Por trece razones
Jay Asher
Sinopsis: No puedes detener el futuro. No puedes rebobinar el pasado. La única manera de conocer el secreto es presionando play.
Clay Jensen desearía no tener nada que ver con los casetes que grabó Hannah Baker. Porque Hannah está muerta y se debería haber llevado sus secretos con ella.
Pero si Clay recibió los casetes es porque, de alguna manera, él fue responsable de la muerte de la joven. Y lo que ella grabó en esas cintas puede cambiar la vida de Clay y de todos sus compañeros para siempre.
Reseña
Cuando supe de la existencia de este “conmovedor relato sobre la necesidad de la verdadera amistad”, fue un flechazo inmediato.
Y es que no es una historia común. Verán fantasmas, pero no en el sentido estricto, sino en uno más realista y por lo tanto, más aterrador: Hannah, una adolescente, se ha suicidado, pero eso no le quita protagonismo. De hecho, tendrá toda la atención del relato desde las cintas de cassette en las que ha grabado las trece razones por las que no quiere seguir en este mundo.
Se nos presentara al protagonista de la historia. Clay Jensen quien recibe por correo, sin remitente y en una caja de zapatos, las grabaciones. “Es un juego muy sencillo: primero las escuchas, luego las pasas”. Se escucha en el instante que lo reproduce. Continua con que si no lo pasan se hará público todo, quedando expuestos.
Clay va desentrañando poco a poco los motivos que le llevaron a Hannah al suicidio a través de las trece caras de las cintas. Es un grito desesperado a la amistad, con los penosos resultados de hacer caso a los rumores malintencionados. Con las palabras de la protagonista, poco a poco vamos descubriendo las razones, las trece razones, y cómo los gestos más inofensivos pueden resultar fatales cuando alguien se va acercando lentamente al abismo.
La vida de Hannah, vista desde fuera, no parecía atisbar semejante desenlace. Pero hay que acercarse a su corazón, desde el frío altavoz del radio-cassette, para comprender que el efecto mariposa puede provocar estragos. Ni siquiera es una defensa del suicidio, aunque el libro puede provocar todo tipo de impresiones. ¿Acaso no es ese un objetivo, lícito, crear discrepancias entre los lectores? Jay Asher, desde un estilo rápido y sin ahondar en descripciones, no hace ningún intento de convencer o justificar: eso lo deja en manos del lector, que decidirá por sí mismo si Hannah fue valiente o egoísta, pero no hasta que haya descubierto una por una todas las piezas del puzle que comprenden la fotografía de su suicidio.
Acompañando a Clay en su paseo por la ciudad visitando los lugares claves de la vida de su vieja conocida, la pregunta se repite una y otra vez: ¿por qué ha recibido él las cintas, y qué razón le daría a Hannah para que terminase con su vida? ¿Es justo lo que reprocha a todos los demás? ¿Cómo podrá mirar al rostro de todos los que salen salpicados con tan macabro epitafio?
Por trece razones no es un libro amable. Tampoco se puede decir que se trate de una historia bonita. Es más bien un relato duro, apasionante pero duro, que nos acerca a la mente de quien no quiere seguir viviendo. Hannah no es tan distinta a la gente de la calle: de hecho, cualquiera de sus vivencias podría haberte ocurrido a ti, o conocerás a varias personas que hayan pasado por lo mismo.
Frases
“Eso es lo que pensé. Y me parecía bien. Porque ¿Qué sucedería si te conocía y terminabas siendo tal como decías? ¿Qué sucedería si no fueras la persona que esperaba que fueras?”“Se necesitaron todas la agallas del mundo para mantener viva la conversación. Agallas y dos vasos plásticos de cerveza”“Parecía que podías llegar a conocerme. Que podías entender cualquier cosa que te dijera. Y cuanto más hablábamos, supe el porqué. Nos emocionaban las mismas cosas. Nos preocupaba lo mismo.”
Calificación
5 de 5
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