Choza construida por el hombre del agujero
También conocido como "el hombre del hoyo", si es que aún vive, fue visto por primera vez en el año 1,996 y es el último representante o eslabón de una tribu desconocida, seguramente masacrada por los ganaderos que han invadido su hábitat natural en muy poco tiempo. En el año 2.009 el diario Crónica publicó la noticia de que fue tiroteado con el ánimo de asustarlo y ahuyentarlo de su "territorio", se calcula que actualmente tiene en torno a unos 50 años y se desconoce todo de él, único superviviente de una tribu desaparecida en los años 70 y 80, y cuyos últimos miembros fueron "eliminados" con matarratas buscando arrebatarles su preciado territorio. Ni tan siquiera es conocido su nombre ya que no habla ni entiende ninguna de las lenguas en las que han intentado establecer comunicación con él Por supuesto vive solo, en la Rondonia brasileña, zona conocida como el estado "bang bang" debido a la abundancia de pistoleros con una gran facilidad para apretar el gatillo. Nos podemos imaginar que le acompaña un silencio total que solamente alteran los ruidos de la naturaleza que le rodea, seguramente temeroso de que algún extraño rompa su tranquilidad e invisible para el mundo que le rodea. En la imagen superior puedes ver uno de sus refugios de caza, construido con hojas y en el suelo una palmera que ha talado para extraerle su "corazón".
Agujero utilizado como protección ante el peligo
Como a buen seguro ya has deducido, su nombre le viene por los hoyos que cava, bien para cazar animales o tal vez para protegerse de ellos, incluso tal vez para ambas cosas. El que observas en la foto tiene unos 2 metros de profundidad y estaba en el interior de una pequeña maloca (casa) construida con sus propias manos y quién sabe si abandonada posteriormente. En el interior de la misma se encontraron puntas de flecha talladas, nueces secas, calabazas muy probablemente destinadas a almacenar agua y una antorcha construida con resina. En el huerto se pueden ver verduras, maíz y mandioca, lo que ese entorno no transmite es si ha huido del lugar por alguna visita anterior o si simplemente está escondido esperando que la noche le traiga la tranquilidad necesaria para volver a su habitáculo.
En algunas ocasiones ha sido visto, pero nunca muy de cerca, porque acercarse en demasía supone un riesgo elevado de recibir el impacto de una de sus flechas. Sólo el productor de cine Vicent Carelli ha logrado captar unas breves imágenes que aparecen en su documental "Corumbiara". La FUNAI, o lo que es lo mismo, el Departamento de Asuntos Indígenas de Brasil hacía inspecciones en su hábitat tratando de comprobar si aún seguía vivo, algo que ni tan siquiera se conoce con certeza en la actualidad. Dadas sus especiales peculiaridades y su hostilidad a lo desconocido, finalmente el organismo estatal optó en el año 2.007 por ampliar el territorio que habitaba en unas 3.000 hectáreas para darle más espacio y que su "coto privado" de caza fuera más amplio y a la vez poblado. Estamos por tanto hablando de ese último eslabón de una tribu que ni tan siquiera ha llegado a ser conocida, un hombre del agujero que no se sabe si aún sigue vivo aunque tal vez mañana o dentro de un tiempo algún afortunad@ logre ver o captar con su cámara, eso sí, sin acercarse más de lo debido para no resultar herido. Es pues un Robinson Crusoe en plena Amazonia brasileña, pero que al contrario del literario no anhela ser rescatado sino más bien todo lo contrario, que nadie se acerque a sus dominios ni altere su tranquilidad ni su voluntario aislamiento.