Daniel Tammet aprendió de memoria más de 22.500 dígitos del número Pi, y habla 11 idiomas, uno de los cuales aprendió en tan solo una semana para un especial de televisión. Puede multiplicar cifras enormes en su cabeza en cuestión de segundos. Sin embargo a pesar de sus increíbles habilidades, un trabajo estándar no es para él, debido en gran parte a sus trastornos obsesivos con los que deben controlar aspectos de su vida que todos damos por hecho, desde los tiempos precisos para beber su té, hasta los 45 gramos exactos de avena que destina para su desayuno cada mañana.
Tammet es un extraño caso de Autismo, Síndrome de Asperger, Sinestesia y Síndrome del Sabio (Savant syndrome), sin embargo puede llevar una vida relativamente normal, lo que lo convierte en un caso extraordinario para la comunidad científica. Ya que la mayoría de sus congéneres tienen grandes dificultades sobretodo en la comunicación, lo cual dificulta que informen a los demás como perciben el mundo. Pero Daniel puede y lo que describe es asombroso.
Daniel experimenta los números de una forma muy particular y francamente increíble. Para el cada número tiene color, forma y textura característicos. El número 1 es como una luz brillante, el 2 tiene un color purpura que fluye, el 3 es verde, el 5 es como un relámpago, el 6 es muy pequeño, el 9 es gigante e imponente, el 37 tiene grumos… etc.
Esta particular forma de percibir el mundo le ha permitido realizar hazañas asombrosas sin siquiera ser consciente del cálculo, la respuesta simplemente aparece en su mente. Como el mismo explica “Cuando multiplico dos números, por ejemplo, veo dos formas irregulares diferentes, cada número tiene la suya, estas dos formas se juntan y la nueva forma resultante es la respuesta, son imágenes mentales”.
Tammet ha escrito tres libros, ha aparecido en el popular programa estadounidense de David Letterman y mantiene una ocupada agenda de conferencias. Además colabora con varios grupos de neurólogos que están fascinados por sus increíbles capacidades.
La vida de Daniel no es muy complicada ahora que es un adulto, no obstante, en su infancia no fue todo tan fácil, solía ser un niño que evitaba el contacto visual, golpeaba su cabeza contra las paredes, agitaba sus manos cuando estaba emocionado y normalmente no hablaba con ningún otro niño. “Uno de los mayores inconvenientes de tener un trastorno autista” dice, “Es que resulta muy difícil relacionarse con otras personas”.
Es extremadamente complicado hacer cosas que para la gente son tan normales que ni saben que las hacen, como por ejemplo leer el lenguaje corporal, saber en qué momentos se debe hacer contacto visual, cuando reírse de una broma. “Cuando recibía agresiones y burlas por mi condición, me ponía las manos en los oídos y empezaba a contar muy rápidamente los números de la potencia de dos una y otra vez, me sumergía en los millones de números, los números formaban patrones, colores, formas y texturas en mi mente, los otros niños se quedaban perplejos y solo se alejaban, ¿Cómo podían intimidar a alguien que no sabe cómo ser intimidado?”.
Hoy en día Daniel se ve obligado a notar detalles que la mayoría ignoramos. Dice que le resulta muy complicado ir a la playa debido a que hay demasiados granos de arena para ser contados, ir al supermercado es un problema porque su atención se dirige hacia la forma, la textura y la disposición de los diferentes productos. “Las palabras, los colores y los números resuenan en mi como una explosión de emociones y distintas personalidades”. “La experiencia es como la de estar viendo un paisaje… un lugar al que puedo ir para sentirme tranquilo, es realmente hermoso” dice Daniel.
Daniel tuvo que aprender el arte de conocer a las personas, que a día de hoy domina bastante bien. “No podía sentir a las demás personas, realmente eran como un fondo de pantalla para mi” recuerda. “Pero por otro lado, el silencio era algo hermoso; era como una especie de textura plateada alrededor de mi cabeza, como la condensación del agua recorriendo una ventana. Y cuando repentinamente alguien generaba un ruido, golpeaban una puerta o un vehículo hacía sonar el claxon, destruía esta mágica experiencia y resultaba físicamente doloroso”.
El “quiebre” de una experiencia interior dolorosa, es distintivo en muchas personas altamente sensibles. A las personas con autismo a menudo se les ve alejados del grupo, actúan de esta forma debido a que sus cerebros están híper-conectados. En lugar de una célula con diez conexiones, podría tener 20, por ejemplo. De esta forma experimentan el mundo como un sitio ruidoso, lleno de luces brillantes, sonidos estridentes, olores molestos y texturas irritantes. Normalmente los niños con autismo se cubren ojos y oídos, van a una esquina a llorar y a encerrarse en sí mismos para estar más cómodos. A medida que crecen se desarrollan comportamientos repetitivos, se empiezan a notar patrones y aprenden a valorar las cosas predecibles y la rutina.
Sin duda Daniel será de gran ayuda para la comunidad científica, en el largo camino para descubrir cómo funciona nuestro cerebro y para descubrir que los seres humanos tenemos una gama increíble de posibilidades dentro de nuestra evolución y en la forma en la que aprendemos, dejando claro que pueden existir diferentes tipos de inteligencias, formas de aprender y de percibir la realidad.
(Programa Gente extraordinaria: Una mente privilegiada [Daniel Tammet])
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