No puedo evitarlo, me siento confusa. Tengo una opinión completamente opuesta a la que defiende la plataforma HazteOir.org con su autobús color naranja. Pero por otro lado no puedo evitar repetirme: Patri, ¿y qué hay de la libertad de expresión?
Cuando lo vi no tardé en firmar en change.org para que este autobús no circule por nuestras calles. ¡Qué horror!, pensé, ¡cuánto odio! ¡qué retrogrado!
Pero ahora, con el agua ya un poco más en calma, me he parado a reflexionar al respecto y me encuentro en una encrucijada de la que espero me ayudéis a salir.
En nuestra sociedad, por ejemplo, es muy frecuente hacer burla de la fe católica. Mismamente en los carnavales de Canarias algunas draq queen han teatralizado la crucifixión de Jesucristo convirtiéndola en un show.
Esto no nos escandaliza, probablemente porque o no nos lo tomamos muy en serio o porque no somos fervientes creyentes o ni siquiera creyentes. Pero, ¿qué hay de los que sí lo son?
Si yo creo en la libertad de expresión, ¿sería coherente prohibir que circule un autobús promocionando una ideología o mentalidad con la que yo no comulgo?
¿Creo entonces realmente en la libertad de expresión?
La única conclusión a la que he llegado es que cada vez estoy más cerca de la idea de que “mi libertad termina donde empieza la de los demás”.
Para más inri, he llegado a la conclusión de que efectivamente esta plataforma ha conseguido lo que su propio nombre indica: hacerse oír. Y no lo ha hecho con un mísero bus, lo ha hecho gracias a todos los que nos hemos llevado las manos a la cabeza.
Entonces, decirme, ¿qué debemos hacer? ¿Qué es lo correcto? Ahora pienso que a veces no hacer nada es hacer mucho. ¿Alguna vez habéis oído eso de "a palabras necias oídos sordos"?
Pues eso.
Si te ha gustado "fisgonear" puedes seguirnos a través de nuestras redes sociales: Facebook