Me atrevo a decir que a más de la mitad de la población mundial le gustaría ser famosa, rica y deseada/admirada. Todos ellos están de suerte: las nuevas tecnologías se lo ponen en bandeja de plata. Sin embargo, últimamente me pregunto si todos estaríamos preparados para soportar el peso de la fama. Los hechos, claramente, me demuestran que no. El precio es muy caro, incluso para quien gana una fortuna con un solo tuit.
No hago más que leer noticias de influencers que denuncian el acoso que reciben por parte de usuarios en redes sociales e incluso en la calle. Y yo no puedo evitar preguntarme de qué coño se sorprenden. No sé si es otra técnica para ganar seguidores (lo dudo), si se creen especiales (probablemente) o si ni si quiera se han parado a pensar en la repercusión de lo que hacen. Esto último ni me lo cuestiono, directamente lo pienso.
Con esto no pretendo, ni mucho menos, justificar el ciberacoso o el acoso a influencers, o culpabilizar a blogueras por mantener diariamente sus espacios o por subir fotos de su culo como Laura Escanes a Instagram. Es una reflexión que creo que hace falta que hagamos por todo lo que está ocurriendo, lo que esta por llegar y para que no nos lo cuenten como si esto fuera algo nuevo.
La última denuncia, realizada por la conocida Alexandra Pereira (Lovely Pepa con 1,6 millones de seguidores en Insta), ha llegado a suponer el cierre del foro de Vogue con más de 10 años de vida. Me parece justo que lo hayan hecho porque era una vergüenza que existiera un espacio no moderado en el que cualquiera pudiera decir lo que le diera la gana contra esta pobre chica u otras. Pero ellas, ¿de qué se sorprenden? ¿qué esperaban que ocurriese cuando abrieron su blog y el dinero empezó a entrar? ¿no saben lo que ocurre en Internet?
Miles de chicas se han abierto una cuenta de Instagram o un blog y han empezado a publicar y a "publicarse", a exponer abiertamente lo que hacen, lo que visten y con qué marcas están dispuestas a venderse. Sí, ¡venderse joder! Lo llevan haciendo muchos cantantes, actores y futbolistas, que anuncian perfumes y relojes con su imagen a cambio de dinero.
Eso es venderse y no es malo, es un negocio típico de nuestro tiempo y tristemente aún tiene una serie de repercusiones que paradógicamente sorprenden. En lugar de llevarnos las manos a la cabeza deberíamos empezar a actuar y a reflexionar.
Que cualquiera pueda tener voz no es malo, que cualquiera pueda abanderar una causa o ser experto en algo y hacer negocio con ello tampoco es malo. Pero si hay gente mala, siempre la ha habido y siempre la habrá. Eso es a lo que te expones cuando te conviertes en un personaje público y te exhibes delante de todo tipo de gente.
La mayoría de actores, cantantes, modelos, gente del mundillo del corazón llevan años quejándose del acoso que reciben por parte de los medios de comunicación y del público en general, que les piden una foto cada dos pasos o les increpan abiertamente si no les gusta algo. Sus familias tampoco se quedan exentas de este acoso. Esto no es algo nuevo, ¿por qué se sorprenden ahora l@s influencers?
Estas son precisamente las consecuencias de "exponerse", uno/a debe asumir que recibirá críticas, que escribirán sobre él o ella, mal o bien, da igual. Lo alarmante, sin embargo, es que cada vez más gente abre un espacio, un blog un perfil con el firme objetivo de hacer negocio o hacerse famoso, pero sin la menor idea de lo que puede acarrear.
Para quienes no lo sepáis una instagramer de menos renombre que Alexandra puede llegar a cobrar 100€ solo por publicar una foto en Instagram. Si publica una foto diaria eso suponen 3.100€ en su cuenta bancaria al mes y sin contar con otras acciones promocionales como eventos, stories, post, etc. Una vergüenza vaya, pero vamos que como lo que ganan los futbolistas o u tronista de MYHYV. Es el mundo en el que vivimos y al que parece estamos contribuyendo de una manera u otra.
Ahora, ¿cómo podemos cambiarlo? ¿qué podemos hacer?
