La huella ecológica es un indicador de presión ambiental que mide la demanda de recursos de la población en unidades de superficie (hectáreas), y se calcula a partir de los flujos comerciales y el consumo de energía de una población en un territorio.
Un ecosistema muy vulnerable
Un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla estudiaron la presión socioambiental que sufre Canarias y su relación con el turismo. De este se puede deducir que a este respecto turismo incrementa la huella ecológica, especialmente cuando es masivo y no adopta las mejores tecnologías y prácticas de gestión sostenible. Canarias es una de las principales concentraciones turísticas europeas, y si a ello le añadimos su situación periférica y su carga poblacional, resulta lógica una intensificación de su huella ecológica.
La vulnerabilidad de Canarias es de por sí elevada debido a la fragilidad que supone su naturaleza insular, afirma el estudio, su baja biocapacidad productiva ?capacidad intrínseca para generar recursos?, su acusada dependencia externa ?como lo demuestra el fuerte déficit ecológico?, junto con una reducida superficie y altas densidades de población.
La presión turística
Los investigadores encontraron una correlación ?significativa? entre la huella ecológica energética y el indicador PresTur ?un ?termómetro? para medir la presión turística en el territorio y en la población local?, sobre todo respecto al número de plazas turísticas hoteleras y extrahoteleras por kilómetro cuadrado.
Cuando la huella ecológica supera a la biocapacidad productiva se produce una situación de déficit ecológico. Comparada con la huella ecológica mundial, se necesitarían 3, 84 planetas para soportar la intensidad del consumo de Canarias?, apunta el informe.
Además, los resultados ponen de manifiesto la importancia de la presión energética en este déficit, porque este consumo supone más del 50% del impacto ambiental de las islas, añaden estos expertos.
El Hierro y La Gomera, las más sostenibles
La insostenibilidad ambiental del turismo también depende del grado de presión demográfica y ambiental que ejercen otros sectores ?como el del transporte o el industrial?, de las pautas de consumo y de la propia población local, prosigue el estudio. La presión varía de una isla a otra y entre municipios. Las islas occidentales, sobre todo El Hierro y La Gomera, muestran valores globales que sugieren que su turismo es sostenible.
El acelerado incremento de la presión turística, sobre todo entre 1995 y 2000, tuvo como respuesta medidas normativas específicas dirigidas a contener y controlar la expansión de las plazas turísticas. También permitió recualificar los establecimientos y destinos más congestionados de Canarias, en particular en las islas capitalinas (Tenerife y Gran Canaria) y las más orientales (Lanzarote y Fuerteventura).
Se alertó de una dinámica insostenible que ha tratado de controlarse mediante límites y condiciones al crecimiento turístico, que se recogen por las Directrices de Ordenación General y de Ordenación del Turismo de Canarias, subrayan estos investigadores.
Según el equipo, para disminuir este déficit ecológico de las islas las principales medidas deben dirigirse a mejorar la ecoeficiencia de las instalaciones y servicios involucrados en la cadena productiva turística, desde el transporte al alojamiento y servicios auxiliares y complementarios, sobre todo en el consumo energético.
La promoción de las energías renovables, aprovechando los vientos alisios, la optimización y certificación energética de hoteles y apartamentos, de trayectos de viaje más cortos, y estancias más largas son aspectos fundamentales, concluyen estos expertos.