Según cita el blog Nautilus, es probable que estas máquinas extraterrestres hayan evolucionado de seres orgánicos y que, al ritmo que vamos, en el futuro los humanos tendremos una transición similar de lo biológico a lo mecánico.
«En un planeta que orbita una estrella más antigua que nuestro sol, la vida puede haber evolucionado hacia un dominio de la inteligencia de las máquinas», dice Rees.
Según los cálculos del astrofísico, en tan solo uno o dos siglos, la humanidad se verá superada por la inteligencia de las máquinas, la cual también comenzará a evolucionar por sí misma, tomando nuestro lugar como «amos del planeta».
«Esto implica que, si alguna vez detectamos inteligencias avanzadas en el cosmos, lo más probable es que sean de origen no orgánico. Es una cuestión matemática, tenemos menos probabilidades de detectar una inteligencia extraterrestre durante el breve periodo de tiempo en donde todavía conserva una forma orgánica», explica Rees.
Sir Martin Rees.
En cuanto al proyecto SETI, encargado de buscar señales de transmisiones emitidas por civilizaciones extraterrestres, Sir Martin Rees piensa que, aunque lográramos captar algo, seríamos incapaces de decodificarlo, pues la señal podría ser un derivado o falla de una máquina compleja más allá de nuestro entendimiento cuyo linaje se remontaría a seres alienígenas orgánicos que ya podrían estar extintos.
El científico también destaca que, incluso si la inteligencia se esparce a lo largo del cosmos, solo seríamos capaces de reconocer una diminuta fracción de ella. Esto debido a que los «cerebros» evolucionarían a formas ya irreconocibles por nuestra especie. Por ejemplo, en vez de apegarse al concepto de civilización, los extraterrestres más avanzados alcanzarían un nivel tan alto que pasarían a integrar una inteligencia unificada —¿una suerte de consciencia universal?—.
Reflexionando sobre lo dicho, Rees cree que tal vez la galaxia esté plagada de vida avanzada y que nuestros descendientes podrán «conectarse» a esa comunidad galáctica. No obstante, no descarta por completo la posibilidad que la biósfera de la Tierra sea única y que las búsquedas fallen, es decir, que nuestro planeta sea el lugar más importante del universo.
«Entonces tendríamos un significado cósmico especial por ser los precursores orgánicos de una cultura más avanzada dominada por las máquinas que en el futuro se abriría camino más allá de la Tierra», concluye Rees.