Otra particularidad de la luna es su órbita. De acuerdo con los cálculos de algunos científicos, la Luna tiene una órbita más cercana de la que debería, si tenemos en cuenta su velocidad y su masa. Para resolver este problema normalmente se asume que las regiones interiores de la luna son menos densas que la superficie rocosa… y fue inevitable que en algún momento surgiera la pregunta: ¿y si la luna fuera hueca?
Son varias las pruebas que parecieran indicar algo así. Cuando los meteoritos chocan con la luna, se genera una especie de resonancia que se detectó cuando el aterrizaje del Apolo, aquel 20 de noviembre de 1969. Oficialmente se afirma que se trata de un fenómeno natural, pero en 1970 dos científicos rusos, miembros de la Academia Soviética de Ciencias, propusieron una teoría bastante revolucionaria: que la Luna es en realidad una nave espacial gigante que se construyó en otro lugar y luego se puso en la órbita terrestre.
De acuerdo con la teoría de estos dos científicos (llamada desde entonces “Teoría de la Luna – Nave Espacial” o “Teoría Vasin-Shcherbakov”) la luna habría sido creada por una raza con una tecnología infinitamente superior a la nuestra que habría vaciado su interior de roca usando las propias propiedades volcánicas del cuerpo. A partir de este momento los alienígenas habrían construido una base en el interior, capaz de resistir la gravedad del sistema, y, por razones desconocidas, la habrían puesto en la órbita terrestre.
Dentro de las pruebas que validan esta teoría se encuentran: las características de los cráteres, que para los investigadores no son lo suficientemente profundos (en algunos casos, incluso son convexos): los cráteres pequeños son más profundos conforme aumentan de tamaño, pero la progresión se detiene y los cráteres más grandes no son profundos. Así mismo, muchas rocas en la superficie lunar son más antiguas que las rocas más antiguas terrestres, algo que parece no tener sentido si asumimos que ambos cuerpos provienen del mismo origen. Puntualmente, algunas rocas lunares parecen tener 5600 millones de años de antigüedad, cuando se supone que la tierra apenas tiene 4300.
De acuerdo con la teoría, la Luna tendría una superficie rocosa, con rastros de metales pesados y una dureza progresivamente mayor hasta unos 20 kilómetros de profundidad (lo que explicaría que los cráteres más grandes no fueran profundos). Más allá de este punto, habría un interior climatizado que seguramente contendría una atmósfera y donde habitarían las criaturas.
Para terminar, algunos cráteres lunares parecen haber sido generados por actividad volcánica… pero la luna no tiene un núcleo de magma y no se conoce actividad volcánica en su superficie. Así mismo, es el único satélite en presentar una órbita casi perfectamente circular tan precisa que es capaz de ocultar todo el sol en la superficie terrestre. Estas son coincidencias importantes, si la luna en verdad se creó tras el impacto de un cuerpo gigante. Y no olvidemos el llamado Fenómeno Lunar Transistorio.
¿Podría ser la luna un satélite extraterrestre?