Para los que no vieron la primera os contaré de qué va.
Hannah Baker es una estudiante de instituto que se suicida y deja como explicación trece cintas a trece personas para que sean conscientes de cuánto daño le hicieron. Y contar el por qué decidió suicidarse.
El conflicto que presenta es que, la existencia de dichas cintas pone en peligro la reputación de cada uno de ellos, además de mostrar algunos de sus secretos más oscuros.
Sin embargo, uno de ellos, Clay Jensen decidido ha impartir justicia no descansará hasta que todos los que le hicieron daño escarmienten, dado que él piensa que es lo única y última cosa que puede hacer por ella.
La segunda temporada es la continuación por la cual todos y cada uno de los presentes de los hechos narrados en las cintas se ven implicados en testificar. Para demandar al instituto de haber tenido la irresponsabilidad de no poder controlar a sus alumnos más problemáticos.
Por comenzar en esta segunda entrega ya no se centran tanto en Hannah sino que, cuenta con la perspectiva de cada personaje y responde bastantes dudas que dejaba la temporada anterior.
Por otro lado, también presenta los problemas que tuvo Hannah en casa, que como prefiero no hacer spoilers, no detallaré más.
Me ha resultado mucho más interesante que la primera, me ha parecido más completa al tener en cuenta las distintas verdades por parte del resto de personajes. Eso da que ver una imagen más clara de quién era la protagonista y de sus intenciones. Por lo que, me ha resultado más original.
Presenta tantos casos que es casi imposible no identificarse con alguno de los personajes, considero que es una serie capaz de contactar con los jóvenes, logra que se vean identificados y ver que todos ellos siempre tienen una opción.
Que es cierto que todos pasamos por altibajos, sin embargo, no por ello hay que detenerse sino que hay que seguir adelante. Y aunque no lo parezca, siempre habrá alguien que te comprenda o procure ayudarte.
No todo tiene que por qué ser oscuro, la mayor dificultad es cambiar de pensamiento.
Pero, en cuanto recuperes una pizca de la esperanza que perdiste por el camino, seguirás adelante.
Son así las cosas, no puedes cambiar qué te hicieron o qué te paso. Pero sí cómo responder al respecto y procurar evitar cometer de nuevo nuestros errores.
Porque no existe una persona perfecta, incluso el personaje que aparenta ser el más puro, Clay Jensen, también guarda un lado oscuro.
En resumen, considero que esta serie deberían verla todos los adolescentes (mayores de 14 años) teniendo en cuenta que puede mostrar imágenes que pueden afectar a la sensibilidad del espectador, claro. Y la verdad, es que si lo vieran también padres lograrían comprenderlos mejor.
↪Ratoncita