Inmediatamente, el título del libro quedó archivado en ese concepto un tanto etéreo de "lecturas futuras", en el que cada día tres o cuatro libros entran para nunca salir. Pasaron los años, y no fue hasta el 2010 cuando en un paseo por un centro comercial un libro titulado "El Palestino" llamó mi atención. No había vuelvo a tener noticias de los trabajos de Antonio Salas hasta que las palabras "Por el autor de Diario de un Skin" resucitaron en mi imaginación aquel primer trabajo que nunca leí. Salí del centro comercial con El Palestino en una mano y la bolsa de la compra semanal en la otra. A mitad de lectura empecé a alternar el libro con "Diario de un Skin", remediando de esa forma un error que nunca debí cometer. Al acabar ambas lecturas, devoré en un fin de semana "El año que trafiqué con mujeres" y entonces, no me quedó más que esperar con impaciencia la publicación de "Operación Princesa".
Salas durante su trabajo en Operación Princesa
Antonio Salas es sin duda una figura polémica. Más allá de las previsibles críticas de aquellos que se consideran injustamente perjudicados (a sí mismos, a sus negocios, o a su ideología) por los trabajos de Salas, el periodista siempre levanta polvareda tras cada uno de sus libros. Las fabulaciones y teorías acerca de su identidad (ton-teorías, como las llama el mismo autor) circulan por Internet sin mucho acierto, y son muchos los que argumentan la falsedad de sus libros, manifestando que un solo hombre no puede llegar tan lejos en sus infiltraciones y que precisamente su identidad secreta no es más que una forma de ocultar un montaje destinado a la publicación de libros y documentales sensacionalistas dedicados a perjudicar a determinados grupos. ¿Quién es, en realidad, Antonio Salas? Mi humilde opinión es que es quien dice ser. Un periodista que poco a poco se especializa en temas de investigación y quien conducido por su determinación y su capacidad para llevar su trabajo hasta lo más lejos posible avanza un paso más en cada una de sus publicaciones y eleva en cada una el listón de audacia. Pero creo que la respuesta más adecuada es otra pregunta: ¿A quién le importa su identidad real? Si Antonio Salas es un solo periodista o el líder de un grupo de periodistas, si es policía o espía del CNI, que más da? No cambia lo esencial, que es el fruto de su trabajo en forma de libros. Algún día, el cansancio, los motivos familiares, o simplemente la imposibilidad de mantener oculta su identidad para siempre forzarán a Antonio a quitarse el pasamontañas. O tal vez no, simplemente ese día deje de realizar el trabajo operativo para dedicarse a planificar el que harán terceros. Nadie sabe cuando llegará el día en que se conozca su identidad, ni tan siquiera si ese día llegará. Desde luego, si llega serán muchos (entre los que por supuesto me incluyo) los que le recibirán con admiración (por mucho que, como me consta, a él le disguste dicha palabra).
No son pocas tampoco las críticas que recibe el trabajo de Salas argumentando como citábamos hace unas líneas que una persona no puede llegar al nivel de infiltración al que el periodista llega. En absoluto es así, es completamente falso. Precisamente una persona que trabaje sola y de la manera en que Antonio Salas lo hace puede llegar hasta donde él llega. ¿Por qué? En Detectives Garbo consideramos los trabajos de Salas como el idóneo ejemplo de cómo se desarrolla una infiltración en condiciones. En primer lugar, Antonio Salas trabaja solo: Los policías que realizan trabajos similares se deben a las órdenes de sus superiores y a las directrices políticas del responsable de turno, que no siempre coinciden en con el objetivo operativo de la infiltración. Los detectives privados nos debemos a un cliente que tiene un interés claro y concreto y un presupuesto, y debemos atenernos a ello. Y los periodistas más convencionales se deben a un grupo
editorial, que a su vez se debe a su público y a su balance de resultados. Pero Salas trabaja solo para sus lectores, y los beneficios de cada publicación financian la siguiente. Es, por tanto, la única persona que decide que camino toma su trabajo y cuanto dura, sin mayor limitación que la propia financiación. Y este es el segundo punto que hace posible el trabajo de Salas: disponer de tanto tiempo como precise. No existen presiones de grupos editoriales, clientes, o superiores (no al menos al mismo nivel que a los profesionales anteriormente citados). Los detectives privados conocemos bien lo desconfiados que resultan aquellos que puedan ser de interés policial o de cualquier tipo de investigador, y que recelan de cualquier desconocido que pueda empezar a relacionarse con su entorno y ell tiempo, desde luego, es un factor imprescindible para romper tales barreras. No el único, por supuesto, pero si completamente necesario. Como ya sabrán los lectores de Salas, en El Palestino acaba convirtiéndose en webmaster del Chacal, histórico terrorista encarcelado en la actualidad en París. Pero dicha relación empieza cuando después de mucho tiempo y contactos, Antonio (o mejor dicho, su alter ego Muhammad Abdallah) ya ha convencido a propios y extraños de su implicación en la causa armada.
