Una historia de fotos, fogatas y como entendí que hay que cultivar la paciencia.
Querer todo para ya es una marca de fábrica de generación. No se si debo culpar de todo a internet y a la televisión o si debo responsabilizarme en algún momento de que soy yo la que toma las decisiones.
La cuestión es dejar de lado la inmediatez y eso puede sonar muy bonito en la descripción de nuestro instagram, pero en la vida real es más complicado.
Poner la vida en modo Slow Travel. ¿Que carajo es el Slow travel?
Si quieres sacar una buena foto del Gran Cañón, vas a tener que aprender la lección del día: hay que tener paciencia.
Paciencia para ir caminando y encontrar la vista que te llame.
Paciencia para que llegue el atardecer y el sol deje de hacer las fotos brillantes.
Decisión para no andar por andar y fijarte en los pequeños detalles de un lugar tan grande. El agua fresca del manantial, lo pequeñito que se ve en la distancia el río Colorado.
Lo mucho que te repetiste a ti misma que ya no vas a ser una autómata.
A veces no vas a ser capaz de captar con tu lente como el rojo de la parte de arriba de las montañas se funde con el verde oliva de los arbolitos pequeños.
No pasa nada, haber venido aquí solo por el hecho en sí mismo de ver cómo la naturaleza puede crear con el paso del tiempo cosas tan maravillosas, es suficiente.
Repite conmigo Ori: es suficiente.
No quiero hacer la mejor foto, solo hacer las necesarias para divertirme con mis recuerdos en un futuro.
Hemos perdido la capacidad de “no hacer nada” y creedme cuando os digo que este sitio es perfecto para sentarte y no hacer nada.
Paciencia conmigo misma para quitarme las malas mañas, para ver con los ojos y también ver con los oídos.
Porque aunque parte de nuestra vida requiere prestar nuestros ojos al mundo, no quiero ser esclava de la foto perfecta.
La actividad de tomar fotografías es calmante y alivia los sentimientos generales de desorientación que pueden ser exacerbados por los viajes. La mayoría de los turistas se sienten obligados a poner la cámara entre ellos y lo que encuentran notable. Inseguros de otras respuestas, toman una foto. Esto le da forma a la experiencia: se detienen, toman una fotografía y siguen adelante. El método atrae especialmente a las personas desfavorecidas por una despiadada ética de trabajo – alemanes, japoneses y estadounidenses. Utilizar una cámara aplaca la ansiedad de la sensación del trabajo impulsada por no trabajar cuando están de vacaciones y se supone que se están divirtiendo. Tienen algo que es como una imitación amigable del trabajo: pueden tomar fotografías.
Susan Sontag
Esto lo escribió Susan sin conocer en absoluto el mundo loco de las redes sociales, no se si visitó alguna vez el Gran Cañón del Colorado.
Acto 1: la única persona sin una cámara en la mano.
Allí estábamos nosotros en uno de nuestros primeros parques naturales del viaje. Y vaya que primer parque, porque yo me quejo mucho, que si Los Ángeles no se que, que si Jack Kerouac ayudame. Pero en cuestión de parques naturales no hay absolutamente nada que discutir, no hay manera de que no te dejen perpleja absoluta y con la boca totalmente abierta. Usa es el país de los parques naturales.
Llegamos y nos encontramos de frente y sin previo aviso con kilometros y kilometros de piedras rojizas y marrones que forman un enorme cañón por el que, a lo (muy) lejos se puede ver pasar el río Colorado.
Dicen por ahí que lleva más de 70 millones formándose, aún así hay gente que insiste en recorrerlo en un día o en medio día, o en lo que tardó en pasar de Los Ángeles a las Vegas.
La primera sensación que experimenté fue violenta, agotadora, cientos de personas pasean en procesión tomando fotos a diestra y siniestra. Sin tregua, sin descanso. Llegan autobuses repletos de gente, se bajan, hacen fotos, se suben de nuevo.
Iba yo también haciendo fotos, estaba todo demasiado brillante y el sol no dejaba margen para que saliera nada decente a través de la pantalla.
Entonces me encontré con ella. Estaba sentada con las piernas cruzadas y una expresión perfecta de serenidad y alegría, al verla caí en la cuenta de que era la única persona que no llevaba una cámara en la mano (la única persona entre cientos de personas). Deje la cámara en el coche y no volvió a salir en todo el tiempo que pasamos en el Gran Cañón.
Esto, al contrario de lo que puede parecer, no va a ser una cruzada en contra de la fotografía al viajar. Creo que a estas alturas ya está tan metida dentro de nosotros la necesidad de documentar nuestro paso, que sería una total pérdida de tiempo.
Lo que sí quiero es poner mi granito de arena para intentar darle significado a nuestras acciones. ¿En verdad es necesario fotografiar cada punto?, cada pedazo de tierra que recorremos viajando. ¿Es necesario salir posando en todas las fotografías?. Vamos a intentar dotar de significado a nuestras acciones por muy pequeñas que sean.
