Una camarera con amplia sonrisa y melena corta me atiende al poco de sentarme en una mesa rodeada por un cómodo sofá de polipiel.
Camarera risueña.- Buenas noches caballero. ¿Qué desea tomar? ¿Lo sabe ya?
Yo mismo.- Un Gin Tonic. Contesto relamiéndome, me encanta el gin tonic.
La camarera deja de sonreír y sus finos labios caen como un telón sobre sus innumerables dientes. El fruncir de su ceño y cierta tensión en el ambiente me hace sospechar que algo no anda bien. Pasamos unos segundos en silencio que se me antojan como siglos. Finalmente la camarera haciendo un gesto de resignación comenta:
Tal vez el señor quiera consultar nuestra carta donde podrá escoger entre nuestra amplia variedad de gin tonics.
Me doy cuenta de que he quedado como un cateto. La ultima vez que pedí un gin tonic en un bar de copas fue en 1998 y la actual moda de los gin tonics de diseño me ha pillado a contrapié.
No sin cierta sensación de bochorno por mi falta de mundología, escudriño la sección de “gins” de la carta amarillenta con grandes letras negras y pictogramas de copas, cocteleras y burbujas de color carmesí.
Yo.- Mmm ¿Qué es un Red Neck gin?
Camarera estupefacta.- 3/4 partes de gin de castaña, 1/4 parte de tónica, hielo, garbanzos y una viruta de piel de boniato.
Yo.– ¿Y un Stalingrad gin?
Camarera estupefacta.- 3/4 partes de gin de enebro, 1/2 partes de vodka 1/2 de tónica, algunos una viruta de piel de patata y mucho hielo.
Yo.- ¿Y el Valencia gin? No me lo diga lleva zumo de naranja.
Camarera estupefacta.- No, garrofons. Además de 3/4 partes de gin de arroz, 1/4 parte tónica. Me corrige mirándome con cierto pitorreo.
Yo.- ¿Kosher gin?
Camarera estupefacta.- 1/4 partes de gin , 3/4 de tónica, hielo y escamas de pescado.
Yo.- ¡Rajoy gin!
Camarera estupefacta.- 2/4 partes de gin de grelos, 2/4 de tónica, mucho hielo y muy hielo.
Yo.- ¿Ho…Homeophatic gin?
Camarera estupefacta.- 1 gota de tónica disuelta en un barril de tónica durante 2 años. lleva algo de azúcar.
Yo.- No es que me ilusione pero ya por curiosidad. ¿Gazpacho gin?:
Camarera estupefacta.- 3/4 partes de ginebra de pepino, 1/4 parte de tónica, un aro de cebolla y un par de tomates cherry.
Yo.- Pues no sé, la verdad. ¿No puede recomendarme alguno?
Camarera estupefacta.- Le recomiendo el IKEA gin, le servimos ginebra Odin, tónica Nordic Mist y diversos condimentos además de hielo. Y usted mismo se lo prepara.
Yo.- Bueno, pues póngame uno.
La camarera me arrebata la carta suavemente pero con mueca de hastío. Regresa con una copa llena hielo con un trozo de limón, una lata de tónica, un botellín de gin y unos pequeños cuencos llenos de toda suerte de especias y condimentos.
Espero que la camarera no mire y con cierto temor a que me pille, vierto la tónica y la ginebra sobre el hielo que crepita deliciosamente. Me lo bebo antes de que la camarera se dé cuenta de que no he utilizado los petalos de petunia, las bayas tibetanas, las virutas de estaño, las semillas de ruibarbo ni las astillas de wengué. Todo lo meto en el bolsillo salvo un puñadito que coloco en la comisura de mis labios junto a un par de lentejuelas que no había visto.
Camarera hastiada.- ¿Qué le ha gustado? Me pregunta mientras saco una de las lentejuelas que se ha metido en la boca.
Yo.- Mmmm sí, exquisito. Le contesto mientras intento que se fije en un pétalo de petunia que cuelga de mi labio inferior.
Camarera hastiada.- ¿Le sirvo otro?
Yo.- No, sírvame un cuba libre, tráigame la carta. (Esta vez voy a quedar como un tipo cosmopolita)
Camarera hastiada.- Sólo tenemos ron Barcardí ¿le sirve?
Yo.- Bueno… vale. Le contesto mientras de aleja moviendo la cabeza de un lado a otro con ademán de lamento. ¡Y pensar que detesto el ron!