Por la noche las horas pasaban muy despacio. Todavía no se cómo conseguí acomodarme para dormir en el coche y cada vez que me despertaba esperaba que fuese una buena hora para empezar el día, hasta que a las 6 de la mañana no aguanté más. Era muy pronto pero ya estaba amaneciendo y entraba la luz del sol.
Quería ver cómo era ese lugar que a penas vimos al llegar la noche anterior y de paso aprovechar para ir "al baño". Salí del coche y todo era silencio excepto el cantar de los pájaros. Estábamos aparcados en una pequeña urbanización muy cerca de la playa, en la cala Portinatx, la más alejada de la isla de la ciudad de Ibiza y rodeados de pinos y monte, era súper bonita!!
Cuando volví "del baño" Mario ya estaba despierto así que recogimos nuestro coche de acampada y bajamos a ver la playa y buscar un sitio donde desayunar y asearnos un poco pero ¿quién nos iba a abrir el bar a las 6:30 de la mañana?
No te molestes Mario, está cerrado!
Amanecer en cala Portinatx
Estaba todo cerrado así que nos quedamos haciendo tiempo mientras contemplábamos el agua; nunca la habíamos visto tan transparente. Viendo que no habían indicios de que fueran a abrir hasta más tarde decidimos salir de aquella pequeña urbanización e irnos a San Juan, el pueblo de interior más cercano a la cala. Allí supusimos que debía haber algún bar pero lo único que encontramos fue un mini-supermercado que sorprendentemente ¡estaba abierto a las 7 de la mañana! así que compramos un par de botellas de agua para aprovisionar el día, que después ya se sabe lo que cobran en los chiringuitos de playa!
Sant Joan de Labritja es un pequeño pueblo de menos de 200 habitantes. Eran 3 calles contadas como aquel que dice. Solo tenía una antigua farmacia, un colegio, un bar (cerrado) y el supermercado. Todo estaba a las afueras porque es tan pequeño que no hay centro. Como tampoco encontramos un lugar donde desayunar pusimos rumbo a una de las playas que más ganas tenía de conocer: San Vicente. Estaba a unos 20 minutos en coche así que haríamos tiempo mientras llegamos para que abran alguna cafetería.
Sant Joan de Labritja
La cala San Vicente es la más grande de la isla y para mi gusto la más bonita de todas. Mas que una cala parecía una bahía de aguas tranquilas y turquesa. No tenía ni una roca, ni algas, nada de nada, el agua era tan turquesa que parecía que el fondo brillaba con luz propia.
Como llegamos a primera hora de la mañana no tuvimos ningún problema en aparcar al lado del paseo marítimo. Nos asomamos a curiosear la playa ¡y qué agua! nos apetecía tanto bañarnos que casi olvidamos que a las 8 de la mañana el agua siempre está helada y más por estas fechas. Entonces abrieron una cafetería con una terraza al solecito de estas que apetecen siempre y con vistas al mar. ¿Por qué no pensamos que fuese a ser cara? la gente desayunando parecía que conocían al camarero de toda la vida, era gente que iba a trabajar y no extranjeros ricachones. Así que por muy atractiva que pareciese nos sentamos. Qué desayuno más agradable... temprano, al fresquito y al sol, con vistas a esa playa espectacular y con la única obligación del día: relajarnos y disfrutar. Estuvimos sentados en la terraza más de 2 horas hablando sobre la isla, nuestro viaje y planeando cuál sería nuestro próximo destino y cuánto dinero necesitaríamos. Ilusos de nosotros, gastamos todo el dinero allí y ahora estamos a dos velas jajaja.
También aprovechamos para ir al baño y asearnos, qué menos cuando el desayuno costó nada menos que 12 € !!! y fíjate tú que el café estaba muy bien de precio: 13 €, pero con el zumo y las tostadas está claro que se les fue la olla. El camarero que era de Granada nos contó que a pesar de todo, no era de las cafeterías mas caras y que en pleno verano los precios se duplican. Ya decía yo que ese sitio era demasiado bonito... pero desayuné tan bien que repetiría una y mil veces más.
Después del desayuno decidimos hacer un poco de cabras montesas por la cala ya que todavía era demasiado pronto para bañarnos y hacía fresquete. Trepamos y contemplamos la belleza de la cala desde la altura durante 1 hora hasta que vimos que la playa empezaba a llenarse de gente... ¡hora del baño!
Cala San Vicente
Instalamos nuestras toallas y directos al agua hasta que la rozamos con los pies y sentimos como se nos clavaban los cuchillos, así que todo nuestro gozo de bañarnos en esa paradisíaca playa... en un pozo. ¿Cómo esa belleza de playa podía tener el agua tan fría? no era justo!!! no nos habíamos gastado este dineral para venir a Ibiza y no poder bañarnos! y no me valen Julio o Agosto, eso es técnicamente imposible, ningún bolsillo sobrevive a esos precios.