Llegó el primer atardecer y nos sentamos en una piedra a contemplar estupefactos la paz que te puede regalar un lugar tan inmenso y sentí, en ese día que había dado un pequeño paso, que había empezado a cuestionarlo todo y que ese era el camino a seguir.
¿Que es importante fotografiar? Que necesitamos para trasladar lo que ven nuestros ojos a un foto. A todos nos encanta ver como una idea de fotografía se convierte en una foto hermosa y la atesoramos como un bien muy valioso, pero a lo mejor no nos detenemos lo suficiente en pensar que es importante para nuestro ojos.
Sebastiao Salgado dijo hace poco que tener una cuenta de instagram no te hace fotógrafo, porque en el arte de la fotografía hace falta la otra parte: el revelado. Se puede estar más o menos de acuerdo en este punto lo cierto es, que no se puede negar el consumismo estético que deriva de la fotografía digital.
M dice que hemos llegado a un punto en que tratamos a las personas con el baremo de la productividad, yo además creo que viajamos con la prioridad de ser productivos. Ya que he llegado hasta aquí tomaré todas las fotos que pueda, quiero recorrer todo a la mayor velocidad posible para poder acumular la mayor cantidad de recuerdos en un corto tiempo. Como no cuestionamos la velocidad de nuestras vidas seguimos reproduciendo los esquemas de trabajo en nuestro tiempo de ocio.
Como dice Susan trabajamos, también estando de viaje. La cuestión no está en dejar de hacer fotos, no hay más que ver la cara de la gente cuando puedes compartir recuerdos de lugares remotos o como, estando muy lejos puedes contar a la gente que quieres tus aventuras a través de las imágenes.
La cuestión es cambiar la productividad por la libertad, las prisas por la paciencia. No digo que sea yo quien tenga enseñar a nadie, solo digo que plantearlo es algo importante, decirlo en voz alta es necesario. Desde que he empezado a darle vueltas a este tema mi relación con la fotografía se ha vuelto un poco más profunda y disfruto más cuando me dedico a fotografiar Canadá.
Acto 2: La fogata que tardó años en encender
Para hacer patatas a la brasa, es necesario además de carbón y patatas: paciencia.
Hacer fuego con palitos de madera y un encendedor no fue tan fácil como habíamos pensado, se requiere de conocimientos simples pero profundos de cómo se combina el viento con el fuego.
Todo consiste en abanicar de manera intermitente pero constante hasta que el carbón pase de negro a gris y luego a rojo. A veces tardamos muchísimo, pero nada hubiera sido lo mismo sin los malvaviscos, sin las reuniones alrededor del fuego.
Acampar para nosotros no solo fue una manera barata de viajar, fue re-aprender a vivir con las manos, con todo el cuerpo. Tuvimos que aprender a buscar ramitas de distintos tamaños que pudieran servir de hojarasca, puede parecer un conocimiento poco importante pero en esas noches era “TODO”.
Aprendimos que en el terreno de la madre naturaleza sentarse y esperar es parte del trato.
El orgullo de hacer cosas con las manos me hace entender porque existe esa vocecita interna que te pide volver a la naturaleza. En casa alguien lo hubiera hecho por mi, el Gran Cañón fue nuestro segundo camping y el primero dentro de un parque natural y es increíble todas las pequeñas cosas importantes que te puede enseñar vivir pegado a la naturaleza.
Me hace inmensamente feliz que un lugar tan turístico me haya traído tantas preguntas y al mismo tiempo me haya regalado esos momentos, pienso en que a veces es uno mismo el que es capaz de convertir un lugar repleto de gente en un refugio con calor de hogar.
¿Que tiene que ver hacer una fotografía con encender una fogata? Todo.
Cada cosa que hacemos necesita de toda nuestra atención, convertir lo pequeño en nuestra pasión es mi reto en este momento de mi vida. Cocinar, caminar, hablar son todas acciones que hacemos en automático y lo único que necesito es cuestionarlo todo.
El desastre de todo esto es que no tengo ninguna conclusión, solo aparecen cada vez más y más preguntas en mi cabeza a medida que voy conociendo nuevos lugares. Lo que sí puedo ver desde aquí es el hilo conector que tienen todas esas preguntas: dar significado a las cosas.
Fotografiamos porque queremos darle nuestra visión del mundo a nuestros recuerdos, viajamos porque mantenernos en movimientos nos reta todos los días en tantas y diferentes maneras. Pero eso no significa que estemos exentos de lo que nos viene dado culturalmente y para mi ahora lo importante es ir pelando poco a poco la cebolla para descubrir porqué hago las cosas y en qué manera me gustaría de verdad hacerlas.
En el camino, lo escribiré todo y fotografiare lo que en realidad me haga conectar.
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