado por una fiesta decadente por Connatix
Por Martin Kitchen. 616 pp. Cambridge University Press, 2009. $38.
Podría decirse que es la reevaluación más provocadora de este teatro en muchos años, este desafiante, rico y bien argumentado tomo obliga a cuidadosas revisiones a las verdades más arraigadas sobre estrategia, operaciones, tácticas y personalidades. Empieza con el titular: En las manos analíticas de Martin Kitchen, el general Erwin Rommel es un macho alfa demasiado ambicioso alentado por la suerte, una oposición vacilante, superioridad táctica y habilidades de improvisación, inteligencia militar y mucho más. Irónicamente, sólo se encuentra en su mejor momento después de haber sido derrotado en El Alamein y está cojo por la falta de suministros, una estructura de mando barroca y la creciente decepción de Hitler.
Kitchen vincula de manera convincente al Norte de África con el resto de la guerra, proporcionando un contexto en tiempo real típicamente borrado en el habitual cuento de británicos contra alemanes en el montón de arena aislado con italianos cobardes en el lado. Titula su capítulo final “Túnez” para subrayar cómo el golpe de uno-dos de Stalingrado y el norte de África de hecho hizo girar la guerra. Para Hitler, el norte de África comenzó como un rescate de las aventuras neocoloniales de Il Duce, pero se desarrolló en una pequeña y misteriosa versión paralela de su frente soviético que se hizo cada vez más grande y arrolladora (le gustaba la idea de atrapar a Irak entre el Cáucaso y las pinzas del desierto). Cuando esto se agrió, siguió desperdiciando vidas y tesoros en esfuerzos poco sistemáticos para apuntalar las fantasías logísticas y operacionales. Tomemos el caso de Malta, donde su holgazanería sobre la invasión redujo las opciones operacionales y estratégicas. Mientras millones de toneladas de barcos italianos se hundían, el ya débil apoyo del Ejército Panzer de África llegó al punto de ruptura. La respuesta de Hitler: la voluntad de hierro aplastaría las ventajas materiales de los aliados.
Basándose en fuentes italianas que otros han minimizado o pasado por alto, y muchas otras, Kitchen deja claro hasta qué punto la asociación del Eje fue paralizada por su serpenteante mando, los caprichos y exigencias de los dictadores, las polifacéticas luchas internas y los objetivos estratégicos conflictivos (los italianos querían colonias prósperas, los alemanes querían su habitual saqueo y judíos muertos). Los soldados italianos – subequipados, mal entrenados y mal dirigidos – a veces lucharon brillantemente, otras se rindieron en hordas exhaustas y desmoralizadas, su comportamiento errático fue igualado por los diversos relatos de la Zorra del Desierto sobre ellos. No es que los Aliados salgan tan bien parados. Inusualmente, los comandantes británicos Archibald Wavell y Claude Auchinleck sacan buenas notas aquí, por su pensamiento estratégico y por reconstruir el Octavo Ejército a pesar de haber sido codo con codo hasta la muerte por el equivocado y engreído Churchill y reemplazado por el demasiado precavido Bernard…