Suena el despertador a las 05:30 de la mañana. Me froto los ojos, me levanto, me pongo un café solo, bien largo y pienso: "si me cuenta alguien hace cinco años que me iba a despertar un sábado a las cinco y media de la mañana para coger un tren, marcharme a Tudela y bajar desde allí pedaleando, no le habría creído".
Pero así pasó. Toda la semana anterior estuve intranquilo, nervioso por saber si seríamos capaces de hacer tantos kilómetros en una tirada (mi entrenamiento más largo no había pasado de 45 Km). El día de antes de la "bajada" me acerqué a Decathlon para comprar comida energética. Me llevé seis geles de isostar y varias barritas de cereales. Para esta ocasión también me compré, en Amazon, una KamelBak, para llevar un poco más de líquido.
KamelBak de Amazon
La noche anterior tocaba bajar a poner a tono la bici. A hinchar las ruedas, meter el bidón en el congelador, organizar la bolsa con la llanta de repuesto, las herramientas, el cartucho de CO2 y las barritas energéticas y pronto a la cama que el madrugón iba a ser considerable.
Después de sonar el despertador, café, maiotte, culote, reloj gps y a por la bici. Abajo ya estaban esperándome Javi y su suegro, José. Con lo nervios me olvidaba ponerme las zapatillas, pero al sentarme en la bici e intentar anclar las calas me di cuenta del fallo. Subsanado pusimos rumbo a la estación Miraflores.
Aún era de noche. Llegamos en unos cinco minutos. Allí ya nos esperaban Guille y Marco y entonces me di cuenta de que no había cogido el bidón de agua del congelador. Menos mal que Guille, muy previsor, llevaba un par de ellos (además de su KamelBak), y me cedió uno. En la estación la puertas estaban abiertas así que entramos al andén. Subimos las bicis al tren y las dejamos donde el conductor nos indicó. Al llegar el revisor, lo primero que nos dijo es que las bicis ahí no podían estar, que teníamos que ponerlas en otro lado. Me levante y le dije: "ahí no caben". Se cayó y se fue refunfuñando. ¿Cómo pueden vender billetes específicos para subir con bicicleta y no tener un espacio adaptado para ello?. Eso sí, había una máquina de vending de aproximadamente antes de la guerra que ocupaba todo el espacio que podría estar destinado a tal efecto.
Tren regional Zaragoza - Vitoria
Tras parar en varios pueblos, llegamos a Tudela, más o menos una hora después. Foto en la estación y ponemos rumbo al vocal, punto de nacimiento del Canal Imperial de Aragón. Tras rodar por carril bici llegamos a una pista que pueden transitar coches, pero que nosotros solo nos cruzamos con un par de ellos. La ruta a seguir no tiene pérdida hasta pasar una finca de manzanos más o menos para el kilómetro 7 que hay que cruzar una acequia por un sendero, que de no ir fijándote te lo saltas y te obliga a dar un poco de vuelta para llegar al mismo sitio. En el vocal más fotos. Es una paraje muy bonito. Todo verde, muy cuidado. A partir de aquí empieza lo serio.
Nacimiento del Canal Imperial de Aragón
Nacimiento del Canal Imperial
La primera parada la hacemos a los treinta kilómetros más o menos, aprovechando que el sol aún no pega mucho, ponemos un ritmo de unos 18-20 km/h. Este primer tramo se hace ameno. Muchas sombras de árboles a ambos lados del canal y paisaje muy bonito. Vamos comiendo nuestras barritas y geles para no quedarnos sin fuelle.
Cogiendo fuerza en la bajada de Tudela-Zaragoza
A la altura de Pedrola se nos hace "imposible" continuar sin almorzar. José ve un bar como a un minuto de la pista por la que íbamos y claro, tenemos que entrar. El bar se llama Cris y nos trataron fenomenal. Un par de huevos fritos, tres filetes de jamón serrano y unas patatas con su medio litro de cerveza más café por siete euros más o menos.
Almuerzo en bar Cris de Pedrola
Sabedores de que llega lo más duro del trayecto volvemos a pedalear. Ahora el ritmo es un poco más bajo. El sol está ya en lo más alto y calienta bastante por lo que el agua que acabamos de repostar en el bar va cayendo mucho más rápido que los primeros cuarenta kilómetro. En un momento determinado nos toca cruzar el canal y preguntando nos indican que por debajo de un puente llegamos bien a la pista por la que habíamos llegado. Error. No podemos avanzar más y tenemos que volver sobre nuestros pasos y buscamos otra forma de cruzar. En seguida vemos una zona en la que el agua no está muy alta y vemos la pista al otro lado del rió. Cruzamos y nos topamos con una inmensa muralla de piedra que nos acompañará un rato.
Ruta Tudela - Zaragoza
Cruzando el Canal Imperial
Los kilómetros empiezan a pesar. Aunque seguimos aguantando el ritmo, en el último tramo tanto las piernas como el "culete" se empiezan a resentir. Bajamos un poco la velocidad porque toda la parte de Aragón se hace monótona. Rectas interminables y el mismo paisaje continuamente. Las sombras ahora han desaparecido. La una de la tarde y el sol nos castiga sin remedio. El ligero viento que nos empuja en la espalda es el pequeño aliciente que tenemos para continuar.
Al ver el aeropuerto militar, mis piernas parece que se recargan por completo, ya que es la ruta que hago habitualmente para entrenar. Ya conozco todo el recorrido que queda y solo tengo un poco doloridos los dedos gordos de los pies. Dejamos atrás el aeropuerto civil y encaramos la llegada a Zaragoza. La piel se me pone de gallina cuando vemos la fuente del barrio de Valdefierro.
Ruta Tudela - Zaragoza en bicicleta
¡Ya hemos llegado! Lo hemos conseguido. Casi cien kilómetro sin ningún percance digno de reseñar. Todos muy orgullosos de haber podido acabar esta ruta que empieza siendo muy bonita, pero acaba monótona y sin puntos de avituallamiento. Más que recomendable para todos aquellos que quieran rodar muy tranquilos, en llano y casi siempre con viento a favor. La próxima: Orbea Monegros.
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