Hay película que, por motivos varios, acaban pasando a la historia del cine.Algunas de ellas, a la parte muy nutrida de película olvidadas y otras, desgraciadamente las que menos, a las películas que quedan grabadas en la memoria de sus espectadores, aunque, de entrada, estos no contaran con ello ni por género ni, a veces, por casting.
Cuando 20 años después del estreno de una película esta continúa siendo recordada por sus espectadores y recomendada a las nuevas generaciones es que, por lo general, la película tiene esa magia que uno le espera al cine. Una de estas películas está basada en la adaptación de una obra homónima y llegó a nuestras carteleras en 1999 de la mano del estadounidense David Fincher, os estamos hablando de “El club de la lucha”.
“El club de la lucha” empieza presentándonos a su protagonista, un hombre de mediana edad del no conocemos el nombre pero que es, quien narra la historia (le da vida Edward Norton). Se trata de un nombre, podríamos decir que, 100% normal, con un trabajo en una empresa relacionada con los coches y la automoción.
Nuestro protagonista, el narrador, tiene una particularidad y es que, sufre de insomnio. Después de que su médico se niegue a recetarle medicinas, opta por buscar algún grupo de apoyo que le ayude, al final se hace adicto a ellos, apuntándose a grupos de ayuda a enfermos de tuberculosis, de cáncer, de hombres sin testículos que, es el que más le llena y con el que, después de conocer y llorar desconsoladamente con Bob (un hombre sin testículos y con tetas), consigue, por fin, recuperar el sueño.
Un día y después de coincidir en varios grupos, hombres sin testículos incluido, el protagonista se encuentra con Marla una mujer que parece compartir con él ciertos problemas y con quien acaba negociando a que grupos asistir cada uno antes de que les descubran.
Poco después, y durante un viaje de negocios del narrador, sentado a su lado, aparece un nuevo personaje en la trama, el vendedor de jabones Tyler Durden (Brad Pitt). Tyler es, casi la antítesis del narrador, una persona que vive bajo la premisa de hacer lo que uno cree correcto. Cuando ambos se separan, al bajar del avión poco imaginan que, dos horas más tarde volverán a estar juntos y ante una curiosa disyuntiva, si el narrador golpea a Tyler, este le dejará quedarse en su destartalada casa.
De los primeros golpes ante la mirada de curiosos, pasan a organizar peleas en el sótano de un bar donde forman un club de lucha clandestino regido por un puñado de reglas entre las que está, obviamente, no hablar nunca del club.
Después de obtener bastante éxito con su club, Tyler, y dejando un poco al margen a su compañero y protagonista, emprende lo que llaman Proyecto Mayhem, un proyecto nutrido por un grupo numeroso de adeptos fieles que se organizan siguiendo las reglas anticapitalistas y anticorporativas de Tyler. Después de un accidente en el que acaba muriendo Bob, el amigo del protagonista, este decide poner fin al Proyecto, aunque lo que descubre es que este se ha extendido por múltiples ciudades de Estados Unidos.
Tyler y el narrador, los dos protagonistas de "El club de la lucha"
Como os podéis imaginar, la trama de “El club de la lucha” continua más allá, aunque ya ha llegado el momento de parar nuestro desarrollo, pues para nada queremos desvelar el misterio de la misma. Lo que sí haremos ahora es contaros, nuestra visión de “El club de la lucha”.
Deciros que, en “El club de la lucha” nos encontramos con una obra de esas que, dejar indiferente a alguien no está ni entre sus prioridades más remotas ya que, desde el minuto uno de metraje, su estética oscura y hasta cierto punto desagradable se mezcla con una punzante sátira de comedia negra que dejan a uno pegado ante la pantalla manteniéndote allí hasta el final. Con esta premisa, la trama de la historia se desarrolla en un ámbito totalmente destructivo, donde las figuras consumistas están al orden del día, así como, la casi permanente lucha para demostrar la masculinidad de uno, el protagonista (un club de lucha entre hombres, un grupo de ayuda para hombres sin testículos, etc. etc. etc.), incluso hasta el último fotograma. Sin lugar a dudas, podríamos decir que “El club de la lucha” es una película transgresora, trepidante y arriesgada.
Interpretativamente, os diremos que en “El club de la lucha” encontramos quizá, las mejores actuaciones de la carrera de sus protagonistas, Brad Pitt y Edward Norton. Norton, dando vida a su personaje sin nombre, pero tremendamente trastornado está realmente espléndido, mientras que Pitt, en su época dorada como actor, borda su papel de hombre sin valores y nihilista. Ambos están sencillamente sublimes.
Somos conscientes que mucha gente no entenderá o no ha entendido “El club de la lucha”, quizá por lo transgresora que es, quizá porque uno no espera el potente trasfondo que nos cuenta, quizá simplemente porque es una película de culto (y para mucho, se aleja de lo comercial). Con todo, nuestra nota final para “El club de la lucha” es de un 8 sobre 10.
Título original: “Fight Club” – 1999 – USA
Dirigida por: David Fincher
Duración: 139 minutos
Género: Drama, Thriller