Academia en Chinchón
Fuí a España, con dos objetivos bien claros: visitar la Academia de Guillermo Muñoz Vera, ver al pintor que tanto admiraba y a mi familia, que hacía tiempo no veía.
Nos tomamos un autobús para ir a Chinchón, que partía cada hora, el cual tuvimos que esperar casi 45 minutos, cubriéndonos del sol madrileño, peleándonos con otros pasajeros la sombra. Cristian Avilés, ex alumno de Guillermo, les había anunciado nuestra visita, el día anterior.
LLegamos a Chinchón como a las 3 de la tarde, cuando el sol caía inclemente sobre nosotros. Subimos por las empinadas callejuelas de este pueblo medieval, hacía donde se ubicaba la Academia, que mi marido ya había visitado y compartido con el maestro, años atrás, pero ya no estaba. Sin darnos por vencidos, preguntamos y nos dieron otra dirección y allá fuimos, sin amilanarnos por el calor que nos asfixiaba, pero el ansia de encontrarla superó nuestro cansancio y lo logramos, toqué el timbre con la ansiedad del objetivo logrado y la emoción de viajar desde tan lejos para visitar tan famosa Academia y tan famoso pintor. Me entreabre la puerta Aurora, su secretaria, al parecer algo cansada de recibir tantas visitas, se resiste a hacerme pasar. Yo no fui hasta allí para nada, así que me hice paso y entré. Soy María Inés Carod y ayer le comunicaron mi visita. Ella aún reticente, me dice: "Ayer ya ha venido esa pintora y ahora el maestro se ha ido a dormir, pues ha pintado toda la noche". A lo que contesté "esa persona soy yo y no he venido ayer, como puede ver" dije, explicándole que venía desde Chile y que al parecer había sido suplantada. Ella bajó la guardia y se dispuso a mostrarme las dependencias de la Academia al mismo tiempo que aparecía José Miguel, un chileno que es el encargado de preparar las telas al Maestro. Tan pronto lo vio le traspasó, aliviada, la tarea de atendernos.
Hall
La Academia, un castillo maravilloso, lucía solitario en su impactante belleza, el silencio había pasado a tomar el lugar del murmullo y risas de antiguos alumnos yendo y viniendo por sus dependencias.
¡Imponente!, la soledad era apabullante.
La Academia, ya no funciona, dejo de hacerlo ya hace años.
Sala de clasesJosé Miguel nos mostró las salas de clases, el salón de conferencia, un lugar con mesitas para merendar, el taller donde él y solo él, preparaba con minuciosidad las telas del pintor, bajamos un piso y nos encontramos con la sala de exposición, que el maestro acondicionó para tal efecto y en ella lucían sus obras.
Taller También en nuestro recorrido pasamos frente a una puerta cerrada en cuyo vidrio lucia un rotundo "NO PASAR", era el lugar donde pintaba Guillermo. Sin lugar a dudas, se sentía su presencia, aunque me dijeran que se había ido a su casa, uno de los 5 palacetes que tiene y donde el vive.
subterráneoLuego bajamos a un subterráneo en el que antiguamente se guardaba el vino en enormes tinajas de greda, se ve maravilloso y nadie pensaría que el artista hizo rescatar ese lugar, inundado por las aguas y dejado en el olvido, también había allí una escalera que subía y llevaba a las habitaciones de los alumnos becados.
Bueno, luego de varias horas de entretenidísima conversación, nos fuimos con nuestro anfitrión a la Plaza a tomarnos un chato en las mesas ubicadas bajo los soportales de esta plaza tan peculiar que se convierte en plaza de toros, por eso se dice: "Chichón plaza y mesón"
Plaza de Chinchón Conversamos, nos reímos y agradeciéndole a José Miguel todas las atenciones, nos despedimos, prometiéndole que a la vuelta a Madrid, después de nuestro peregrinaje por España, volveríamos a ver al maestro.
Después de un mes, llegado el momento reflexioné y ya no quise volver.
"El maestro duerme?no lo molestemos".
artículo interesante sobre el mismo tema:
http://diario.latercera.com/2011/11/13/01/contenido/la-tercera-el-semanal/34-90291-9-chinchon-tierra-de-pintores-chilenos.shtmlhttp:mariainescarod.blogspot.com/atom.xml