Desde hace unos años Disney ha tomado el relevo a Spielberg como el auténtico Rey Midas de Hollywood, ya que si bien desde bien entrada la década de los 90 del pasado siglo la compañía vivía básicamente de sus parques y de sus puntuales éxitos en el cine de animación, desde mediados del primer decenio del presente siglo, se puede decir que todo lo que toca se convierte en oro.
Con toda seguridad, uno de los puntos de inflexión en la historia de los californianos fue el lanzamiento en 1994 de la cinta de animación “El rey León” con la que ganaron, además del reconocimiento de público y crítica, dos premios Oscar y varios Globos de Oro.
Durante los últimos quince años, el cambio en Disney ha sigo radical, convirtiéndose en un potente entramado de empresas (entre las que encontramos: Pixar, Marvel, Lucasfilm, 20Th Century Fox, etc.) y en una máquina súper engrasada de generar y ganar dinero.
Dentro de esta dinámica de generar dinero, los últimos años Disney se ha especializado en re-explotar sus clásicos, pero en vez de remasterizarlos como se hacía antes, se sirve de la tecnología live-action (algunos ejemplos los tenemos en: “Maléfica”, “La Bella y la Bestia”, “Dumbo”, etc.), la última, hasta el momento, obra que se ha sometido al live-action es el clásico “El Rey León” y es precisamente, del que os queremos hablar hoy.
Como en la cinta de 1994, la historia de “El rey León” nos desplaza directamente a la Sabana, y lo hace justo en el momento en que el rey Mufasa presenta en sociedad a Simba, su hijo recién nacido. Todos los animales acuden a la presentación, todos menos el Scar, el hermano de Mufasa quien se siente desplazado por el pequeño.
Meses más tarde, Simba se ha convertido en un cachorro curioso, juguetón y lleno de energía, lo cual aprovecha su padre para intentar formarle de cara a que, algún día, le suceda en el trono. Con el fin de conseguir este objetivo, Simba debe conocer su territorio, sus bondades y sus peligros, entre los que está y debe evitar, la zona oscura.
Conocedor de las enseñanzas de Mufasa, un día Scar lleno de rabia y frustración despierta la curiosidad del pequeño por dicha zona, indicándole que dicha zona oscura se trata de un antiguo cementerio de animales donde sólo los leones adultos pueden entrar. Simba, empujado como todo niño, por la necesidad de demostrar que ya es adulto, se las ingenia junto a Nala (una leona amiga suya) para adentrarse en dicha zona.
Lo que descubren los pequeños les deja sin aliento, ya que además de ser un cementerio de elefantes, es la guarida de las siempre hambrientas y traidoras hienas. Por suerte para Nala y Simba, Mufasa llega a tiempo para rescatarles.
Ante el fallido desenlace del plan inicial, Scar se alía con la líder de las hienas para acabar con Mufasa y deshacerse, a la vez, del pequeño Simba. Al día siguiente, Scar se lleva a Simba al desfiladero donde las hienas provocan una estampida de Ñus. Cuando Mufasa intenta salvar a Simba, Scar lleva a cabo su plan matando al rey y haciendo sentir culpable a Simba al que empuja a abandonar el reino, con lo que Scar, acaba convirtiéndose en el nuevo rey.
Después de una dura travesía por el desierto, Simba, acompañado por dos nuevos amigos, Timón y Pumba (un suricato y un jabalí respectivamente), acaba llegando a la jungla donde crece siguiendo el lema de sus nuevos amigos: “Hakuna matata” (“vive y sé feliz”).
Simba, Timón y Pumba
Bastante tiempo más adelante y desde un reino de los leones totalmente arrasado, Nala llega a la jungla donde se reencuentra con un crecido Simba. Aunque al principio se niega, después de pensarlo bien y recordar las enseñanzas de su padre, sale corriendo hacia el reino, aunque lo que pasa allí, como ya os podéis imaginar, nosotros nos lo guardaremos. Lo que nos guardaremos es nuestra visión sobre “El rey León”.
Técnicamente, esta versión life-action del clásico de 1994 de “El rey León” es perfecta, dando a la historia de Simba una apariencia de total realidad, ya que aprovecha al máximo la tecnología de la que dispone Disney para ello. Bajo nuestro punto de vista, esta versión de “El rey León” es visualmente espectacular, aunque pierda completamente la magia de las miradas y de los colores de la versión en dibujos animados.
Por el contrario, bajo nuestro punto de vista, “El rey León” de este 2019 es una cinta totalmente carente de ambición, hablando desde el punto de vista narrativo, de guion y de banda sonora, ya que es completamente igual que el clásico de animación de 1994.
Cuando salimos del cine, los miembros del equipo nos planteábamos si realmente merecía la pena esta nueva versión de “El rey León”. Al final llegamos a la conclusión de que esta “El rey León” merece la pena para dos grupos: las nuevas generaciones que no conozcan la original, y según se desprende del éxito de recaudación, para las arcas de Disney.
Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “El rey León” es de un 6 sobre 10, salvándose sobre todo por la historia y por el despliegue técnico.
Título original: “The Lion King” – 2019 – USA
Dirigida por: Jon Favreau
Duración: 118 minutos
Género: Animación, Drama, Musical