Reseña:
Incrustados ha sido una de esas novelas que pensé que abandonaría al pasar las primeras páginas. No estaba entendiendo nada del lenguaje incrustado y me estaba sintiendo realmente muy torpe entre los tecnicismos que el autor desarrolla a través de Chris Sole.
“Verás, la estructura básica del lenguaje refleja nuestra conciencia biológica del mundo en el que evolucionamos. Por ello, enseñamos tres lenguas artificiales para explorar los límites de la mente. Queremos averiguar qué es lo que un niño de mente fresca y virgen puede aceptar como natural o real”.
Dorothy enseña un idioma para comprobar si nuestro concepto de la lógica es realista, Richard está interesado en los estados de realidad alternativo y Chris Sole inspira su lenguaje en un poema de Raymond Roussell llamado “Nuevas impresiones de Africa” para explorar el concepto de la autoincrustación. Ojo al dato: Nuevas impresiones de África es un poema de 1 274 líneas que consiste en cuatro largos cantos de alejandrinos rimados, en el que cada frase viene acompañada de notas laterales de hasta cinco niveles. De vez en cuando una nota al pie se refiere a un poema anterior que contiene sus propios niveles de paréntesis (bendita Wikipedia).
Realmente, el autor logra que sientas una curiosidad sincera ante este análisis e investigación de una gramática universal. Y avanzas, hasta que te encuentras con la segunda trama de la obra. Nos trasladamos a Brasil, donde el gobiernos está construyendo una enorme presa con financiación recibida de Estados Unidos con la intención de crear un enorme mar interior, aunque tengan que llevarse por delante los pocos poblados indígenas que quedan en la selva amazónica, como los Xemahoa.
Ahí justamente es donde está Pierre, un antropólogo que convive con la tribu esperando hallar indicios de el lenguaje incrustado que emplean los indígenas a través de la droga de un hongo al que llaman maka-i. Este punto de la historia en el fondo es una ramificación del primero, ya que Pierre intercambia cartas con Sole explicándole sus hallazgos.
Y para rizar el rizo, entran los Sp´trha en escena. Y si habéis visto la película La llegada, sabréis que se necesita a un buen lingüista para tratar con los seres llegados de otro mundo. Más todavía, cuando su misión es “coleccionar” todos los idiomas posibles del universo para llegar a adquirir el conocimiento supremo, aunque están dispuestos a ofrecer importantes bienes para la humanidad.
Os estaréis preguntando, ¿Todo esto pasa en 300 páginas? Pues sí. Y además consigue que te intereses, sientas curiosidad por todo lo que explica y que además, todo encaje. Si algo le falla es el principio, en el que queda claro que no es un libro asequible y que el autor no nos puso las cosas fáciles, pero una vez entras en materia lo disfrutas muchísimo.
Tratándose de una novela de 1977, año en el que llegó a nuestro país bajo el título de Empotrados, podemos adivinar que el papel de la mujer es bastante invisible, a pesar de que hay una investigadora entre las filas del experimento lingüístico no sale especialmente bien parada en el desarrollo de su personalidad, así como las mujeres de la tribu de los Xemahoa.
Destacar la nueva edición de Gigamesh, que junto a la novela Orgasmatón han sido publicadas en 2019 en un formato bolsillo de buena calidad a un precio ajustado (unos 9 euros cada uno aproximadamente).
En resumen: Recomendada para amantes de la ciencia ficción y/o de la lingüística, una historia digna de disfrutarse con calma. Puntuación: 4/5
Bola extra: Os interesa el tema lingüistico? No os podéis perder a Felicidad Martínez, autora que ya reseñamos con la novela La mirada extraña y os recomiendo además La textura de las palabras (Cazador de Ratas, 2018).