Nos falta, sin embargo, el elemento fundamental en toda infiltración. No puede obviarse la ayuda que suponen los métodos logísticos y materiales y disponer del tiempo necesario para el trabajo, pero una infiltración bien realizada supone perpetrar un "engaño" hasta su forma más elevada. Un infiltrado no puede serlo solo en parte, o solo de 9h a 17h: supone un cambio vital. Un cambio de aspecto, de costumbres, de gustos, de vida, de residencia, de todo. Supone dejar de ser una persona y convertirse en otra, y aceptar como propios los predicamentos de su alter ego. Se trata de una operación muy compleja y que afectará inevitablemente la estabilidad emocional de una persona, quien se verá obligada a comportarse y actuar como quien no es. Y siempre habrá unos límites, una línea roja que uno no quiere o no puede pasar. Pero es en ese equilibrio entre lo que uno no puede dejar de ser y lo que se supone que tiene que ser donde uno demuestra su validez para esta labor. Salas no se infiltra en un gremio particular cuando inicia un trabajo: Salas se convierte. Cambia su estética, su lugar de residencia, su entorno, asume las costumbres de su nueva identidad como propia hasta hacerlas instintivas. Cuando crea una identidad, no aparece de la nada en su nuevo entorno: lo estudia, construye un personaje ficticio mostrando una completa y totalmente recomendable obsesión por el detalle, y finalmente, asume esa identidad con todas sus complejidades, pensamientos y manías. Y esa obsesión, con seguridad, es la que le habrá salvado la vida en más de una ocasión. Una sola duda, un solo gesto equivocado y se abre una brecha en la confianza que tanto ha costado ganarse. Y esa pequeña sospecha, esa pequeña sombra de duda, puede suponer un disgusto mortal a la larga.
Pocos meses atrás, apareció publicado el último libro de Antonio Salas, Operación Princesa. Publicado en esta ocasión como una novela gracias a la "sensatez" de nuestros tribunales que prohibieron la utilización de cámara oculta para periodistas de investigación (Sentencia que nos servirá para la apertura de un debate en el blog), Salas continúa con la línea de investigación abierta en El año que trafiqué con mujeres, situándonos en un prostíbulo de las afueras de Lugo y analizando toda la relación existente entre narcotraficantes, tratantes de blancas, y corrupción política. A lo largo de más de setecientas páginas el autor describe las aventuras de una joven colombiana presa de una organización de tráfico de personas, quién utilizará sus armas (que básicamente se reducen a su valentía y a su inteligencia) para hacer frente a la situación que le ha tocado vivir. Paralelamente, una guardia civil investiga el asesinato de una prostituta nigeriana en Madrid y un ángel del infierno con antecedentes por tráfico de armas trabaja como correo para el líder europeo de la organización.
Pero Operación Princesa no es solo una novela. Es la forma de redacción escogida por Salas para la publicación de su libro, habida cuenta de que tras la sentencia del Tribunal Constitucional contra la utilización de cámaras ocultas por parte de periodistas, determinadas afirmaciones realizadas en la obra podrían dar lugar a querellas si se publicaban de forma directa y con nombres y apellidos. Quien desee profundizar en el trabajo de Salas, solo tiene que navegar por las hemerotecas de los periódicos digitales y descubrir nombres como Operación Carioca y Operación Casablanca.
En la actualidad, Salas se encuentra inmerso en otra investigación. Cual será su aspecto en este momento, su lugar de residencia, o cual será la identidad adoptada será algo que solo el mismo conozca. Sea cual sea, esperaremos su próximo trabajo con impaciencia y las mejores expectativas. De momento, quiero aprovechar la oportunidad de escribir estas líneas para enviar un afectuoso saludo y un abrazo a Antonio, estés donde estés y seas quien seas a día de hoy. No me cabe la menor duda de que leerá estas palabras?