Pero como ocurre en cada desastre, las víctimas humanas y las económicas no son las únicas que quedan atrás.
A los por lo menos 220 muertos y miles de heridos, se suman los daños al patrimonio histórico de Beirut, y con ello a la memoria histórica y la cultura del país.
De acuerdo al diario británico The Guardian, 640 edificios de valor histórico sufrieron daños por la explosión que dañó más de 8,000 estructuras en toda la ciudad.
Entre estos 640 se encuentran 60 cuyo daño fue tan grave, que están en riesgo de colapso.
El daño se concentra en los barrios de Gemayzeh y Mar Mikhae, cercanos al puerto y donde se concentra la actividad comercial y turística de la ciudad.
También están afectados Achrafieh, donde se localiza el museo Sursock de arte contemporáneo y Mazra’a, sede del Museo Nacional.
La afectación a los daños fue supervisada por el ministerio de Cultura y por la UNESCO, que se comprometió a liderar una campaña internacional para recuperar el patrimonio cultural libanés de la tragedia.
“La UNESCO, en respuesta a la llamada de apoyo de la Dirección General de Antigüedades del Líbano, dirigirá la movilización internacional para la recuperación y reconstrucción de la cultura y el patrimonio de Beirut, a partir de la evaluación de las necesidades técnicas de la Dirección General y del Plan de Acción Internacional para la Cultura en Beirut, que la UNESCO está elaborando actualmente con todos sus asociados en el Líbano y en el extranjero”, dice su comunicado.
Pero reforzar los edificios dañados con prontitud, no es el único riesgo para el patrimonio de Beirut.
Al ubicarse en barrios de intensa actividad comercial, por años los dueños de edificios antiguos han buscado demolerlos para construir edificios más grandes y sacarles más provecho, sin importar su valor histórico.
Es algo similar a lo que ocurre con colonias como la Condesa en México, donde las casonas catalogadas son demolidas sin permisos, y una vez que el daño esta hecho no se obliga a revertirlo.
Si bien hasta ahora Beirut había logrado proteger a estos edificios, algunos de los cuales fueron remodelados como hoteles y cafeterías, el hecho de que ahora estén dañados puede facilitar su desaparición.
Este es uno de los daños que provoca el turismo masivo, que busca la explotación comercial y no la valoración del patrimonio.
De momento, el gobierno ha prohibido la compra-venta de edificios para tratar de evitar que caigan en mano de especuladores.
La recuperación del patrimonio cultural tras una tragedia, es un proceso que toma años, y para muestra está México, que a tres años de los terremotos de 2017, aún tiene pendiente la restauración del patrimonio dañado en los sismos.
La protección de lugares históricos, que dan identidad y memoria a cada lugar del mundo, son uno de los ejes del turismo sostenible.
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