Los datos conservados respecto a su origen parecen situar su fundación en el primer cuarto del siglo X. Según el historiador López Ferreiro, se conserva en los índices del Archivo de San Martín Pinario, un documento sobre el Monasterio de Soandres, donde vivió el obispo Don Nuño, que hace referencia a una sentencia dada en el año 922, estando en Soandres con el Conde Froilán Menéndez.
Lucas Álvarez apunta la fundación del monasterio a los padres de Conde Pelayo, que realizan una donación a esta iglesia en un documento datado en el año 990.
Desde su fundación este templo benedictino posee una notable importancia al ejercer influencia sobre gran parte de lo que hoy conocemos como Bergantiños.
Hasta el año 1351, y durante cuatro siglos, el Monasterio de Soandres estaba bajo el patronazgo de San Salvador. Fue entonces cuando el rey de Castilla, Pedro I, en una demostración de la protección que profesaba al templo, decidió eximirlo de pagar los impuestos de “yantare e colleita”. Los monjes, como muestra de agradecimiento, cambiaron la dedicación del cenobio a San Pedro.
Fue a finales del siglo XV y principios del XVI cuando el monasterio comienza a perder privilegios debido a la reforma de los Reyes Católicos. El templo se convierte en esta época en un priorato dependiente del Monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela, unión confirmada por el Papa Alexandre VI el 1 de octubre dell año 1500.
La vida monástica finaliza el 6 de diciembre del año 1835. El monasterio pierde sus propiedades y su función se limita, desde entonces, a la de iglesia parroquial.
Descripción:
Hoy en día se conserva el conjunto arquitectónico que conforma la iglesia y la casa rectoral. Las reformas realizadas, especialmente durante los siglos XVII y XVIII, lo han dotado de diferentes estilos arquitectónicos. El barroco de las naves se fusiona con natural armonía con el gótico de la cabecera y con los restos románicos, en elementos del muro norte, del templo primitivo.
El templo es basilical, con tres naves y tres ábsides poligonales que en el exterior están coronados por canecillos románicos y poseen contrafuertes graduados. Es del más puro estilo gótico y representa la parte más hermosa y de mayor interés arquitectónico del templo.
En el ábside central, la iluminación natural procede de los tres huecos abiertos en el muro, mientras que los laterales sólo tienen uno.
La fachada norte conserva una parte del muro de la antigua iglesia románica, con un fragmento de cornisa soportada por algunos canecillos con formas geométricas simples, que se continúan un poco por la cornisa del ábside inmediato.
También se conserva un fragmento de cornisa y canecillos en el ábside opuesto.
La fachada barroca del siglo XVIII, se separa en tres cuerpos por dos contrafuertes en los que en el medio está la puerta adintelada. En cada cuerpo existe una pequeña ventana para dar luz a cada una de las naves interiores.
Una espadaña con campanario corona la fachada
En la actualidad aún se pueden encontrar entre sus muros diversos restos de inscripciones medievales, como la que actualmente se encuentra recolocada en un vano, alusiva al mandato del Abad Pedro que, sin duda, son restos de una fábrica anterior que fueron reutilizados en la actual.
Casa rectoral
Pegada al muro sur de la iglesia está la Casa rectoral, que conserva la estructura y claustro del que fuera el monasterio.
En su interior, buena parte del edificio actual mantiene arquitectura gótica propia del siglo XIV, como en los ábsides poligonales cubiertos de cúpulas nervadas y el arco apuntado triunfal.
La otra parte del templo ya es barroca y en ellas destaca su austeridad.
En la actualidad las dos capillas laterales y la central se encuentran ocupadas por tres retablos clásicos de madera instalados en el siglo XVIII.
En el retablo mayor podemos contemplar una imagen de San Pedro (titular de la iglesia) realizada en madera policromada, que data de la primera mitad del siglo XIX. Representa a un hombre de edad avanzada, rostro cansado, lleno de melancolía, barba larga, cejas dibujando un contorno nítido siguiendo las líneas de la nariz... Se considera esta talla como neoclásica, donde los pliegos de su vestimenta son más naturalistas y más blandos, pero siguiendo el estilo del taller del escultor noiés Ferreiro.
