Y llegas a esta noche, entre mates de hierbaluisa, con tus quince años de vida a cuestas a preguntarme ¿para qué sirven los poetas?
Hijo mío, te respondo, los poetas no servimos para nada.
Hay quienes piensan que estamos locos, nada más cerca de la realidad. Es una buena locura esta. Hay quienes piensan que hacemos bolas el lenguaje para marear a la gente con tratados de ilógica intragables, discursos crípticos e irritados que solo sirven para inflamar en agonías aquello que, por naturaleza (dices tú) debiera ser sencillo y práctico. Dices que nosotros lo ponemos todo en hard mode. Así hablan los chicos ahora, como si todo fuese parte de un triste videojuego.
¿Para qué sirven los poetas?
Padre, papá, papi, papuchi, papín… ¿te das cuenta? Cada palabra hace referencia a la misma persona, pero no son iguales, podríamos decir entonces que no se refieren al mismo ser porque quien habla ¾en cada caso ¾ no tiene la misma relación con lo que nombra. Los poetas no servimos para nada porque la poesía no tiene una finalidad utilitaria, no estamos hablando de un martillo, una computadora o un sacacorchos. La poesía es arte y como todo buen arte encuentra desnaturalización en su funcionalismo. Lo que quiero decir en sencillo es que el arte es belleza y la poesía es belleza, no debe servir para nada más que como genuflexión estética.
Pero además, la poesía es magia, ocurren cosas, suceden imágenes durante y luego de la poesía, imágenes que nos llevan a pensar en mundos que no conocemos, en relaciones que no habíamos visto hasta ese momento, la poesía nos transmite emociones que emergen de las sombras del papel para revelarnos una nueva realidad, un nuevo orden de cosas, la poesía vuelve a nombrar el mundo desde la perspectiva del poeta y eso constituye una epifanía personal que dice cosas universales.
Perdóname el lenguaje académico, si lo hay es un error de forma que me gustaría desaparecer de este texto, pero en ocasiones, la academia es necesaria para explicar lo que de otra forma sería un trabalenguas engorroso.
"Es muy común que un buitre me trabaje las entrañas no devorándolas sino más bien amándolas o como desgarrándolas para sacar a luz mis rostros últimos y míralos me dice mira lo que te comes animal me dice el bello buitre". (Gelman)
"Iban oscuros por la solitaria noche", decía Borges cuando explicaba la poesía, haciendo referencia a un verso en latín. Si cambiáramos la frase al lenguaje de diario diría "Iban solitarios por la oscura noche", pero los adjetivos han sido cambiados de lugar de manera premeditada y provocadora para nombrar una circunstancia que el lenguaje lineal es incapaz de nombrar en tan breve tiempo. La mente goza con la inflexión: "Iban oscuros…" porque, ¿cómo se hace para ir oscuro? ¿A qué se refiere aquella oscuridad? De todas formas queda claro que no se está hablando de la falta de luz, sino de una disposición del alma humana en particular. La mente goza con su "…solitaria noche" porque ¿cómo hace una noche para estar sola? ¿Cómo sería una noche acompañada y de quién?
Es evidente que la poesía nos transmite imágenes que no serían posibles de otra manera.
Y la cosa es que a veces estamos oscuros y lo sabemos y lo sentimos y a veces también la noche es solitaria y lo sabemos y lo sufrimos, entonces esa magia de la palabra se convierte en realidad y la realidad en necesidad de ser expresada (ojo, digo que la noche es solitaria, no digo que la noche está sola, felizmente en nuestro glorioso español, si podemos distinguir de un evento pasajero como estar y algo más permanente como ser).
Es allí que se alza la belleza poética. Tenemos la necesidad de expresar emociones encontradas, lugares absurdos, circunstancias extraordinarias, personajes indescifrables, gracias a esto es que Vallejo puede decir que el dolor crece en el mundo a 30 minutos por segundo haciendo referencia a un hiperdolor que se despliega más rápido que la propia luz o que Atxaga haya podido definir la soledad en un metro cuadrado de tristeza.
Poiesis es la voz griega que da origen a la palabra poesía; significa creación, construcción, constitución.
El poeta crea, construye y constituye una realidad que es tan legítima para él como para todos, afirmándola o negándola, pero esta creatura es siempre necesaria.
"A flor de agua y de luz
el arquero del alba
tensa un hilo de luna".
(Dachs)
Somos los que no podemos vivir sin el lenguaje poético, esos son poetas.
Los poetas albergamos en nuestro ser un ente que no se restringe a la gramática o a la semántica, disgustado y decepcionado profundamente de todos los diccionarios entablamos un diálogo abisal con una nueva estructura de la verdad, una verdad siempre en minúsculas que expresa las mayúsculas ausencias de la verdad oficialmente establecida.
Cuando empezaste esta conversación me llamaste papi; eso me gustó, aunque no fuese papín o papuchi; felizmente no fue padre. Probablemente si nuestra relación fuese padre–hijo (en lugar de papi-hijo) yo no sentiría tu amor como lo siento, ni tú tendrías la confianza para preguntarme ¿para qué sirven los poetas?, y me verías de lejos, como a un extraño que no te quiere, como a un capitán que te ordena, te obliga, te juzga y sanciona, como un ser asignado al control de tu correcto crecimiento y nada más.
Qué dulce saber que para ti soy papi, tal vez no lo sabías pero eso es poesía en mis oídos y yo no soy tu capitán, soy tu poeta, inservible y mágico, iluminado por tu beso nocturno en mi mejilla.
Javier Manuel Rivera Martínez
Arequipa - Perú