Con 28 años, Vega es una revelación del cine chileno con el filme que compite en la terna de Mejor película extranjera, Una mujer fantástica.
En ella, retrata a la transexual Marina Vidal, quien no podrá tener un duelo normal después de perder a su pareja, porque la familia de esta y las instituciones no se lo permitirán.
Aunque ella misma dice que no es “bandera de lucha del mundo trans”, sí quiere poner su testimonio al alcance del público en caso de que a alguien le sirva.
Cuando ella, con 14 años, se dio cuenta de su identidad sexual, no tenía referentes con los cuales identificarse: “Sabía que no era gay porque no era lo que sentía propio. No había ni fundaciones, ni películas, ni gente famosa trans que me sirvieran de referencia. Era yo contra el mundo”, dijo en entrevista para el periódico La hora.
Crecer como la primera y única niña trans en muchos círculos de su vida (escuela, vivienda, trabajos) no fue fácil, pero ella sabía quién era: “Voy a ser una niña si yo quiero, voy a ser actriz si yo quiero. Ser rebelde significa primero ser digno. La rebeldía no es otra cosa que dignidad”.
Con Una mujer fantástica, Daniela Vega ya tiene un premio Goya a cuestas. Ahora, en los Oscar, será una vez más la primera: la primera mujer trans en subir a presentar un premio.
Cada vez, los espacios se llenan de inclusión. Ojalá que Daniela se convierta en la primera, pero no en la única con este tipo de participaciones en el ámbito del cine y el entretenimiento.