Aquí estoy, un día más, gustándome los gilipollas. Porque esto es así, los que me conocéis lo sabéis, y los que no, pues ya os lo cuento yo. ¿Y por qué me gustan los gilipollas? Nunca lo sabremos, pero así es, así que vamos a aprovecharlo; que mi experiencia no caiga en saco roto: a lo largo de los años (que no han sido muchos, pero sí muy intensos) me he cruzado con muchos tipos distintos de imbéciles. Del que quiero hablaros hoy es El follarín de los bosques. Y ¿qué es un follarín de los bosques? os preguntaréis angustiados. Bueno, pues así, a grandes rasgos, un follarín es el típico tío que va metiéndola por doquier (¿a que poniendo por doquier parece que se suaviza lo de meterla?). Es el chico que te come la oreja para acostarse contigo y tan amigos. O sea que de algo más te olvides, chata. Que si es lo que quieres, bien, pero si no, un poco por saco sí que da perder el tiempo. Y ya que me preguntáis de dónde viene ese nombre tan guay (porque es guay, y lo sabéis), os diré que debe de haber sido por generación espontánea, porque no es porque el tío te lo vaya a hacer en un pinar ni porque sepa hacerlo siquiera, (ya sabéis, cantidad NO es igual a calidad).
Total, que estás conociendo a un tío y no tienes claro de qué pie cojea. Estas son las claves para saber si tu chico es un follarín de los bosques:
1.- Lo primero, ¿puede serlo? Ya sabemos que a ti te gusta, pero ¿y a las demás? Que no estoy yo diciendo que tu crush sea feo, pero si no conoces, ni sabes de nadie más a quien le mole su rollo, igual lo es. Y no es malo, puedes estar tranquila, hay altísimas probabilidades de que no sea un imbécil de los bosques.
2.- ¿Es francés? 93% de posibilidades de serlo (que no es que tenga yo ningún prejuicio, que también, pero he pasado un año en París: estas cosas se aprenden).
3.- ¿Es camarero de bar o discoteca? ¿Lo ha sido? No, en serio, piénsalo: está ahí mientras un montón de tías (tú incluida, probablemente) se ponen cieguísimas. Aunque sea feo, a las 3 de la mañana va a dejar de parecerlo, y si no ya se encarga él de invitar a chupitos hasta que eso pase. Además piensa en el morbazo de tirarse al barman. ¿Cuántas tías le habrán esperado al final de su turno? Minimísimo una por semana. Echa cuentas. Acéptalo, es un follarín (la vida le ha hecho así).
4.- Más del 87,5% de sus amigos en Facebook son AMIGAS. Follarín fijo. (No es un número exacto pero si hay muchas-muchas, sospecha).
5.- Nunca ha tenido una relación seria a pesar de ser guapo y, a primera vista, encantador. Es cariñoso, amable, ya te ha puesto algún apelativo cariñoso y te da la manita mientras conduce. Reacciona, os habéis visto tres veces, si te llama ojazos, es porque no quiere confundirse de nombre. Hay un 75% de probabilidades de ser un follarín de los bosques.
6.- Le has conocido por Tinder, que es claramente el nuevo Badoo, y todos sabemos para qué era eso (¿le tengo mucha manía a estas redes? Porque creo que les hago mucha publi negativa pero nunca las he probado. Porque yo conozco a la gente en el metro o en mitad de a calle, pero no sé. Eso). Está dentro de esta categoría. (Pero bueno, un poco como tú, ¿no? Porque ibas también a lo que ibas, así que no te sorprendas de que se marche a la mañana siguiente y si te he visto no me acuerdo).
7.- Sus amigos han dejado caer varias veces que es un poco canalla (qué gran palabra esa) como quien no quiere la cosa. Más de 3 veces. A la cuarta historia de conquistas en Badoo que oigas da por sentado que es EL follarín de los bosques por excelencia.
Una vez reconocido el espécimen al que te estás enfrentando, tú decides. Mi política habitual (por experiencia, más que nada) es un poco apartarlos así como con un palito y decirles
P. D.: La ilustración de Robin Hood es de Pizza and Pixels. (En cuanto le he visto he sabido que era él).
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