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He decidido adelantar la entrada a hoy por algo bastante evidente, y es que hoy se celebra Halloween. Hace tres años ya os hablé un poco de los orígenes de esta festividad celta, que no americana. Sigue habiendo mucho desconocimiento sobre de dónde proviene y también hay mucha gente que cree que es una festividad latinoamericana, pero sus orígenes se remontan a hace más de 2.500 años, cuando el año celta terminaba al final del verano. Ese último día, los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos y maldecirles. De ahí viene la tradición de decorar las casas con huesos o calaveras, para evitar que los muertos se acercaran y pudieran maldecirles. Disfrazarse tampoco es nada nuevo, sino que ya se hacía.
La Iglesia de Roma, tiempo después, decidió convertir la festividad al catolicismo. El 1 de noviembre se instituyó el Día de Todos los Santos, conocido en inglés como All Hallows Day, siendo la nohe anterior All Hallows Eve, lo que derivó en el conocido nombre de la festividad, Halloween.
¿Pero qué tiene que ver todo esto con España, por qué se celebra aquí y desde cuándo? Pese a que su resurgimiento en nuestro país está relacionado con lo importado desde Estados Unidos, Halloween se celebraba como parte del Samhain desde mucho antes de que Estados Unidos fuera siquiera una nación. No olvidemos que nuestro país tiene orígenes celtas y ha heredado muchas tradiciones (las meigas galegas son un ejemplo). Hay registros de algunos municipios en que se decoraban las casas con calabazas a modo de protección. En muchos pueblos madrileños, durante las horas de la noche y hasta la madrugada se tocaba lamparilla y se iluminaban los cementerios para guiar a los muertos de vuelta a su lecho de descanso. Gustavo Adolfo Bécquer, en una de sus leyendas (El monte de las ánimas, 1862, os recomiendo encarecidamente su lectura), inmortaliza el llamado Ritual de las Ánimas. En dicho ritual, las personas cantan por la noche mientras llevan en las manos velas en calabazas o instrumentos de barro agujereados para después hacer una gran hoguera.