Es un parque público, situado en la zona este de Madrid, un rincón de la capital poco frecuentado, ideal para desconectar, que alberga cerca de 8.000 árboles, entre pinos, cipreses, olivos y sobre todo almendros, repartidos en diversas zonas y que han dado fama a la finca.
En el mes de marzo, cuando la vegetación brota con energía para salir del invierno y los rayos de sol se hacen más intensos y luminosos, los almendros abren sus delicadas flores, ofreciendo una imagen de gran belleza natural, y con su precoz floración nos anuncian la primavera.
El origen de este parque considerado Parque Histórico y Bien de interés cultural, se remonta al año 1920, cuando el conde de Torre Arias se lo regala al arquitecto alicantino César Cort Bortí y éste lo convirtió en un jardín de estilo mediterráneo, en homenaje a su tierra.
Cuando muere, sus herederos llegan a un acuerdo con el Ayuntamiento y pasa a ser de uso público en 1982.
Es un parque tranquilo, que no está masificado, un remanso de paz, donde las parejas pasean o se sientan en los bancos con cara de enamorados, otros aprovechan para hacer deporte, los perros corretean por el césped, y los niños juegan en las zonas infantiles.
Durante el recorrido nos vamos a encontrar senderos, grutas, fuentes, estanques, un túnel, un lago, una columna jónica, un palacete y la Casa del Reloj. Pequeñas sorpresas para ir descubriendo sin prisas.
Otro atractivo son los dos molinos traídos de Estados Unidos que dan nombre al parque. Utilizados para extraer el agua de pozos subterráneos y regar el terreno, sus estructuras metálicas de color rojizo contrastan con la verde vegetación. El Molino de la Casa del Reloj y el Molino de la Rosaleda de Palacio, siguen moviendo sus aspas con el viento y su ruido metálico rompe el silencio del lugar.
Durante los fines de semana del mes de marzo se hacen visitas guiadas gratuitas. El recorrido te llevará una hora y media, los almendros están en plena floración, no te olvides la cámara de fotos, es todo un espectáculo.