Total que nos hicimos los valientes y pudimos entrar hasta que el agua nos cubría la cintura, después un chapuzón para rematar y salimos pitando del agua. El resto de la mañana tumbados al sol. Nos dimos otro remojón poco antes de irnos a la hora de comer ya que posiblemente no volveríamos a esta playa, qué lástima. Pero era hora de llegar a nuestro hotel en Es Canar, Santa Eulària des Riu.
Las carreteras como dije el otro día son una chulada. Aunque para algun@s pueden ser desesperantes porque puedes estar media hora para recorrer 15 km, pero se disfruta del camino y de las vistas.
Cuando llegamos al hotel me llevé un chasco. Teníamos contratada una media pensión que como cualquier media pensión podrías elegir entre una comida o cena, pero aquí
Así que hicimos el check-in y sin llegar a ver nuestra habitación nos fuimos a comer a Santa Eulalia en busca de ese tailandés, cueste lo que cueste, y que le den al hotel. Pues después de preguntar a doscientas cincuenta mil personas dónde estaba el tailandés resultó que estaba cerrado. Pero no pasó nada porque en su lugar dimos con un restaurante de comida hindú y nepalí... nuestra primera vez en un hindú de verdad. Yo estaba
La camarera nos dio unos consejos sobre cuánto picante pedir y al ataque: nos pusieron una salsa de verduras súper picante y otra de crema de kiwi dulce, rara pero muy rica. Después nos sirvieron un pan hindú y luego vinieron todas las variedades de pollo junto con un arroz aromatizado. Pues estaba todo delicioso!!!!!!!! es cierto que este restaurante no es para recomendárselo a cualquiera, pero si te gusta la comida exótica a nosotros nos encantó este lugar y comimos por unos 14 € por cabeza, pero nos encantó la experiencia y repetiremos!
Después nos dimos un paseo la playa de Santa Eulalia para rebajar el empache y el picante. La playa tan bonita como todas y el pueblo en general me gustó mucho. Era un ambiente como de pueblo, de gente de allí y menos turismo que en Ibiza y esa parte de la isla. Me recordó un poco al centro de Torrevieja. La zona marítima y el puerto se queda para los turistas pero en cuanto entras unas calles todo es mucho mas sencillo, pero habían muchos locales: tiendas, cafeterías y restaurantes que le daban vida al centro.
De allí nos fuimos al hotel a ducharnos y dormir nuestra merecida siesta porque... llevábamos levantados desde las 6! que día más largo...
Por la tarde nos tocaba ir a ver atardecer a Es Vedra, pero estaba a 50 minutos y nos pareció un disparate ir para ver la puesta de sol y volver. Así que decidimos ir a San Antonio y ver la famosa puesta de sol del Café del Mar. Como el horario del restaurante de nuestro hotel era de ingleses tuvimos que bajar a merendar a las 7 de la tarde ¿tú te crees? era la hora perfecta para bajar a la piscina a tomarnos una cerve y después ir a San Antonio pero no, ya estaban limpiando las hamacas y la piscina estaba vacía a plena tarde. Así que hicimos un amago de cenar y pusimos rumbo a San Antonio.
Paseo marítimo de Santa Eulària des Riu
Hotel - vistas desde nuestro balcón
Nuestra suerte con el aparcamiento continua en San Antonio de Portmany. Nos plantamos en el centro de la ciudad y en la zona azul había espacio libre. Miramos la hora y ¡sorpresa! la zona azul dejó de funcionar hace 20 minutos. Así que dejamos nuestro coche y nos fuimos al paseo marítimo. Los ingleses tienen tomada esta ciudad, es una cosa impresionante. Todo está enfocado para ellos y su fiesta, los locales todo en inglés, edificios enteros de apartamentos estropeados de alquiler, hoteles cutrecillos... en fin, es curioso aunque no nos gustó nada. Al llegar al Café del Mar no se podía ni andar de la cantidad de gente que había. Mientras que en los beach club la media de edad era de 50 años en adelante y todo ingleses adinerados, las rocas eran de ingleses entre 20 y 25 años y la mayoría pasados de alcohol. Además esperaba encontrar un ambiente tranquilo y relajado pero todo lo contrario. La música chill out estaba fuerte y el murmullo de la gente todavía más así que había que forzar la voz para hablar. El ambiente no fue muy bueno y nos daba la sensación de no pintar nada en aquel lugar, por no hablar de los precios de las copas en el Café Mambo y Café del Mar. Había leído muy bien sobre la puesta del sol aquí pero tal vez sea por las fechas, solo te cruzabas con guiris de fiesta. Por si fuera poco había nubes sobre el mar y no se pudo ver la puesta de sol. Nos dimos una vuelta por el paseo marítimo para ver la bahía de San Antonio y pronto volvimos al hotel.
Atardecer en Café del Mar
Calles en San Antonio de Portmany
Si te va la marcha está bien aunque sigo pensando que hay exceso de ingleses, pero de esos molestos que no respetan. Otras zonas de la isla, aunque también repletas de turismo extranjero, son mas tranquilas y se disfruta más de los atardeceres.
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