Hace poco han sido las fiestas de San Isidro y ¡qué bonita está la pradera madrileña! Llega el buen tiempo y la mayoría de celebraciones estivales. La ciudad se viste de alegría. Esa ciudad que genera una relación de amor y odio.
Esta composición de Joaquín Sabina y Antonio Flores ha dado muchas vueltas. La primera vez que la escuchamos fue en La Mandrágora, genial disco en el que Joaquín compartía cartel con Javier Krahe y Alberto Pérez. Antonio Flores compuso la música con 17 años y Sabina le añadió la letra. Desde entonces muchos se han apropiado del tema como himno. Entre ellos los Porretas, conocido grupo del barrio de Hortaleza. Éstos cambian la última frase de la canción. Sabina decía: "Cuando la muerte venga a visitarme, llevadme al sur donde nací. Aquí no hay sitio para nadie, pongamos que hablo de Madrid". El grupo de rock le dio un toque distinto y prefirieron terminar el viaje donde empezaron: "Cuando la muerte venga a visitarme, no me despiertes, déjame dormir. Aquí he vivido y aquí quiero quedarme".
Todos conocemos a Sabina. Es capaz de aunar en una letra todas las deficiencias y encantos de su ciudad. El cantante argentino Jairo decía de él que quiere llevar su barrio al mundo entero. Y lo consigue, nos mete la idea de que si todos los caminos llevan a Roma, ya sea a ritmo de cantautor que con un rock and roll de barrio, pasan por Madrid.