Si en Inside Llewyn Davisel personaje de Oscar Isaac definía una canción folk como aquella que "nunca ha sido nueva y nunca envejece", tal vez una canción disco, género que abunda en The Martian, pueda ser definida como aquella que "ha sido muy nueva y envejece muy deprisa". El cine de Ridley Scott, director de la cinta, pese a contar con elementos perennes como Alien o Gladiator, peca habitualmente de eso: una rabiosa voluntad de impactar y entretener cueste lo que cueste, manteniendo ese recuerdo tan sólo hasta su próximo éxito.
The Martian (porque Marte o El Marciano suenan directamente peor) presenta la historia del astronauta Mark Watney, botánico de la tercera misión tripulada a Marte acontecida en un futuro relativamente cercano. Tras una tormenta en el planeta rojo, es accidentalmente abandonado a su suerte. Allí deberá, por un lado, sobrevivir hasta que alguien pueda acudir en su rescate y por otro, ofrecerle a Matt Damon el papel protagonista que buscaba desde El ultimátum de Bourne y tras haberse equivocado con Elysium.
Damon personifica aquí, al igual que otros antes como Tom Hanks en Naúfrago o Sandra Bullock en Gravity, el poder de la voluntad humana frente a la adversidad. Pero al contrario que en los casos mencionados, la película rehúsa depositar demasiado peso en eventualidades que ayuden al protagonista, para crear hacia la segunda mitad de la cinta un segundo frente o mensaje y convertirse en todo un alegato de la enorme capacidad de reacción global de nuestra raza cuando esta se precisa.
Entretenida como pocas, con grandes dosis de humor de calidad, el trabajo de Ridley Scott en The Martian alcanza sus mejores niveles cuando lleva al espectador desde la alegría absoluta, con esos momentos feel good repletos de las mencionadas canciones disco o de la sonrisa de Damon al ver sus plantas crecer; a lugares de completa desesperación, cuando todo se va al traste por un accidente inesperado. Es cierto que roza lo almibarado cuando se preocupa por una corrección política que le ofrezca la calificación que necesita para triunfar en taquilla, pero también es cierto que es emocionante, convence al espectador y muestra, con poderosos efectos especiales y potente fotografía, un fabuloso Marte digital al que nunca le sentó tan bien Abba o David Bowie. Puede que envejezca muy deprisa, pero bailaré hasta que me canse al ritmo de Scott y The Martian.
En una frase: te deja sin respiración y te pone a bailar al mismo tiempo.