El 20% de este malgasto se debe a la confusión sobre los datos que aparecen en el etiquetado de los productos.
Despilfarro, culpa de todos
Según un informe del Parlamento Europeo de finales de 2011, los ciudadanos del viejo continente despilfarran anualmente 89 millones de toneladas de comida.
El país europeo más derrochador es Alemania, seguido de Holanda, Francia, Polonia e Italia.
En España, pese a la crisis, también se derrocha. Ocupa la sexta posición en la lista europea del despilfarro de comida, desperdicia cada año 7,7 millones de toneladas de alimentos, una media de 163 kilos por persona y año.
Tal es así, que la Eurocámara adoptó una resolución (enero 2013) que incidía sobre el problema de los residuos alimentarios en toda la red de abastecimiento y consumo. Además, sugirió que 2014 fuera proclamado el ?Año Europeo contra el despilfarro de alimentos?.
Alimentos caducados
La responsabilidad, según el informe citado, recae en todos los actores implicados en la cadena, desde el productor primario hasta el comensal. Pero, tal y como apunta el texto oficial, la mayor parte de culpa la tienen los consumidores, es decir, el 42% de toda la comida que se tira.
Sin embargo, el 20% de los alimentos se desecha debido a la confusión sobre los datos que aparecen en la etiqueta de los productos y el desconocimiento de variables como consumo preferente y fecha de caducidad.
Las fechas de consumo preferente y recomendado son la misma. Hasta ese día, el producto mantendrá todas las características que le definen: sabor, aroma, textura, etc. A partir de entonces, aunque se pueda consumir, ya no se garantizan sus propiedades.
En principio, ingerir el alimento después no implica ningún riesgo sanitario. Lo que ocurre, según los especialistas, es que a partir de la fecha de consumo preferente, puede que algunas características sensoriales del alimento se vean afectadas, como el aroma, el color, el olor, pero a priori no va a resultar dañina su ingesta.
Por el contrario, una vez superada la fecha de caducidad, el producto no es adecuado para el consumo y no debe tomarse bajo ninguna circunstancia pues puede suponer un riesgo para la salud. Además, en caso de ser ingerido, no existe responsabilidad legal alguna del fabricante en cuanto al daño que pueda causar.
Pero las asociaciones de consumidores alertan que no es extraño que los consumidores puedan interpretar mal una fecha de caducidad o de consumo preferente, ya que en ocasiones no queda claro si se trata del día y el mes o del mes y el año, puesto que, hasta ahora, la legislación española permite que estas fechas se presenten en varios formatos.
Aún así, es muy difícil que un alimento caducado pueda producir la muerte, en un país como España, la probabilidad aumenta, pero es remota. De hecho, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España apenas se producen muertes por intoxicaciones alimentarias bacterianas: dos en 2008, seis en 2009 y cinco en 2010.
Hábitos culinarios para no tirar comida
No obstante, las asociaciones de consumidores dan una serie de recomendaciones muy sencillas para no despilfarrar los alimentos. Lo primero sería hacer una lista antes de ir a comprar para no acabar adquiriendo lo que no se necesita.
Otra cuestión sería planear los platos diarios y semanales, las necesidades alimentarias y tener en cuenta los gustos de los comensales. Pero sobre todo, información y sentido común.
Y puestos a no tirar la comida al cubo de la basura hay una alternativa más humanitaria: los bancos de alimentos. La Federación Española de Bancos de Alimentos, que coordina 50 organizaciones sin ánimo de lucro, tiene como objetivo recuperar los excedentes de nuestra sociedad y redistribuirlos entre las personas más necesitadas.
El objetivo de estos bancos es ayudar a los ciudadanos castigados por la pobreza causada por el paro y el trabajo precario. Según sus propios datos, el cuadro de colectivos más atendidos es el de inmigrantes (28%), seguido por personas mayores (21%), toxicómanos (12%), indigentes (10%) y parados de larga duración (9%), entre otros.