En nuestra sociedad, la política y los círculos de poder están al orden del día, y lo están desde tiempos inmemoriales (si no os lo creéis echadle un ojo a la “La favorita”, que de una forma bastante frívola lo deja bastante claro, o incluso, ambientada en una época mucho más reciente “El Reino”), reyes, papas, ministros, etc., mandan y ordenan sobre el destino de sus conciudadanos, y todos tienen a su alrededor un sinnúmero de “amigos” o, como se llaman actualmente, cargos de confianza, para ayudarles, de alguna forma a tomar decisiones.
A mediados de enero llegó a nuestras carteleras una película basada precisamente en el poder que esos cargos de confianza pueden llegar a tener, la cinta en cuestión se titula “El vicio del poder” y opta nada más y nada menos que a 8 premios Oscar de la academia de Hollywod.
Después de pensarlo bastante, y sin apenas saber nada de la cinta más allá del increíble cambio físico que Christian Bale sufrió para conseguir el papel protagonista, nos hicimos con nuestras entradas, y fuimos a verla.
“El vicio del poder” empieza en una sala del Pentágono, justo durante el ataque islamista del 11-S de 2001. En esa sala, además de los técnicos, nos encontramos con uno de los personajes, en esos momentos, más poderosos del planeta, el vicepresidente estadounidense Dick Cheney (interpretado por Christian Bale), y lo vemos tomando decisiones cruciales en nombre del presidente, sin consultárselo.
A la siguiente secuencia, “El vicio del poder” nos lleva directamente a los años de juventud de Cheney, al poco de casarse con su esposa Lynne (Amy Adams). Por esos años, el joven Cheney es un joven sin futuro y sin más aspiraciones que acabar su trabajo para irse a emborrachar. Lynne no quiere eso para su vida y le es muy clara, o cambia o dará por acabada su relación.
Poco después de esta tensa situación nos encontramos con Cheney en la Oficina de Oportunidades Económicas, allí empieza estar en contacto con el poder, de hecho, se convierte en el asistente del Jefe de Gabinete, Donald Rumsfeld (Steve Carell), consiguiendo un despacho en la Casa Blanca y contacto directo con el Presidente.
Después de esta etapa, coge una de las famosas puertas giratorias y se va a la empresa privada, momento en el que la película empieza a mostrar sus créditos. Pero, ¿ya se ha acabado? No, evidentemente, esta es una de las bromas de “El vicio del poder”, ya que le falta la mitad del metraje y evidentemente llegar otra vez al 11-S de 2001 con el que empieza la cinta.
A partir de este momento, “El vicio del poder” toma velocidad de crucero contándonos la historia más reciente del todopoderoso Dick Cheney, desde la llamada de George W. Bush (Sam Rockwell) para ofrecerle el cargo de vicepresidente de su gobierno, hasta la Guerra de Irack, la búsqueda de las armas de destrucción masiva y su supuesto delito de fraude con la petrolera Halliburton, y todo bajo plena confianza del presidente Bush.
Aunque la historia es conocida casi por todos, nosotros dejaremos aquí nuestro análisis argumental, para centrarnos en algo más interesante, nuestro punto de vista sobre “El vicio del poder”.
Técnicamente no os vamos a engañar, en “El vicio del poder” estamos ante el biopic de Dick Cheney, contándonos desde sus insulsos origines hasta su llegada a la más alta instancia de poder, tampoco os vamos a engañar si os decimos que este, es un biopic totalmente inusual, ya que en él, Adam McKay (su director y guionista) nos cuenta la historia desde un punto de vista totalmente sarcástico y mordaz, mezclando de la forma más insospechada y a veces de forma incoherente, el drama y la comedia.
Tampoco nos ha gustado nada el montaje de “El vicio del poder”, mezclando secuencias de la película con imágenes reales, explosiones de coches, bombardeos, ataques terroristas, etc., y porque no decirlo, chistes. Por momentos llega incluso a ser mareante y desconcertante.
Desde el punto de vista interpretativo, os diremos que es donde “El vicio del poder” tiene su principal baza, ya que cuenta con dos intérpretes que llevan a sus personajes por donde quieren, os estamos hablando de Christian Bale, quien ha engordado más de 18 kilos para meterse en la piel del vicepresidente estadounidense, un cambio físico que junto a su gran trabajo interpretativo ha conseguido hacérnoslo creer totalmente, y Sam Rockwell quien como secundario, ha dado vida brillantemente al limitado, George W. Bush. Nuestro más sincero aplauso para ambos.
Por todo lo que os hemos contado, por los constantes saltos entre la realidad y ficción, los a veces, para nosotros incomprensibles chistes, y sobre todo, porque ha sido la primera película en mucho tiempo en hacernos salir mareados de la sala, nuestra nota final para “El vicio del poder” es de un 4 sobre 10.
Título original: “Vice” – USA – 2018
Dirigida por: Adam McKay
Duración: 132 minutos
Género: Comedia, Drama, Biográfico