Estos dispositivos (registradores de navegación) se encargan de registrar la actividad de los instrumentos y las conversaciones en las cabinas de trenes y aviones. Actualmente también es obligatoria la instalación de un Registrador de Datos de Travesía (RDT) en todos los buques de nueva construcción, con la excepción de buques que no sean de pasaje cuyo arqueo bruto sea inferior a 3.000 toneladas.
Cómo funcionan
La función de las ?cajas negras? es almacenar datos que, en caso de un accidente, permitan analizar lo ocurrido en los momentos previos. Las aeronaves no tienen una, sino dos cajas negras. Una registra los datos del vuelo, como velocidad de la nave, altitud, hora del día y parámetros de los motores. La otra registra las voces de los pilotos en la cabina.
Los primeros registradores de vuelo se empezaron a usar a finales de los años 50 y se les llamó cajas negras, denominación que perduró incluso después de que se pintasen de color naranja, esto para facilitar su localización tras un accidente. La denominación de cajas negras proviene, al igual que en otras situaciones (como día negro) de que en el momento que las cajas negras se hacen necesaria, es porque ha sucedido un accidente aéreo.
De esos dispositivos, el más conocido e importante es la grabadora de datos de vuelo (FDR). Se conecta a la red de datos del avión y almacena al menos 80 parámetros, desde los más básicos como la fecha, hasta los que indican la posición de los controles de la aeronave, pasando por el rendimiento de los motores.
Además, las especificaciones para su diseño indican que tienen que ser capaces de registrar al menos las últimas 25 horas de vuelo, utilizando para ello un medio de almacenamiento lo más estable posible. Cuando el espacio para la grabación se agota, el bucle comienza de nuevo y el dispositivo comienza a sobreescribir los datos más antiguos con los más recientes.
En los últimos años, las compañías aéreas y los fabricantes han generalizado el análisis habitual de esos datos a través de un dispositivo conocido como grabadora de acceso rápido (QAR) que les permite mejorar los patrones de mantenimiento de las aeronaves y optimizar las operaciones.
Junto con esta "caja", los aviones montan también una grabadora de voz en la cabina (CVR). Esta máquina debe ser capaz de registrar cuatro canales de voz, y en ella se almacena la señal de los micrófonos y de los cascos de los pilotos, así como el sonido ambiente de la cabina -a través de un micrófono situado en el techo de ésta.
Las CVR más modernas utilizan memorias de estado sólido (flash: capaces de almacenar datos durante varios años sin alimentación de energía) y almacenan dos horas ininterrumpidas de sonido en formato digital, aunque algunas -las más antiguas- funcionan aún con tecnología analógica de grabación sobre cinta magnética. En este último caso, la duración del registro debe alcanzar los 30 minutos como mínimo.
Recientemente se amplió la lista de lecturas instrumentales a almacenar y también se ha propuesto que cada grabadora de voces de cabina esté equipada con una fuente de alimentación de reserva para que pueda seguir funcionando aunque se averíen los circuitos eléctricos de la aeronave.
Sus características
Suelen ir coloreados de naranja o amarillo en tonos vivos, para facilitar su localización en caso de accidente, están rotulados con un mensaje en inglés y francés que reza "no abrir" y disponen además de una radiobaliza submarina incorporada que se activa de forma automática tras una colisión y que guía a los equipos de rescate hasta ellos. Emite en una frecuencia específica de 37,5 kHz, y su señal llega a la superficie sin problemas siempre que la profundidad a la que se encuentre no sea mayor a 4.000 metros.
Estas unidades necesitan ser resistentes al fuego, al agua y ser capaces de soportar la fuerza de un gran impacto. También necesitan resistir la baja presión del aire si la nave sufre una rápida descompresión y deben ser capaces de aguantar las devastadora presión en el lecho marino si la nave llega a hundirse en el océano.
De qué están hechas
Las ?cajas negras? requieren un revestimiento sumamente fuerte. Los modelos antiguos estaban hechos simplemente de acero inoxidable. Pero ahora estos dispositivos también incorporan titanio y una capa interna de material termo resistente.
La cápsula que las protege es capaz de resistir una temperatura de 1.100 ºC durante al menos media hora, impactos de 3.400 veces la fuerza de la gravedad, y la presión que experimenta un objeto sumergido a una profundidad de hasta 6.100 metros. Suelen ir montadas en la cola del avión, donde las posibilidades de resistir a un accidente son mayores.
Para su aprobación tienen que pasar unas pruebas de certificación como la de lanzarla contra un blanco de aluminio, produciendo una fuerza máxima de 3.500 kilos; se deja caer sobre el aparato, desde tres metros de altura, una masa de 225 kilos provista de una punta de acero templado; un actuador aplica una compresión de 2.300 kilopondios; que resista 24 horas en una cámara llena de agua marina a presión; o someterle a llamas de 1.100 °C.
La tercera generación
Los ingenieros aeronáuticos y los investigadores de desastres aéreos están comenzando a desarrollar un tercer tipo de ?caja negra?. Operaría, al igual que el CVR, registrando todo aquello que se produzca en la cabina, solo que lo haría en formato audiovisual, es decir, grabando un vídeo, lo cual contribuiría aún más a esclarecer las causas de un accidente.