Y cómo no podía faltar nuestra esperada escapada a Barcelona, la despedida hasta la próxima en Diciembre. ¡Qué ganas, no lo puedo soportar!
Bueno dejadme que os cuente la noche antes de subir al tren: era tarde y estaba en mi casa con Mario desquiciada revisando la maleta para no dejarme nada y eso que llevaba 4 días preparándola ¿lo llevamos todo? seguro que no... lo típico, pensar que te falta algo. Revisar la lista una y otra vez y efectivamente está todo, el problema es que faltaron cosas por apuntar en esa maldita lista!. Mario preparó esa noche una tortilla de patatas súper rica para comer al día siguiente (no sabía que se le dieran tan bien las tortillas de patatas) y yo hice otro bizcocho para los desayunos que para ser mi primer bizcocho también me salió divino! el caso es que cerramos la cocina a las 2 de la madrugada... sisi, a las 2 aún estábamos despiertos, fregando cacharros y cerrando maletas... y nos teníamos que levantar a las 6 para coger el tren! pero no pasaba nada porque nos esperaban 5 largas horas de tren para dormir, o al menos eso creíamos...
Aun era de noche cuando cogimos el cercanías hasta Alicante. Fue una odisea meter el código de Renfe combinado cercanías. Para quien no sepa de qué estoy hablando, si necesitas moverte en un cercanías hasta una estación principal para coger un tren de larga distancia, el cercanías te sale gratis para la ida y la vuelta introduciendo ese código en la maquinita. En realidad está hecho un poco para tontos, pero la primera vez a todo el mundo le cuesta.
Una vez en la estación de tren de Alicante nos tomamos un café para hacer tiempo mientras amanecía y llegaba la hora de subir al tren. Pasamos el arco de seguridad y subimos al Euromed.
Tras 5 horas de sueño, risas, aburrimiento, pero nada de dormir, por fin llegamos a Sants, la estación de Barcelona. Enooooorme como un centro comercial lleno de tiendas, restaurantes y cientos de personas con sus maletas para acá y para allá, incluso por megafonía también nos recordaban la presencia de carteristas. Llegamos a las 2 del medio día y caía un sol abrasador de pleno Agosto, aunque a la sombra hacía fresquito agradable de Septiembre.
Cargados de maletas y sin tener idea de dónde ir salimos a la calle, hacía un día estupendo. La calle estaba llena de taxis amarillos y negros y mucha, mucha gente ¡qué ciudad más animada! Salimos por el lado de la estación que no era, nos desorientamos y nos perdimos así que preguntamos por un mapa en un kiosko; quisieron cobrarnos 5 € por el mapa, un trozo de papel! a lo que el chico al ver nuestra mala reacción contestó es que mide un metro... ¡y a mi qué mas me da lo que mida! así que volvimos a la estación y empezamos de cero con un mapa gratuito, de papel malo y cutre del McDonals que conseguimos en la estación.
Ésta vez sí que pusimos el rumbo bien en busca de nuestro hostal, que no estaba demasiado lejos, pero al ir cargados con maletas se hizo muy pesado y con la que estaba cayendo, el recorrido por la Avenida Roma se hacía interminable (oh, Roma...:). Por fin encontramos el hostal en el Carrer del Comte dUrgell. Oye pues tenía un acceso fácil... luego nos comimos ese riquísimo bocadillo de tortilla de patatas que Mario había preparado y nos echamos una siesta antes de empezar la visita esa misma tarde. Voy a preparar un post para nuestro hostal.
Y por fin comenzó la visita a la ciudad condal. No era temprano pero el sol aun apretaba y la Avenida de les Corts Catalanes en dirección a la plaza de España estaba casi desértica a excepción de algún turista despistado y es que ese día era domingo. Me enamoré de las calles de Barcelona. Daba igual que hubiese visto varias veces el Palacio de Montjuic, al llegar a la plaza de España y verlo en lo alto de la colina me quedé asombrada como si fuese la primera vez. Incluso a Mario (que es difícil de sorprender) se le escapó un guao!
Palau de Montjuic
Si las vistas desde ahí bajo eran bonitas, desde el palacio aun lo eran más. Podías divisar cada edificio de Barcelona y cada barrio. El primer día de un viaje, con mi colmillo (Mario) en un lugar de película, una tarde preciosa, una temperatura súper agradable y de fondo un hippie bohemio (como yo le digo) con una voz preciosa que cantaba con una guitarra... ¿hay algo mas romántico? estaba siendo una tarde perfecta, hasta que los mosquitos decidieron atacarme en zafarrancho de combate. Seguimos paseando por unos jardines que pasaban por detrás del palacio y me masacraron las piernas. 15 picazos en total! así que salimos corriendo de allí sin saber qué dirección tomamos y acabamos entre sombríos callejones altos y estrechos, árboles tan altos y frondosos que no dejaban pasar la luz del sol y bares llenos gente venida de cualquier parte del mundo. Era un lugar muy mestizo y diferente a cualquier cosa que hubiésemos visto antes. Es el Poble Sec, una zona algo alternativa que me anoto para volver a patear en la próxima visita a Barcelona porque me encantó.
Vistas de la Plaza España desde Montjuic
Sagrada Familia desde Montjuic
Nos pateamos el Paralelo de Barcelona hasta llegar a la estatua Colón casi de noche. Allí nos sentamos junto al puerto a hacer tiempo y esperar a que anocheciese mientras veíamos el ir y venir de los cientos de turistas concentrados en uno de los puntos claves de Barcelona. Fue otro de los momentos más perfectos del viaje: anochecer un domingo al lado del mar, en el corazón de Barcelona, sin tener nada que hacer ni a dónde ir... bueno sí, después nos fuimos a cenar al barrio de Gràcia, donde habíamos quedado con mi prima y su novio, que viven allí en Barcelona.
Tarde en el carrer del Blai, Poble Sec
El Paralelo
Hay bastantes lugares no muy caros para cenar en aquel barrio (repito, no muy caros). Nosotros entramos a una hamburguesería que tenía muy buena pinta. Me hice la valiente y me pedí una hamburguesa vegetariana muy rara. Entre las cosas más normales que llevaba había dulce de tomate, berenjena, calabacín ¿? tofu, champiñones, feta... en fin, un caos de hamburguesa que no estaba buena.
Llegó la hora de despedirnos de mi prima hasta la próxima en la boca del metro. Mi prima y su novio nos enseñaron a cómo colarse en el metro por si nos fuese útil en alguna ocasión. Éstos y otros trucos útiles de "urbanitas" que tienen costumbre de usar el metro. Llegamos a nuestro hostal tras perdernos por todas las calles de alrededor (y sigo pensando que estaba muy localizable, pero esque somos medio tontos!) y nos acostamos a dormir para aprovechar muy bien el siguiente día. Mañana seguiré contando :) el final del viaje trae sorpresa!
Hamburguesa muy rara
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