Lecciones que todos debemos aprender del ciberacoso a influencers
1. Si vives de tu imagen te expones a que hablen de ti, bien o mal. Que haya gente a la que no gustas es positivo, nos ayuda a crecer/mejorar y a gestionar nuestro autoestima. Pero nunca hay que permitir que se nos falte al respeto.
2. La diversidad de opiniones es un buen síntoma. Implica que aún nos diferenciamos unos de otros, algo que estamos perdiendo con la globalización. Cada vez somos todos más parecidos, con los mismos gustos. Cada vez hay menos "tribus urbanas".
3. Que un/a influencer no guste a todos los usuarios es también positivo para su negocio/rentabilidad. Logra que las marcas con las que colabora encuentren en su blog o perfil un nicho de mercado al que dirigirse.
4. Debemos aprender a dar nuestra opinión con sinceridad, pero sin herir. Manteniendo siempre el respeto hacia todas las personas, sin insultar ni faltar. Sí, la gente es muy ignorante y mal educada. Es lo que hay.
5. Además, las nuevas tecnologías nos hacen cobardes. Nos escondemos tras un perfil “anónimo” para decir lo que nos plazca, sin repercusiones. Nos sentimos muy valientes, más seguros a la hora de comentar. Aperecen los conocidos trolls de las redes sociales.
6. Esto no afecta solo a influencers o blogueras, no vayamos a creernos el centro del mundo. También influye a restaurantes, por ejemplo, a quienes la competencia deja malas críticas falsas o a quienes los clientes dejan comentarios como: "no me gustó nada este restaurante, llovía y el camarero era calvo".
7. Son las consecuencias de un espacio libre en el que desgraciadamente, aún, todo vale.
8. Las mujeres somos muy poco solidarias, empáticas y respetuosas con nuestro propio sexo. Sino, ¿por qué el ciberacoso iba a ser más frecuente en los casos de influencers de moda?
9. Hay que educar a las generaciones venideras para que esto no siga ocurriendo. Y por nuestra parte hace falta mucha reflexión y pensar antes de publicar, que a veces se nos va de las manos.
10. Por eso, hay también que legislar en materia de ciberacoso, siempre respetando la libertad de expresión.
11. Los refranes "a palabras necias y odios sordos" o "no ofende quien quiere sino quien puede" existen por algo. Si algo consiguen todos los influencers generando tanto revuelo es precisamente dar más voz a toda esa gentuza que se dedica a insultar y a caldear el ambiente. Todo lo que ha ocurrido en los últimos días nos demuestra que haciendo un mal uso de la tecnología podemos herir y lograr que nos den voz sin ponernos cara.
12. Otro dicho popular: la envidia es muy mala. ¿Por qué envidiamos a aquellos que tienen más éxito que nosotros? Dejemos que inspiren nuestro propio éxito o que simplemente nos den igual. Creo firmemente que estamos obsesionados con la imagen, en vender constantemente que nos va bonito, y que redes sociales como Instagram contribuyen a ello. Yo misma me asusto de como puede llegar a influir en mí lo que publican otros o como soy capaz de proyectar una imagen que no es real.
13 . Antes de abrir un blog o una cuenta en redes sociales piensa lo que puede ocurrir. Usemos las nuevas tecnologías responsablemente. Si lo abres tendrás que aprender a recibir malas críticas y a relativizar. Piensa qué quieres publicar y qué quieres que permanezca en tu más estricta intimidad.
Al hilo de esto me sorprende la de mujeres que publican fotos de ellas desnudas o en ropa interior en la cama, por ejemplo. Puede sonar carca, pero creo que es importante preservar la intimidad de uno y guardar algo para nosotros.
Tampoco me parece mal que haya quien lo haga, pero últimamente es la tónica de casi todas las influencers de nuestro país y eso me parece alarmante. Un excesivo culto al cuerpo combinado con el más puro exhibicionismo, una auténtica bomba de relojería.
14. Dejar de idolatrar o estigmatizar a influencers. No podemos olvidar que ellos también son de carne y hueso, aunque ellos mismos puedan creerse dioses.
15. Lección extra: hay demasiada gente en paro, yo desde luego no tengo tiempo para meterme en foros para criticar a influencers. Eso, o mi tiempo es más valioso para mi de lo que lo es para ellos.
¡Feliz jueves!
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