Era una historia como cualquier otra. De esas que comienzan sin más. Sin que nadie lo supiera. Pero nadie, nadie. Tan siquiera lo sabían ellos.
Una historia de las que los amantes se pierden en sus miradas cómplices. Dónde un simple roce de piel fortuito hace cosquillas al alma. Pero aun así, no lo sabían. Lo negaban todo. Tiempo compartido y vivido juntos por ases en la manga del destino. Pero ellos negaban que se gustaban, que se querían, que se deseaban. Lo negaban todo.
Era una historia que surgió como todas, de la nada. No había un antes en este relato. No había un tiempo atrás, ni existían recuerdos previos.
Sus caminos fortuitamente se cruzaron por el azar. Como podrían haberse cruzado otras dos personas. Pero el destino se encaprichó que debían ser ellos. Como nacen todas las historias, de la nada.
La magia y el destino pusieron su mano en el asunto, y tramaron un complejo plan para que una noche, o mejor dicho "la noche", aquellos dos amantes dieran un paso más en sus vidas.
El ser más valiente pidió un beso, aventurándose a una posible negativa por la otra parte. Pero no, esta vez el plan debía salir bien y estaba predestinado a convertirse en el primer beso de aquel punto de unión.
Ese beso fue el primero de muchos otros de la noche. La unión ya no coexistía únicamente en sus miradas y sus almas, ahora también sellaban su unión con sus labios.
Sus cuerpos brotaban meses de incansable deseo. Un deseo que ni ellos mismos eran conscientes.
Había llegado el gran día de expresar lo que tiempo atrás hablaban con sus miradas.
Caminaban de la mano buscando un refugio para desenmascarar la pasión.
El dormitorio no solo olía a tabaco y alcohol. También se podía respirar el elixir del deseo desenfrenado.
Una historia que había nacido de la nada, y en aquel preciso momento, aquella nada era todo. Piel con piel recorriendo cada rincón de sus cuerpos, gimiendo, gozando y disfrutándose mutuamente. Momentos de placer que arrebataban el sentido común y la coherencia. Sintiendo no solo el cuerpo del otro, también alimentando sus almas con besos y caricias.
Complacían sus ansias. Sofocaban las ganas alarmantes del sentir. Estudiaban minuciosamente sus cuerpos, a tientas.
La corriente de las yemas de sus dedos se propagaba como el fuego por las sábanas. Expuestos a la mirada del otro, desnudos en cuerpo y alma por una noche. Solo por una noche.
Una historia de la nada, que ahora era todo.
Todo fue rápido pero muy intenso. Había ganas. Muchas ganas de probar aquel misterio que los unía por alguna extraña razón, que podríamos llamar pasión.
Pero amaneció y con los primeros rayos de sol nadie pudo engañar a la memoria. Ya no había retorno. ¿Cómo vivir en la ignorancia de lo que pudo haber sido sin aquel caos que desencadenó ese beso? ¿o quizás era mejor vivir aquella mentira obscena? Los suspiros brotan de las incógnitas de las cadenas errantes. ¡Qué macabra había sido esta vez la jugada del destino!
Toda aquella historia que empezó de la nada, retrocedió. Fue caminando en la otra dirección sin control. Ese era el plan que tenía el destino preparado. Aquella historia que empezó de la nada, volvió a sus comienzos, y ahora eran NADA.
Recuerda Cupidero que si nada es para siempre, te invito a ser mi NADA.
LES QUIERO CON MUCHO HUMOR
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