Viven en Etiopía, en la zona del Valle del río Omo, y son una de las 50 tribus que conservan a día de hoy comportamientos ancestrales. Precisamente por este motivo la UNESCO declaró esta zona Patrimonio Universal de la Humanidad. De entras esas 50, destacan principalmente dos, los mursi (de los que hablaremos en otro momento) y los bodi, también conocidos como mela o chirim, de los que nos vamos a ocupar en este post. Se cree que inicialmente vivieron en el sur de Sudán, desde donde fueron emigrando con sus rebaños de ganado vacuno, hasta llegar a su lugar de asentamiento actual. Según su religión, creen en la existencia de un único dios, llamado Tuma, que ha creado todo lo que existe y trae la lluvia y la fertilidad. Viven atemorizados por numerosos espíritus malignos que habitan en ríos y bosques.
Entre los varones de las tribus del valle del Omo existe un patrón físico generalizado, son esbeltos, fibrosos y musculados, aunque los hombres bodi dejan de serlo llegado un momento de sus vidas.
Las mujeres son conocidas por su belleza, finas, delgadas, de ojos grandes y expresivos y apariencia frágil tal y como puedes ver en la siguiente foto
Tienen por media 8 hijos cada una de ellas, si bien el índice de mortalidad infantil es elevado, 4 de cada 10 niños muere antes de cumplir los 6 años. Los bodi tienen su propio idioma, conocido como mekan y una música y forma de bailar característicos, conocidos como gulay, que son canciones alegres sobre el amor, las buenas cosechas, la prosperidad familiar, el ganado o el vigor masculino. Son una tribu seminómada, que tiene una especial veneración por su ganado, hasta el punto de que hablan con sus reses e incluso llegan a cantarles canciones.
En un momento del año, los varones sienten la necesidad de optar a un puesto respetable o de poder en la comunidad y es a partir de entonces cuando se pone de manifiesto su especial peculiaridad, empiezan a engordar. Durante un periodo que varía entre tres y seis meses siguen una dieta hipercalórica, a base de sangre de vaca mezclada con leche, que les hace duplicar, y en algunos casos hasta triplicar su peso corporal. Cuando llega el día de la elección del nuevo rey o soberano, la aldea se convierte en una auténtica fiesta en la que los hombres bailan exhibiendo sus carnes flácidas. Más tarde, son exhibidos, se les mide la circunferencia de su abdomen y se les pesa. Aquel que resulta ganador, además de tener derecho a ser rey por un día es recompensado con la mano de la doncella más bella de la tribu.
Este culto a la gordura masculina tiene una explicación. Mientras el resto de tribus de su entorno son cazadores o guerreros, los bodi se alimentan de su ganado, por lo que no necesitan tener un cuerpo esbelto o atlético que les ayude a conseguir su alimento diario. Además, el estar gordo es símbolo de tener un cierto estatus, de tener muchas cabezas de ganado y por tanto pueden mantener sin problemas una familia. De ahí que los hombres más obesos sean los más codiciados, ya que se les considera los más poderosos. No obstante, este proceso de aumento de peso tan pronunciado en un periodo de tiempo reducido les origina como secuela evidentes problemas de salud, ya que los niveles de colesterol y los problemas cardiovasculares son elevados entre esta población masculina. El contacto paulatino con la civilización moderna ha hecho que algo impensable hace unas décadas se produzca hoy en día, y es que algunos jóvenes, una vez celebrada la ceremonia y ya esposados o casados,intentan adelgazar y recuperar una buena forma física. Paulatinamente se están empezando a iniciar en la agricultura, lo que conlleva que se están volviendo o adaptando a una vida más sedentaria, por lo que dentro de un tiempo habrá que tener muy en cuenta hasta que punto van variando sus costumbres ancestrales y que han puesto su peculiar sello a esta tribu.