Fue noticia mundial el vergonzoso incidente en el estadio de Boca Juniors (Argentina) en virtud de un partido disputado a medias el día jueves 14 de Mayo, por la Copa Libertadores de América ante su rival argentino River Plate.
En momentos en que los jugadores de River Plate salían por la manga hacia la cancha para disputar junto a Boca el segundo tiempo, fueron agredidos con un líquido de fabricación casera resultante de la combinación de pimienta de cayena y un ácido. Esta agresión provocó quemaduras de primer grado en ojos, rostro y espalda de cuatro jugadores del plantel, por lo que se debió suspender el encuentro. Se hizo la correspondiente denuncia policial, se evacuó la gente del estadio y solo después de garantizar la seguridad de los jugadores pudieron abandonar la cancha, en la madrugada del viernes.
Quienes vimos el encuentro, pudimos apreciar la falta de solidaridad de dirigentes y jugadores de Boca hacia los lesionados jugadores de River, a quienes ni se dignaron acompañar al momento de abandonar el estadio, prestarle asistencia médica ante el evidente sufrimiento que presentaban con la lesión, ni siquiera, acompañarlos al momento de su retiro de la cancha.
Ni hablar de una multitud enagenada (afortunadamente minoría) que arrojaba botellas a jugadores y dirigentes al ingresar a la manga, custodiados por policías armados de escudos protectores.
Una verdadera VERGUENZA, una herida de muerte al fútbol argentino y a una sociedad entera que
cuando la incultura y la barbarie caminan juntas
ya da muestras de odios desde el mismo gobierno ante sus adversarios políticos o la misma prensa, nos lleva a preguntarnos ¿Se ha iniciado una era dominada por la cultura del odio?
¿Qué futuro les dejamos a nuestros hijos? ¿Qué viene después? ¿Tal vez esperar que estas barras impunes, respaldadas por políticos y funcionarios obsecuentes saquen de entre sus ropas un arma de fuego para atentar contra los jugadores o árbitros?
Una sociedad dividida desde el mismo gobierno contra el que piensa distinto, contra el que no es oficialista, contra el que informa lo que no les conviene... Una sociedad enferma de violencia desde la mas tierna infancia...
No es posible, en una dirigencia con sentido común y carente de egoísmos que se permita que un grupo reducido de personas arruine un encuentro, imposibilite a la familia, concurrir en paz a un evento deportivo, por el que pagó su entrada, viajó desde varios kilómetros, gastó sus ahorros.
No es posible que la ambición y corrupción domine los destinos de una población que supera los 40 millones, y que una minoría inadaptada pueda mas que los 50.000 personas honestas concurrentes al evento.
No es posible que un club con gran historia, deba ser castigado duramente-aunque con justicia- a causa de cuatro o cinco delincuentes amparados por políticos corruptos, dirigentes que se hacen los distraídos y vigilancia inoperante (1.200 policías y 450 guardias privados), que deja pasar al estadio desde bengalas hasta un drone, cuando está totalmente prohibido.
No es posible que se deba evitar que la parcialidad contraria concurra al estadio para evitar peleas , incidentes y hasta muertes, entre los integrantes de cada hinchada. Me pregunto: ¿Se tendrá que realizar los encuentros deportivos a "puertas cerradas", en un futuro, sin presencia de público?
Es necesario hacer un "párate" y reflexionar que es lo que queremos para el futuro, no sólo en Argentina sino en un mundo plagado por la injusticia, los odios, la discriminación, el fanatismo en todos los órdenes, la intolerancia y el "no me importa" lo que le sucede al otro.
Es necesario tomar cartas en el asunto, comenzar a trabajar por un cambio "en serio" para que luego no lamentemos la destrucción de nuestra especie...
Desde la familia, formadora de los primeros valores, los gobiernos, los comunicadores sociales, es necesario juntar voluntades para lograr un mundo mejor, donde el respeto por el otro sea lo que prime y en el caso del deporte lo que importe es "competir, divertirse y divertir, dar lo mejor de sí, se pierda o se gane"