Acebales en Castilla y León
© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
El hecho de que el acebo sea un árbol tan navideño tiene que ver con que fuera la planta escogida por la Iglesia católica para hacer olvidar en su momento la costumbre pagana que tenían algunos pueblos bárbaros como los celtas, de convocar a la buena suerte mediante la colocación de ramas de muérdago cuando llegaba el solsticio de invierno.
PODCAST del programa PISTAS -Onda Cero Castilla y León- dedicado a los acebales.
El empeño de la Iglesia católica por sustituir estas celebraciones paganas por los ritos cristianos que conmemoraban el nacimiento de Jesús conllevó también localizar una planta que hiciera olvidar las resonancias mágicas del muérdago. Y así se encontraron con el único árbol que, justo en ese momento del año y en buena parte de Europa, lucía como el más vistoso del bosque. Mientras que gran parte de especies han perdido sus hojas o se mantienen prácticamente sin crecimiento durante el invierno, el acebo destaca tanto por el brillo de sus hojas como por el llamativo color de sus pequeños frutos rojos.
La justificación por parte de la Iglesia de la elección de esta planta y no de otra para hacer olvidar la costumbre pagana del uso del muérdago se debió al argumento de que las hojas de acebo, con sus púas, ayudaban a recordar las espinas de las corona de Cristo, mientras que esos frutitos rojos del acebo eran la imagen perfecta de la sangre sacrificada.
El origen del uso del acebo como una planta asociada a la Navidad parece estar en las islas Británicas, en torno a los siglos VII y VIII, aunque es a partir de mediados del silgo XIX cuando empieza a utilizarse de forma masiva como una manera de llamar a la buena suerte. Y, concretamente en España, a lo largo del siglo XX su uso indiscriminado, junto con la costumbre de convertirlo en un adorno, lo llevó casi casi al borde la extinción.
Caminantes recorriendo el acebal de Prádena. Localidad de Prádena. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Hoy el acebo, dada su escasez en la Península, se encuentra protegido y su corta indiscriminada está completamente prohibida. Todos los adornos que se ven en los mercadillos navideños, floristerías o que se venden en cualquier parte deben proceder de las podas controladas que se realizan entre los meses de noviembre y diciembre y deben ir identificados, de manera que se sepa su procedencia.
El árbol
Se trata de una especia oriunda de China que puede llegar a medir hasta 10 metros y vivir hasta 500 años, aunque lo más habitual es encontrarnos con ejemplares de entre 1 y 5 metros de alto. Es un árbol que crece en los barrancos, en las hoces de los ríos, amante de la humedad y de las sombras, y se le encuentra frecuentemente en las laderas septentrionales de las montañas y el interior de otros bosques de mayor extensión de encinas, robles o hayas.
De forma tradicional, al menos desde el siglo XII, los acebales se han aprovechado de varias maneras en el mundo rural configurando terrenos adehesados, con espacios para el ganado, al tiempo que la madera servía para leñas y herramientas, y las ramas más tiernas como forraje. Es, precisamente este uso tradicional, el que ha hecho que en Castilla y León podamos contar con estas dos grandes manchas de acebo como las que existen en Prádena de la Sierra (Segovia) y Garagüeta (Soria).
La importancia del acebo en el entramado ecológico del bosque radica en que es una de las pocas plantas silvestres capaces de ofrecer alimento a los animales justo en el momento del año en el que es más difícil de encontrar. Los llamativos frutos del acebo, las típicas bolitas rojas, maduran a finales de octubre y permanecen en el árbol hasta bien entrado el año siguiente. Durante todos esos meses, que es cuando mayor escasez de alimentos encuentran los animales, son la despensa de la que tiran muchos de los pájaros del bosque hasta que la naturaleza vuelve a despertar de nuevo.
Otra característica llamativa es que el acebo tiende a crecer formando pequeños corros de manera que el interior de estos corros se convierte en un refugio perfecto tanto para el ganado en las dehesas de acebo como para la fauna silvestre. No solo porque el tipo de hoja de los acebos y su distribución protege de las grandes nevadas o las grandes tormentas a quien está debajo, es que la temperatura en el interior de estos corros de acebo es un poco más fresca que en el exterior, en verano, y un poco más cálida que en el exterior del bosque, en invierno.
Dos lugares para disfrutar en Castilla y León
PRÁDENA (Segovia). Es la mancha de acebos más extensa del Sistema Central y la más meridional de España. Son unas 60 hectáreas de bosque que prosperan algo más arriba del paso de la Cañada Real Soriana Occidental, que por aquí faldea la sierra segoviana.
Tronco de uno de los grandes robles que crecen en la dehesa de Prádena. Acebal de Prádena. Localidad de Prádena. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
El saludable paseo que lleva hasta él arranca en el área recreativa de El Bardal, junto a la carretera N-110 que bordea Prádena. Desde ahí una pista de tierra encara la corta ascensión que, en unos tres kilómetros y algo más de media hora, lleva hasta el acebal. El camino hasta él no está señalizado pero es bastante obvio. Únicamente hay que tener la precaución de no desviarse por una primera pista de tierra, que sale por la izquierda al poco de empezar el paseo, y seguir por la Cañada Real Soriana Occidental. Enseguida vamos a ver, sobre las faldas de la montaña, la mancha oscura del acebal, que contrasta con el resto de la vegetación.
El recorrido por el interior de este espacio es cosa de cada cual, aunque una forma de organizarlo es atravesándolo longitudinalmente hasta dar con el vallado que lo acota por el sur. Ahí vamos a ver el camino que, en paralelo, va descendiendo hacia Prádena. Entre la ida y la vuelta son unos 6 kilómetros que, dependiendo de las paradas, pueden hacerse en unas dos horas.
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GARAGÜETA (Soria). La otra recomendación para disfrutar de acebos estas navidades es el acebal de Garagüeta. Lo encontramos al norte de la provincia de Soria, en pleno Sistema Ibérico Norte y dentro del término municipal de Arévalo de la Sierra. Con sus 406 hectáreas es la mancha de acebos más importante de la Península y una de las más extensas de Europa.
Esta masa forestal en concreto forma parte de la Reserva Natural del Acebal de Garagüeta. Así que la primera recomendación es acercarse hasta la Casa del Parque que está ubicada en la localidad de Arévalo de la Sierra. Ahí nos vamos a enterar de cosas como, por ejemplo, que el motivo principal de que se haya conservado esta mancha de acebos tal y como la tenemos ahora se debe, sobre todo, a la estrecha relación entre este bosque y su uso como dehesa ganadera.
Acebal de Garagüeta. Soria. Castilla y León. España, 2004 © Javier Prieto Gallego
Pero, desde luego, la mejor forma de disfrutarlo y conocerlo a fondo es pasearlo. Y para ello lo que hay que hacer es acercarse hasta las mismas puertas de este espacio adehesado y ponerse a recorrer la llamada Senda Autoguiada del Acebal de Garagüeta, un sendero que discurre por su interior a lo largo de unos cuatro kilómetros y en el que vamos a ir dándonos cuenta de cuáles son sus principales características, el tipo de fauna que lo habita y qué otro tipo de plantas se dan en su entorno.
Otra forma estupenda de conocerlo es apuntarse a las rutas guiadas que durante los sábados del mes de diciembre se organizan precisamente desde la casa del parque: información en el tel. 676244166 o info@elacebarillo.com.
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