Hacia 1862, un grupo de jóvenes pintores, que consideraban que el arte se encontraba encorsetado debido a las reglas excesivamente rígidas que se enseñaban en las academias de Bellas Artes (véase academicismo), comenzaron a reunirse en París alrededor de Claude Monet. Tras seguir el camino iniciado por Eugène Boudin y Johan Barthold Jongkind en los años 1850-1860, estos jóvenes artistas comenzaron a pintar al natural, es decir, al aire libre con el el impresionismo, para centrarse en el motivo pictórico e intentar captar las manifesta-ciones efímeras del entorno. Así, al evitar el taller y su artificiosidad, lograron plasmar las sensaciones visuales del paisaje y pintar la luz y sus efectos.
Los artistas centrados en el impresionismo se formaron en talleres privados, tales como el Gleyre o la Académie suisse, y se reunieron en el café Guerbois de París para intercambiar ideas. La estética de este movimiento, prefigurada por William Turner, revela, asimismo, la influencia de Courbet y del realismo (véase realismo). Sus adeptos veneraban a Delacroix, pintor que ya en su tiempo había experimentado con la división de las tonalidades cromáticas, los colores complementarios y los contrastes, aunque también bebían de otras novedosas fuentes de inspiración, como las estampas japonesas o la fotografía, inventada en 1839.
La mayoría de los artistasn que trabajan con el impresionismo, a quienes les estaba totalmente vetada la asistencia a los salones de pintura de París y otros entornos oficiales, puesto que eran calificados como barbouilleurs (pintamonas), solían vivir en la más absoluta miseria e intentaban darse a conocer a través de exposiciones privadas. La primera manifestación de este movimiento tuvo lugar en 1874 en París, en el boulevard des Capucines, en el taller del fotógrafo Félix Nadar. A raíz de este acontecimiento, el periodista Louis Leroy, colaborador de la publicación Charivari, en alusión burlona al título del célebre cuadro de Claude Monet Impresión, sol naciente, acuñó el término «impresionismo». A partir de ese momento, los impresionistas celebraron siete exposiciones sucesivas hasta el año 1886, fecha en que el grupo, ya muy fragmentado, se disolvió definitivamente.
Aunque partir de los años 1880-1890 el impresionismo se difundió entre los artistas extranjeros, su influencia contribuyó, sobre todo, a propiciar la eclosión de nuevas reacciones estéticas. A pesar de la hostilidad reinante, el escritor Émile Zola y el marchante de arte Paul Durand-Ruel apoyaron con determinación la pintura impresionista, en la que se recreaba un mundo pla¬centero, donde no existían las dificultades sociales, políticas y económicas del momento. Por su parte, el periodista y crítico de arte Théodore Duret, propietario de una considerable cantidad de telas impresionistas, publicó en 1904 su célebre Historia de los pintores impresionistas.
Este texto es un fragmento del libro Movimientos de la Pintura de Larousse Editorial. Si te interesa este contenido, tienes más información sobre todos los movimientos relacionados con el arte de la pintura aquí: Larousse.es