Es un mercado con una construcción que recuerda la fábrica de galletas.
Hay pinturas que recuerdan el pasado galletil del lugar y todo el conjunto tiene un aire industrial muy interesante.
Un detalle curioso es que la fábrica de galletas estaba situada en la zona de los mataderos, así tenían cerca la manteca de cerdo. ¡Muy práctico!
Desde Chelsea Market cogimos el High Line, una antigua línea de tren que se ha reconvertido en un parque elevado.
Es un paseo rodeado de flores, árboles, esculturas y desde donde se pueden ver las calles de Nueva York desde arriba
Y al final de High Line llegamos al Vessel, una obra de arte convertida en atracción turística, una estructura de metal cromado formado por un entramado de escaleras sin fin interconectadas.Cuando nosotros fuimos, verano 2019, se podía acceder y subir y bajar las escaleras, actualmente está prohibido el acceso.
Toda esta zona es nueva con un centro comercial donde encontramos el Mercado Little Spain del chef José Andrés, ¡una maravilla! Un mercado con puestos de comida española con un diseño exquisito.
Podéis encontrar churros, porras, gazpacho, paella, bocadillos de jamón y queso, helados al corte, cocas... Todo typical spanish!
El sitio es fantástico y te sientes orgulloso de ver como se vende así de bien nuestra gastronomía en Nueva York.
Un detalle, el precio muy neoyorquino, todo muy caro.
Por la tarde nos dedicamos a recorrer Central Park, ¡una de las cosas más bonitas de Nueva York!, sentarse en el parque, viendo jugar a béisbol con los rascacielos de fondo, ¡es brutal! Un oasis dentro del ruido de la gran manzana.
En invierno hay una pista de hielo y en verano atracciones.
Nosotros recorrimos la mitad del parque, la parte sur, te encuentras lagos con barquitos, una lechería,
la famosa fuente,
y el mirador y escaleras que hemos visto en tantas películas!
Es lo que tiene Nueva York, poder estar en los sitios que has visto tantas veces a través de la pantalla.
Un paseo increíble, un oasis dentro del bulllicio de la ciudad.