En una de las columnas que forman parte del altar mayor de la iglesia, aparece una inscripción que reza: "Don José Calvelo y su oficial José María Brocos y Don Eugenio de Brocos. En 1825 se pintó el retablo mayor y también se haría la figura de San Pedro". Estos datos nos ayudan a encuadrar la obra en el período neoclásico, aunque sigue los modelos comenzados por José Ferreiro unos años antes.
En las capillas absidiales del lado del Evangelio (bajo la advocación de la Virgen del Rosario) y de la Epístola (San Benito), los retablos ocultan por detrás y por debajo de los sotobancos, dos ALTARES PÉTREOS góticos, contemporáneos a la cabecera de la iglesia (segunda mitad del siglo XIV), descubiertos en una intervención reciente de saneamiento de los ábsides, que han quedado integrados en la disposición en que se encontraron, con los retablos adaptados para su contemplación eventual.
Son dos mesas de altar con cinco soportes cada una, cuatro en posición angular y uno en posición central, que sujetan la tabla de la mesa de altar. La atribución de estas mesas como altares se sustenta en que, los soportes centrales que sostienen la tabla, contienen unos depósitos relicarios, situados en las oquedades existentes en el interior del propio soporte central. En la mesa del lado del Evangelio se encontró una caja de madera de sección circular, en la que se custodiaban envueltas en un paño rojo dos lipsanotecas. Sin embargo, en la de la Epístola no apareció ningún relicario, sino que este espacio cobijaba unas cenizas. Constituyen estos altares medievales, unas estructuras pétreas únicas en Galicia de cronología gótica, lo que sin duda, contribuye a aumentar su valor y significación.
Cabe destacar la existencia de una IMAGEN DE SANTA MARTA, hermana de Lázaro y María, realizada en piedra policromada y hechura rústica, de finales del S. XVIII, procedente de la ANTIGUA ERMITA DE SANTA MARTA, que se encontraba bajo la protección del antiguo priorato benedictino y ubicada en el hoy conocido como MIRADOR DE SANTA MARTA.
Iconográficamente, está caracterizada por los atributos con los que se representa tradicionalmente en el Evangelio, con su dedicación a los oficios del hogar. De ahí que en su mano izquierda lleve un vaso y, con la derecha, sujeta un cesto. En otra iconografía de Santa Marta, como evangelizadora de Provenza, se representa venciendo al dragón o pulverizándolo con agua bendita.
También existe otra imagen de las mismas características que representa a Santa Lucía.
El último fraile benedictino de Soandres fue don Justo Barrio Castroviejo, que recibió sepultura en un nicho de cantería, que él mismo mandó construir, adosado a los muros de la parte derecha de la puerta principal de la iglesia. Actualmente, ya no queda vestigio alguno de esta sepultura, tan solo unas marcas entrantes en la pared de la iglesia, a la derecha de la puerta principal, que delatan los curiosos restos de su ubicación. Antiguamente los cristianos recibían sepultura dentro del mismo recinto de la iglesia. El último enterramiento efectuado dentro de la iglesia data de agosto de 1833.
En el Monasterio existía un ARA DE ÉPOCA ROMANA dedicada a Hércules, ésta fue reutilizada como base de altar y estuvo ubicada en la Capilla Mayor, tal como escribió el cardenal Jerónimo del Hoyo “En un altar pequeño que está arrimado al poste principal de la capilla mayor del lado de la Epístola, que tiene una piedra grande sentada sobre una basa cuadrada; parece que la dicha basa fue arula gentiliçia por que tiene estas letras: IOM / HERKULI. IONICO. Mandose en una visita picar las dichas letras, porque no quede rastro de semejante cosa”. Dicha ara se conservó en el templo hasta el año 1909, año en el que esta pieza formó parte de la Exposición Arqueológica celebrada en Santiago, lugar del que nunca regresó. En la actualidad, se encuentra en el MUSEO DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO. Se trata de un ara votiva de granito, perimetral con base y cornisa y con focus triangular con la presencia de una patera con asas.
