"Bajo la misma estrella" es de esos libros que me daba pereza. Me esperaba un dramón sentimentaloide adolescente, de lágrima fácil y mucho amor y tonos pastel, pero tantas buenas críticas me hicieron car en la tentación.. y vaya que si caí.
Lo que más me cuesta al hablar de esta novela es no comentar el final, aunque trato de seguir una linea "sin spoilers" en mis reseñas y más en un caso como éste, pero creo que merece la pena que lo descubráis vosotros. Y ahora, siguiendo el órden lógico de las reseñas, empecemos por el principio: el argumento.
Hazel Grace es una adolescente que ha logrado sobreponerse a un cáncer extendido a los pulmones, lo que le ha dado un plazo de vida aún por determinar, pero se ve obligada a estar conectada a su bombona de oxígeno.
Sus padres la fuerzan a asistir a un grupo de apoyo de enfermos oncológicos y allí conoce a Augustus Waters, un chico guapísimo que la mira fijamente durante toda la sesión. Él padeció un osteosarcoma y le tuvieron que amputar una pierna, pero está en el bando de los que han superado su enfermedad, no como Hazel, que no sabe cuánto tiempo de vida le queda.
Y aquí acaban los tópicos sobre las historias de amor adolescente. Empezando tal vez por la parte más dura de la novela: nadie quiere sentirse identificado con un enfermo de cáncer por nuestro natural rechazo a la enfermedad, a la muerte. Tú estás leyendo la novela y no piensas ?ojalá fuera Hazel y hubiera un Gus en mi vida? porque eso implicaría que te estás muriendo. Su relación es tan intensa debido sin duda a esa espada de Damocles que cuelga sobre ellos durante toda la historia.
Lo que nos lleva a la segunda parte más dura de la novela: el miedo. Augustus tiene miedo al olvido, a irse de este mundo sin haber dejado huella. Y Hazel tiene miedo a hacer sufrir a los que le rodean, y de ahí que intente auto convencerse de que lo mejor que puede hacer es apartar a Augustus de su vida.
Pero, por suerte, el autor ha logrado hacer que incluso sonriamos en estas situaciones. ¿En serio? Os estaréis preguntando.
Con un brillante sentido del humor (algo negro, ya os aviso, pero es que no podía ser de otra manera) Hazel, Augustus y su amigo Isaac, que pierde la vista debido a un cáncer de ojos, incluso los padres de Hazel le dan a la novela un toque divertido que nos ayuda a atenuar la sensación que nos atenaza la garganta y amenaza con sacarnos los lagrimones a cada ratito.
Y qué decir de los fantásticos diálogos que mantienen Hazel y Augustus? Nos harán reflexionar, sin duda. El libro está cargado de frases que te gustaría apuntar en una libreta y llevarla contigo a todas partes. Y así, entre sonrisas, romance, reflexiones y mucho ingenio nos llevan de la mano hacia el final... y qué final. Porque aunque llega una parte del libro en la que ya ves claro cómo acabará, los personajes son tan reales, tan creibles, que una pequeña parte de ti se va con ellos cuando llegas al fin de la historia. Y te sientes como Hazel, en su obsesión por saber qué fue de los personajes de su libro favorito, "Un dolor imperial" llegando incluso a escribir al autor con la esperanza de conocer el destino de los personajes de la novela.
En resumen: una novela corta, pero intensa. No apta para leer en épocas de bajón, pese a ser sin duda un canto a la vida, al amor, a perder el miedo... una novela que recordarás y que en cuanto acabe te preguntarás por qué no la habías leído antes.
Bonus: Mirad qué colgante más mono. "Bien" será nuestro "Siempre".