Nos levantamos sobre las 10 de la mañana y me preparé la maleta pensando cuanto antes mejor. Nadie sabe lo que se puede tardar en volver a cerrar una minúscula maleta de 10 kg y por supuesto controlando el peso. Pero realmente no adelanté nada de tiempo. Como soy tan cafetera, al salir a la calle me compré para desayunar un café de vainilla para llevar de esos que tan de moda están allí. Era de Costa; los que han visitado Londres sabrán lo que es y aun así aquí en España también hay. Bien, pues en la vida he probado un café tan sumamente asqueroso, hasta el punto que lo tuve que tirar, y eso que no he dicho el precio: 3 £.
Era nuestro último día y no teníamos fuerzas para seguir viendo cosas, pero al menos no estaba lloviendo así que nos fuimos a ver el mercado de Portobello. Al llegar a Notting Hill nos encontramos con que no había ni mercadillo ni nah de nah. Listos de nosotros que ni siquiera miramos el día del Portobello Market, aunque al menos paseamos por la zona. Era un barrio tranquilo y las casitas típicas británicas de colores o de puerta roja y escaleras al entrar se repetían, aunque a mi me gustó bastante más Chelsea. Me pareció un barrio con más clase y cuidado, mientras que en Notting Hill las casas parecían un pelín mas descuidadas y antiguas (aunque solo un pelín). Si tienes que elegir entre uno y otro yo me quedo con Chelsea. A lo mejor en mi experiencia también influyó el cansancio acumulado de 4 días caminando kilómetros y kilómetros.
Una calle de Notting Hill
Portobello Road
Como no había mercadillo volvimos a Kensington Gardens, que nos venía de paso para ir al Museo de Historia Natural y Harrods. Llegamos a Kensington Palace, el antiguo palacio real que le fue comiendo terreno con sus jardines a Hyde Park. El día estaba nublado pero aun así me gustaron más que Hyde Park, y esta vez no fue porque los aborreciésemos de cruzarlo de un lado a otro. Hyde Park es como una explanada gigante donde reina el manto verde de hierba y tiene un lago enorme, pero Kensington es como mas recogido, mas íntimo. Para gustos los colores, porque al fin y al cabo los jardines más famosos son los de Hyde Park.
Aprovechamos para sentarnos a descansar y dar de comer a las ardillas, los patos y los palomos. Al principio hace hasta gracia ver como los animales acuden a ti en cuanto te sientas para que les des de comer, pero como acabes dándoles tus galletas u otra comida (como nosotros hicimos) que no te extrañe que te rodeen y te acosen para que los alimentes a TODOS. Desde luego que si vas con niños se lo pasarán pipa entre tanto pato y ardilla... digo yo.
Kensington Palace
Kensington Gardens
Una vez repuestos de fuerza seguimos caminando hasta llegar al Museo de Historia Natural. El edificio por fuera verás que es precioso y por dentro no decepciona. Te recibe un esqueleto a tamaño real de un diplodocus que me decepcionó al saber que se trataba de una réplica. Pero tranquil@, verás cráneos y otros huesos de dinosaurios originales aunque no estén expuestos de forma tan espectacular y una réplica de un tiranosaurio rex. Como ves, las colecciones de restos de dinosaurios son unas de las más famosas de este museo. Otra de las partes que me gustó bastante fue la de los especímenes expuestos en formol. Hay unas pequeñas ventanas por las que se ve el laboratorio y los bichos embalsamados de su interior aun son mas grandes y asquerosos! con decirte que tienen un calamar gigante de 8 metros tal cual y sin diseccionar.. pero estos ejemplares son tan rarísimos que no los exponen.
South Kensington
Museo de Historia Natural
También es famosa la exposición de grandes mamíferos. Son todo tipo de animales disecados: desde leones, jirafas, lobos y hasta osos polares y renos. Esta parte me gustó menos ya que los animales de los zoos están vivos, y los que no, siempre es mas bonito verlos en su hábitat aunque sea por la tele no?
