Lo primero que quiero comentar es que ha sido un placer viajar con las niñas. Ver cómo disfrutan, cómo descubren y aprenden, sienten curiosidad y van entendiendo el mundo que las rodea, especialmente la mayor, que en unos meses cumplirá seis años. Nos gusta ver cómo va acumulando memorias y experiencias de las cosas que vamos haciendo. Y aunque la pequeña todavía no está en esa fase, lo hemos disfrutado igualmente, porque se hacen compañía y se enriquecen mutuamente.
Valoraciones personales aparte, quiero compartir algunos detalles del viaje porque es francamente recomendable y creo que vale la pena hacer una pequeña agenda de lo que podéis disfrutar si algún día visitáis la zona. En su día hicimos una pequeña introducción sobre los Cotswolds, con las notas que íbamos tomando del viaje que haríamos después, pero ahora se trata de haceros una propuesta sobre el terreno. Aquí va lo imprescindible, el resto os recomiendo que lo descubráis vosotros mismos.
Los Cotswolds es una región inglesa calificada de “belleza natural sobresaliente”. Es lo que podemos considerar una zona de campo o de campiña. Se trata de pequeños pueblos cuya base económica fundamental era agrícola y ganadera, hasta que hace unas décadas empezó a destacar como destino turístico y residencial, trasladando su actividad hacia los servicios.
Para que nos entendamos, básicamente son pueblos preciosos entre colinas, bosques y jardines espectaculares. El ambiente es muy tranquilo, cargado de elementos muy característicos de la tradición inglesa. Para ir con niños es fantástico, porque aporta contacto con la naturaleza, adaptación a otra cultura, aprendizaje y diversión.
Qué ver en los Cotswolds
LOS PUEBLOS
De todos los pueblos y pueblitos que se extienden por la zona (¡no los hemos conocido todos, más quisiéramos!) recomendamos tres, que son a su vez los más conocidos.
Bourton on the Water es el corazón de los Cotswolds. Está justo en el centro y representa muy bien el pueblo típico de la zona, con sus casitas de piedra, con sus tejados a dos aguas, sus flores y sus jardines. La calle central, paralela al río, acoge un precioso parque desde el que cruzan los puentes hacia las terracitas de los restaurantes. A todos los niños se les antoja mojarse los pies en el río (¡con un agua helada, por cierto!). Dispone de varias atracciones de pago (un pequeño museo del motor, una pequeña reserva de flamencos y pingüinos, etc.), de las que nosotros elegimos únicamente la ciudad en miniatura, o Model Village. Una preciosidad, realizada a escala con la misma piedra que las casas de la zona.
Chipping Campden es como la estrella de la zona. Con casas espectaculares y preciosas villas, es como la joyita de la corona, con restaurantes de lujo y algunos establecimientos destacados de decoración, diseño y arte (aunque en su mayoría son pequeños showrooms y/o se han trasladado a zonas más comerciales). Merece la pena el paseo, deslumbrarse con las fachadas, y si se puede, cotillear por alguna ventana (yo me encontré con un comedor maravilloso que no me quito de la cabeza, ¡qué preciosidad!). Por supuesto, tomarse el té con un dulce en el jardín del Badger’s Hall, toda una experiencia.
Burford es un pequeño pueblo en cuesta cuyo origen se remonta a un antiguo mercado medieval. De hecho, es curioso que siga siendo el pueblo en el que se conserva una mayor actividad comercial. La calle principal, High Street, está flanqueada por comercios y restaurantes con encanto, perfecto para pasear curioseando en los locales y después almorzar o cenar. Nosotros elegimos el Highway Inn y fue un acierto. Comida típica inglesa pero actualizada. Muy sabrosa, con menú para niños y un trato excelente. Casi todos los restaurante pertenecen a “Inn”s o posadas, así que ofrecen además alojamiento. (Por cierto, para compras existe en las afueras una zona comercial destinada a la decoración y el interiorismo: antigüedades, telas, materiales, etc.).
LAS CIUDADES
Como ya os he dicho, los Cotswolds abarca la región que se extiende desde Stratford upon Avon a Bath, y de Gloucester a Oxford. Nosotros llegamos a visitar tres de estas pequeñas ciudades, pero no nos dio tiempo de ir a Bath. Lástima, porque creo que vale mucho la pena.
Gloucester es la ciudad que está más al oeste. El canal que la une con el río Severn fue durante siglos una importante fuente de ingresos para la ciudad. Ahora, ha reducido esta actividad como punto de transporte de mercancías, pero sigue siendo una ciudad muy dinámica. El antiguo muelle de almacenes y embarcaderos se ha transformado en una zona comercial y turística, bastante interesante. Existe un gran outlet de tiendas de marca, zona de terrazas y restaurantes y un museo marítimo. Además, es imprescindible visitar la imponente catedral gótica.
Stratford upon Avon sigue siendo un gran punto de encuentro turístico y comercial. La cuna de Shakespeare es además un buen ejemplo de las casas de estilo Tudor, algunas conservadas desde hace siglos, otras renovadas, pero todas muy características por sus estructuras de madera rellenas de mampostería de caliza, yeso u otros materiales. El río Avon es un importante catalizador del turismo familiar en la zona, pero además está el teatro de la Royal Shakespeare Company. Se pueden visitar todas las casas relacionadas con la vida de Shakespeare, en las que él o muchos de sus familiares habitaron, pero no os podemos hacer ninguna valoración al respecto porque nosotros lo descartamos.
Oxford es la ciudad en la que arrancan los Cotswolds, si venimos desde Londres. Todos la conocéis, el paradigma de ciudad universitaria. Lo cierto es que el centro histórico, con sus college, sus residencias y sus edificios académicos es una auténtica maravilla. Es admirable ver cómo son capaces de integrar tradición y modernidad en todo el concepto de la ciudad. Pasear por los edificios académicos es soñar con ser universitario en esta ciudad, donde la bici es un medio de transporte imprescindible. Supuestamente se pueden visitar algunos college por dentro, pero yo sólo vi carteles de “No se permiten visitas”. Por cierto, merece la pena ir al mercado y comprar una de las famosas galletas de Ben’s Cookies, ¡deliciosas!
En la próxima crónica el viaje os hablaré de los planes con los niños, las casas y palacios que visitamos y el alojamiento.
Fotos: Ebom. Todas las imágenes han sido obtenidas con el móvil. Podéis ver estas y otras fotos en nuestra cuenta de Instagram, Ebomonline.
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