El pasado viernes 6 llegaron a las carteleras españolas la friolera de trece estrenos. Las cifras de estos a lo largo del año son asombrosas y se cuentan por cientos. Incluso para los más cinéfilos y todavía amantes de las salas, elegir entre esta oferta es misión imposible, y el mercado se convierte en un lugar inhóspito en el que solo triunfan los más fuertes.
Pero existen iniciativas como la Muestra SyFy que contribuyen a relajar tensiones y favorecen un clima en el que cada obra audiovisual sea tratada como la experiencia que merece. La muestra se encarga de proyectar un cine habitualmente menos accesible, con un público concreto que acude agradecido. Además y tras doce años de carrera, ha creado un universo propio, con modos de comportamiento personales y particulares, que convierten a los espectadores tanto en consumidores como en generadores del ambiente que allí se respira. Son y somos los que acudimos receptor y emisor, objeto final y motor de ser de la cita.
Y las palabras terror y Joe Dante se prestan a encajar entre estos elementos de la muestra como estaca en pecho de vampiro. Primero, porque a pesar de ser uno de los géneros que más y peor envejece y que menos reconocimiento tiene entre esa sempiterna clase intelectual autoproclamada superior que es la crítica, es el que más acérrimos defensores obtiene precisamente por esta idiosincrasia. La dificultad del "miedo" para incluirse en la sociedad forja lazos precisamente con aquellos a los que también les cuesta adaptarse. Todos por el terror y el terror para todos.
Joe Dante (Gremlins, Gremlins II, Pequeños guerreros) ha rodado Burying the ex con poco tiempo pero muchas ganas. El guionista Alan Trezza llegó a rodar un cortometraje con la misma idea: una pareja se jura amor eterno, y cuando la novia muere, regresa de entre los muertos para ver cumplida esta promesa. Joe Dante vio potencial y cuando tuvo un hueco se lanzó al rodaje, y puso a Alexandra Daddario (True detective) en el reparto. Nada que objetar, señoría.
La película puede ser poco más que un telefilm, pero precisamente por lo poco a lo que aspira pero lo mucho que consigue, por ver todavía despierto y activo a un mítico como Dante y por el cameo del inmortal Dick Miller, merece la pena pasar una tarde con ella.
En una frase: mejor que crepúsculo.