Cuando era pequeño aprendí a tocar el teclado, a veces soñaba con dar un gran concierto a piano de música clásica, pero al crecer, por cuestiones del destino nunca logré tal cosa, sin embargo, imaginarán la gran emoción que me causó el visitar una ciudad que se caracteriza, por que vio entre sus calles a uno de los más grandes músicos de la historia, lleno de leyendas que rodean su vida pero que ha sido inspiración de músicos en la evolución de la música.
En Bonn, se encuentra una de las Universidades más conocidas y donde se puede comenzar un recorrido disfrutando de una rica crepa de nutella camino al Schloss (Castillo), donde actualmente se encuentra el Instituto de Zoología, de Mineralogía y la Coordinación de Biomedicina Molecular, sin embargo por azares, las calles de Bonn nos perdieron un poco por lo que pude ver de cerca la vida cotidiana de Bonn.
Al llegar al Castillo es imposible no buscar la entrada al Jardín Botánico, que es totalmente recomendable visitarlo. Al conocer algunos Jardines Botánicos de México, este me parece increíble por las técnicas de conservación y plantas que tienen, aunque los de México no tienen nada que envidiarles a este.
El cambio al anochecer es impactante, las calles se llenan de más vida y disfrutar de un té, en una de las casas de té de la región, con vista a una calle tan transitada peatonalmente y donde vivió Beethoven es tan solo un momento de lo más grandioso, relajante e inspirador.