En el atrio se alza un CRUCEIRO del siglo XVIII.
También, en las cercanías, se encuentra la FUENTE SANTA, de la que brotan "aguas milagrosas", con propiedades curativas para dolencias de los oídos, según dicen las creencias populares.
Curiosidades:
El último fraile benedictino de Soandres fue don Justo Barrio Castroviejo, que recibió sepultura en un nicho de cantería, que él mismo mandó construir, adosado a los muros de la parte derecha de la puerta principal de la iglesia.
Actualmente, ya no queda vestigio alguno de esta sepultura, tan solo unas marcas entrantes en la pared de la iglesia, a la derecha de la puerta principal, que delatan los curiosos restos de su ubicación.
Antiguamente los cristianos recibían sepultura dentro del mismo recinto de la iglesia. El último enterramiento efectuado dentro de la iglesia data de agosto de 1833.
El miércoles 12 de agosto de 1745 el Padre Sarmiento sale de A Coruña hacia el Monasterio de San Pedro de Soandres. Entre las notas que va tomando durante su periplo destacan: “El priorato fue Monasterio. La iglesia está muy mal tratada pero antiquísima, y se conoce que fue edificada con las piedras de las ruinas de algún edificio de los gentiles, según las señales que tienen algunas piedras que están en las escaleras y en otras partes.”
“Teniendo leído yo en el Catálogo de las Pilas del Arzobispado de Santiago, que está en la Camara de San Martín, y se hizo en el año 1604, que en Soandres al pie de la epístola había esta inscripción: I.O.M HERKULI IONICO. Y que por visita se mandara picar por ser de gentiles. Registré ese lado y aún se reconoce la picadura, y que se cubrió de cal y embarró. Noté que muchas piedras de la iglesia tienen una o dos letras, ya góticas, o romanas”.
En el Monasterio existía un ara de época romana dedicada a Hércules, ésta fue reutilizada como base de altar y estuvo ubicada en la Capilla Mayor, tal como escribió el cardenal Jerónimo del Hoyo “En un altar pequeño que está arrimado al poste principal de la capilla mayor del lado de la Epístola, que tiene una piedra grande sentada sobre una basa cuadrada; parece que la dicha basa fue arula gentiliçia por que tiene estas letras: IOM / HERKULI. IONICO. Mandose en una visita picar las dichas letras, porque no quede rastro de semejante cosa”. Dicha ara se conservó en el templo hasta el año 1909, año en el que esta pieza formó parte de la Exposición Arqueológica celebrada en Santiago, lugar del que nunca regresó. En la actualidad, se encuentra en el Museo de la Catedral de Santiago. Se trata de un ara votiva de granito, perimetral con base y cornisa y con focus triangular con la presencia de una patera con asas.
Los altares de las Capillas Absidiales del lado de la Epístola y del Evangelio, se encontraron durante los trabajos realizados para cambiar la pavimentación de las capillas laterales, una vez desmontados los sotobancos de los retablos. Son dos mesas de altar con cinco soportes cada una, cuatro en posición angular y uno en posición central, sujetan la tabla de la mesa de altar. La atribución de estas mesas como altares se sustenta en que, los soportes centrales que sostienen la tabla, contienen unos depósitos relicarios, situados en las oquedades existentes en el interior del propio soporte central. En la mesa del lado del Evangelio se encontró una caja de madera de sección circular, en la que se custodiaban envueltas en un paño rojo dos lipsanotecas. Sin embargo, en la de la Epístola no apareció ningún relicario, sino que este espacio cobijaba unas cenizas. Por último, se cree que estos altares serían una obra de la segunda mitad del siglo XIV, y son unas estructuras pétreas únicas en Galicia de cronología gótica.
Otras entradas Costa Da Morte
DE PASEO POR EL ARTE MURAL DE CARBALLO:
https://bichosymasvlc.blogspot.com/2022/09/de-paseo-por-el-arte-mural-de-carballo.html
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España.