Hartos de museos nos fuimos a Harrods. Me quedé sin verlo por la noche iluminado pero estaba tan cansada que ya me daba igual. Solo iba porque mi madre me pidió que le comprase la típica bolsa de allí y mi intención era volverme, pero fue una grandísima sorpresa.
Me quedaría corta si digo que el centro comercial por dentro es precioso. Nunca me hubiese imaginado nada así, que sin necesidad de grandes pasillos o grandes tiendas fuese tan brillantemente lujoso. Aunque yo era un pegote puesta de zapatillas y equipada con mi réflex, si viviera allí habría pasado más de una tarde de sábado puesta con mis mejores galas paseando entre tanto perfume y zapatos de infarto, aunque no vaya a comprar nada, claro está. El cansancio me desapareció por completo y como mujer que soy solo tenía ganas de recorrer cada pasillo y cada planta pero a Dario la idea no le hacía ninguna gracia, por eso tardamos poco en irnos. No me dio pena ya que estoy convencida que volveré con mi madre y esa vez será para quedarnos! quiero decir, para recorrer TODO.
Harrods
De vuelta a casa de Dario paramos a comer en un McDonals y nos fuimos a su piso a descansar. Nos quedaba una tarde por delante en la que podría haberme hecho tranquilamente la maleta me la había dejado preparada. Como no teníamos ganas de salir por la tarde lo único que hicimos fue dar un pequeño paseo por Paddington y por fin nos tomamos una hermosa pinta Black Guinnes Beer por 4 £ en un típico pub inglés de madera. ¡Estaba muy buena!
Y llegó el final de mi viaje. Londres me causó diferentes sensaciones. Al principio y con las pilas cargadas me decepcionó y conforme me iba aumentando el dolor de piernas y el cansancio, me iba gustando más ¿no tendría que ser al contrario? tal vez fuese culpa de la lluvia de los primeros días... cómo la odio, y también odio a la gente que le gusta! no sabes que realmente la odias hasta que visitas Londres y cae un chaparrón, entonces verás!
Por fin llegamos a Victoria Bus Station tras casi una hora de camino a pie. Eran las doce de la noche y todo estaba cerrado, aun así en la estación había mucha gente. Éramos muchos los que íbamos a coger el bus hasta el aeropuerto y tuve suerte porque nada más llegar no tuve ni que esperar 10 minutos para irme. Me despedí de Dario y subí al bus.
Victoria
Toda la gente dormía pero yo era incapaz porque quería ver Londres por última vez y también la periferia, tampoco quería quedarme dormida y no enterarme al llegar al aeropuerto. No tuve suerte y no vi iluminado el Big Ben, pero sí la City, la parte de los rascacielos que me hizo transportarme a una ciudad futurista. Es chulísimo!
Tras una hora y media de trayecto que no se me hizo nada pesado, llegamos al pequeño aeropuerto de Stansted. Estaba lleno de gente durmiendo y era difícil pillar un buen sitio, ni en el suelo. ¿Cómo pueden dormir tan tranquilos? ¿y si se les pasa la hora? además si es incomodísimo!
Mi vuelo salía a las 6 de la mañana así que me esperaba una larga noche allí. Estuve viendo las fotos y después pasé hasta las tiendas que estaban cerradas, pero al menos había mas luz y la gente ya no dormía. En cuanto abrieron el Burguer King me comí una buena hamburguesa y en nada informaron de la puerta de embarque. Unos rezos antes de volar con Ryanair y camino a España.
El vuelo fue lo peor. Si buscas en Wikipedia la definición de incómodo te salen las butacas de Ryanair así que dormir fue imposible. Solo eché una cabezada de 10 minutos y casi me quedo sin cuello. Tampoco llevaba hora ni podía mirar por la ventanilla para distraerme ¡fue eterno! y tras una noche en vela empezaba a sentir que si no dormía acabaría mal, pero no lo podía evitar.
Por fin llegué a Alicante y me faltó llorar de la emoción! me quedaba un rato para dormir pero al menos ya salí de aquella lata infernal!! y en las llegadas me esperaba Mario. Aquí terminó mi viaje y pronto repetiremos, pero esta vez todo mucho mas calmado y por supuesto con la compañía de Mario. ^^
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