Hay ocasiones en las que las circunstancias te llevan a conocer sitios que te sorprenden. Es como una carambola, como un “estoy de paso” y te llevas un acierto. Y no sólo eso, sino que piensas que te encantaría regresar de nuevo pero sin ninguna excusa más.
Pensar en el regreso en coche hasta casa, al día siguiente de la preciosa boda de mi amiga Leticia con Pablo en Jaén, nos daba cierta pereza. Así que busqué una parada a medio camino: Almagro, en el Campo de Calatrava. Y vaya que si acertamos. Os cuento mi crónica de intensas 24 horas en una localidad con solera, cuidada, teatral y sobre todo especial.
Resuena la palabra “Almagro” y nos viene a la cabeza el Corral de Comedias que sigue con intensa vida desde los inicios del S. XVII. Nada más llegar dimos un paseo por la plaza mayor que es impresionante de bonita y en la puerta una señora entraba apresurada: “Es que tenemos ahora el último ensayo”. La suerte en forma de teatro se cruzó en nuestro camino manchego y pudimos ver la obra “Bodas de sangre” de Federico García Lorca representada por la compañía “El Taular” que es de allí. Un lujo. El lugar abierto al cielo, viendo las estrellas de una noche de verano, unos actores entregados, un entorno increíble y sobre todo, único. Recuerdo que le envié un whats upp, al salir de la función, a mi querida profesora de Lengua y Literatura que tanto nos habló de este enclave en sus clases en el colegio.
Antes picamos algo en la plaza mayor en la terraza de “El gordo” los platos típicos manchegos. Nos encantó el pisto que me recordaba mucho al que hacía mi abuela Remedios con los productos navarros del pueblo.
Al día siguiente conocimos Almagro con su vida de la mañana. En la plaza mayor hay una cestería preciosa, de las que ya no se ven. Y muy cerca está una tienda de alimentación manchega que tienen unos productos muy ricos y que como no, algunos nos llevamos a casa, era inevitable… Se llama Almagro Oro Siglo XVII. Y nos atendieron genial. Seguimos con el plan que era andar por las calles que están impecables y pararte a ver las casas que tienen sabor, solera y son preciosas.
El Parador de Almagro es de revista. Creo que es el ejemplo de cómo tener hoy en día un lugar con tanta historia, tan cuidado y tan bonito. El color de las maderas, los muebles antiguos bien situados, los rincones del jardín, las telas… Con las fotos comprenderéis lo que os quiero transmitir. Atentos a su web porque suelen hacer promociones y actividades.
Y para acabar la escapada manchega era inevitable parar a ver los míticos molinos de Campo de Criptana. Aquellos en los que Don Quijote de la Mancha se enfrentó a los “Gigantes”. Son todo un icono mundial de aquella aventura épica. Nos venía a la cabeza la canción “Lucha de gigantes” de Nacho Vega. Bueno, yo la iba cantando de camino en el coche al verlos desde lejos… Y como despedida recomiendo el restaurante “Las musas” que está allí mismo. Platos sencillos, con sabor de la tierra y bien elaborados. Nos quedamos con ganas de ir a conocer el parque nacional de Las Tablas de Daimiel que tiene un impresionante humedal manchego y que está muy bien preparado para visitarlo. Organizan rutas en 4×4 y muchos planes más. Otra vez será, lo dejamos para otra bonita ocasión. Insisto: Tenemos un país impresionante y es un lujo conocerlo. Gracias por acompañarme.
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