PARQUE DE NARA | DONDE BROTAN LOS TEMPLOS
Después de dos días completos en Osaka (aquí el vídeo del día 1 y el vídeo del día 2), la primera excursión del viaje nos lleva a Nara. Está a 45′ en tren de Osaka en un trayecto fácil, cómodo e incluido en el JRPass. Es un día soleado y queremos que todo siga siendo cómodo y apacible, así que alquilamos un par de bicicletas en la estación de Nara. Y lo conseguimos. Gracias a la bici disfrutamos del paseo de 2 kilómetros hasta la zona de los templos, nos movemos por el parque esquivando el gentío y nos acercamos al barrio de Naramachi. En el parque, el templo más popular es Todai-ji, el edificio de madera más grande del mundo. Es uno de los templos más visitados de Japón y alberga una impresionante estatua de bronce del Gran Buda: mide 15 metros. Antes de llegar a Todai-ji nos paramos en el templo Kofukuji, una pagoda de cinco pisos (la segunda más alta de Japón) y terminamos en el satuario Kasuga Taisha, el de las lámparas y los farolillos de piedra. La bici también ayuda a que los miles de ciervos que campan por el parque no se nos echen encima en busca de comida.
NARAMACHI | EL BARRIO DE LAS CASAS JAPONESAS
Antes de viajar a Japón sentía una enorme curiosidad por conocer una casa tradicional japonesa; en Nara entré por primera vez en una, y me hubiera quedado a vivir. Sabíamos que la entrada era gratis y que estaba ubicada en el barrio de Naramachi, así que allí nos dirigimos cuando nos cansamos de deambular por los templos. Ahora dudo si me gustó más la casa o el paseo en bicicleta. Me sentí tan feliz pedaleando por aquellas calles como Tito en la cabecera de Verano Azul. Sin ella, la caminata desde la estación al parque, luego al barrio de Naramachi y de vuelta a la estación hubiera sido devastador. El jardín zen de aquella vivienda tradicional nipona no hubiera sido suficiente para reanimarnos.
DEN DEN TOWN | LA CUNA DE LOS FRIKIS DE OSAKA
Una vez que descubrimos la zona de Den Den Town, cada vez que nos movíamos por Osaka o volvíamos de una excursión tratábamos de pasar por allí. Lo hacíamos por una calle ancha, sin aceras ni apenas coches (como es habitual en el entramado urbano de las ciudades japonesas), donde se concentra lo más friki de la ciudad. Hay tiendas de electrónica, cómics, cafeterías temáticas, chicas vestidas de muñecas seduciendo a los transeúntes para que entren en su negocio y gente de lo más dispar. Además de entrar en un BIC Camera a consultar el precio de un objetivo macro de 100 mm para mi Canon 5D que terminé comprando en Tokio, nos dedicamos a contemplar el ambiente y a sentirnos seres de otro planeta, una costumbre de la que aprendimos a disfrutar durante el viaje.